Un sector económico en alza
Guerra turística en Barcelona
Este verano hará historia en Barcelona por su portentosa oferta de camas. Nunca hubo tantas plazas hoteleras (unas 34.800 habitaciones), ni tantos pisos turísticos legales (más de 8.800) e ilegales (diversas fuentes hablan de un mínimo de 5.000), ni tantos albergues (el verano pasado ya reunían 6.300 plazas), ni tantas habitaciones de alquiler por días en domicilios privados. Pero también se espera que sea una temporada récord de visitantes, en volumen y variedad de perfiles y nacionalidades. Barcelona está de moda, con el impacto económico y también los efectos secundarios que ello comporta, pero la creciente oferta avivará este verano la competencia, casi equiparada. Los hoteleros piden mano dura contra las camas ilegales y arremeten contra las legales situadas en edificios vecinales, mientras las patronales de pisos turísticos acusan a los establecimientos tradicionales de estar «fuera de juego».
Las potentes previsiones de los hoteleros anunciadas ayer para julio y agosto (superar el 86% de ocupación, en la línea del año pasado) y el 70% del primer semestre constatan que la ciudad sigue ganando los suficientes viajeros como para «absorber la nueva oferta de pisos turísticos», sentenció ayer Jordi Clos, presidente del Gremi d'Hotels. El empresario se definió por un lado como «defensor de la libre competencia», pero declaró la guerra a la oferta sin regular y exigió de nuevo una normativa que aglutine los pisos turísticos en bloques completos. Considera que para no perjudicar la «imagen» de Barcelona es necesario que su alojamiento tenga controles de seguridad y calidad.
La ofensiva que abrió el gremio hace justo un año y medio -como avanzó este diario-, designando a dos personas de su equipo para detectar casos de pisos de uso turístico sin licencia y denunciarlos a la Generalitat y al ayuntamiento no basta, dijo. De los 700 casos recogidos, unos 250 han acabado con expedientes fruto de inspecciones municipales. «Pero el ayuntamiento no tiene capacidad para controlar» el fenómeno, opinó, por lo que reivindicó «que se externalicen» las inspecciones municipales, es decir, que ese servicio quede en manos privadas.
MÁS CONTROL / Fuentes municipales indicaron ayer que el plan de ordenación del sector incluye la creación de un centro de recepción de quejas por problemas generados por pisos turísticos, que implicará ya cierta externalización para agilizar el control de la actividad, pero dejó claro que la «capacidad inspectora se limitará a la Administración».
Precisamente, el presidente de la federación de asociaciones de apartamentos turísticos en Catalunya (Federatur), Lluís Torrent, replicó que el volumen de problemas que genera el sector es mínimo: «Hay seis denuncias mensuales en el Eixample» (el distrito con más oferta). En su opinión, el sector hotelero de Barcelona hace «demagogia fácil» al pretender que los pisos de uso turístico se integren en edificios completos, con un modelo que salvo en el tamaño de las estancias reproduce el de los hoteles. «Un puñado de familias hoteleras ejercen de lobi» y, añadió, quieren blindarse. «Los hoteleros no se han adaptado al modelo actual de turismo y cuanto más tarde lo hagan se quedarán fuera de juego», ya que las «tendencias» apuntan a otras formas de viajar y de alojarse.
Federatur se opone «frontalmente» a aglutinar pisos en bloques. Primero porque rompería el concepto de integración en la vida de la ciudad, pero también porque dejaría al margen «a los pequeños operadores», que no pueden aspirar a adquirir una finca completa y promover la licencia para cada unidad.
Clos, por su parte, disparó contra los muchos pisos ilegales que no tributan ni pagan tasas, contra los portales de internet que publicitan estas camas ilegales y contra sus supuestos déficits sanitarios y de seguridad, además de recalcar que los pisos con licencia en viviendas vecinales «turban» la tranquilidad de la escalera. Una acusación que Torrent replicó pidiendo el cierre de los hoteles que alojen despedidas de soltero o en los que haya altercados.
Más allá de la pugna dialéctica, los hoteleros creen que en Barcelona no hay burbuja a la vista y que las 733 nuevas habitaciones previstas para este año son una cifra estabilizada y asumible, si no se desboca el negocio doméstico.
En cambio, la patronal barcelonesa de apartamentos por días Apartur alerta de que la oferta ya es excesiva y que la rentabilidad de los pequeños propietarios caerá este mismo verano. Según sus datos, el volumen de reservas no ha aumentado en proporción.
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