Cómo salir gratis (y acompañado) por Barcelona

Barcelona Gratis, uno de los grupos 'online' de la plataforma MeetUp, rastrea a diario actividades de gorra. Acumula más de 10.000 miembros

Barceloneando gratis.

Barceloneando gratis. / periodico

ANA SÁNCHEZ

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Es casi mediodía dominguero. Una decena de personas con pose de prevermut hablan en corro frente a la puerta de un local del Eixample. Son charlas de tanteo. Como si un barcelonés hubiera mezclado en plan kamikaze a su grupo de amigos del cole, de la facultad y del trabajo. “Hola”, dos besos, “soy David”, se incorpora un texano. Todos sonríen y se presentan como si estuvieran en un concurso de la tele: me llamo tal, soy cual, sí, sí, sí, a mí también me gusta el jazz. Elia no afloja ni un segundo la sonrisa de bienvenida. Es quien ejerce de anfitriona de esta quedada de desconocidos. “Este es el grupo”, dice a todo el que ve acercarse con cara de cita a ciegas. “Hoy hay ciento y pico personas apuntadas”, adelanta la organizadora. “Vendrán unas 20”, calcula con precisión tras casi un año de encuentros. ¿Que qué tienen todos en común? Que no pagarán un euro por lo que van a ver.

Así se llama el grupo: Barcelona Gratis, ese oxímoron que se teclea a diario en Google con énfasis de plegaria. Es una de las macropandas de MeetUp. Para quien tenga una vida social plena: MeetUp es el nuevo TomTom vital donde se rebusca gente ‘online’ con quien compartir aficiones en el mundo real. A estas alturas, se pueden encontrar casi tantos grupos como teorías sobre la futura resurrección de Jon Nieve en ‘Juego de tronos. Entra estrés de solo ojear la web. “Hay 134.463 Meetups sucediendo esta semana”, anuncia la plataforma nada más entrar. “773 cerca”. Hasta la familia Addams encontraría aficiones a medida. Hay adictos a los juegos de mesa, ‘makers’, “alcohólicos cultos”, pandillas con las que aprender a conservar el amor e incluso descubrir tu propósito vital.

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El grupo Barcelona Gratis es uno de los más multitudinarios que hay a la redonda: aquí se codean digitalmente más de 10.000 miembros. Se ven muchos guiris, pero sobre todo barceloneses, apunta Elia, que es periodista y ya toda una experta en rastrear actividades gratuitas. Lo hace gratis, claro. “Pero merece la pena -asegura-. Estoy metida en una compañía de teatro y me encanta descubrir nuevos espacios culturales”. 

“Es una manera de conocer gente con aficiones comunes”, asegura Carmen, una de las asistentes al plan gratuito de hoy. “Que sea gratis es lo de menos”,  añade. Hay quien se lo toma como un Tinder cultural. “Hay mucho hombre que viene a pillar cacho”, le contará Victoria a Elia en plan chascarrillo entre sorbo y sorbo de vermut. Elisabeth se encoge de hombros. “Yo no tengo a nadie con quien ir a ver jazz”, se justifica ella. Esa es la actividad gratuita de hoy: concierto de Pol Omedes Trio en el restaurante Gurqui. Los desconocidos -ya no tanto- comparten gratis buena música, charla y mesa. El vermut queda fuera del plan de gorra.  

UNA COMUNIDAD COLABORATIVA

Hoy no ha podido venir Damien. Es el francés que montó Barcelona Gratis para facilitarle la vida (cultural y social) a los recién llegados a Barcelona. Con los meses, se ha ido convirtiendo en un “grupo colaborativo” que ayudan a gestionar “diferentes personas vinculadas al mundo de la cultura barcelonesa”, responden vía mail (de forma colaborativa, claro) todos los gestores.

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Convocan 10, 15 actividades gratuitas al mes. El 28 de abril, por ejemplo, hay cita para ver una exposición africana; el 30, gastroferia en el mercado de Santa Caterina; el 1 de mayo, tango en directo en un restaurante; el 5, cine gratis en la Filmoteca. “Barcelona es una mina de cultura y mucha está al alcance de todos”, aseguran. ¿Dónde? “Los centros cívicos son una gran fuente de eventos”. ¿Lo más lujoso que han encontrado gratis? “Hemos asistido a conciertos gratuitos de jazz de alto nivel que, además, se realizan de forma frecuente en diferentes bares de Barcelona”, dicen. “El Arts Santa Mònica también ofrece actividades interesantes. Y en el CCCB se puede disfrutar de múltiples actividades artísticas y culturales sin pagar un solo euro”.

Incluso le han conseguido público teatral a alguna frutería. “En marzo convocamos un vermut con microteatro –recuerdan su anécdota más vistosa- y hubo un error al introducir la dirección de la cafetería. Mucha gente acudió a una frutería ante el asombro de la dependienta”. Los organizadores pudieron ir a buscar a los que esperaban antes de que les dieran las uvas literalmente. “¡Pero la cara de la frutera no tenía precio!”.