ARTE CALLEJERO

De grafitero clandestino a artista municipal

Kamil Escruela pasa de estar detenido tres días por pintar en el metro a ser contratado por el ayuntamiento para hacer un mural en el Besòs

Kamil Escruela

Kamil Escruela / periodico

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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El cierre de la librería Canuda a finales del 2013 tuvo, como mínimo, un tan insospechado como positivo efecto colateral. "Liquidaban y nos llevamos bolsas y bolsas de libros de historia del arte", explica Kamil Escruela, grafitero desde los 13 años. Fue entonces cuando Picasso, que ya le gustaba, le atrapó. Habla en plural -"nos llevamos"- porque esa inmersión no la hizo solo. La hizo junto a Míriam Díaz, su novia, quien también juega un papel clave en esta historia. "Ella estudiaba Historia del Arte y empecé a acudir de oyente a las clases a las que ella iba", prosigue este joven del Besòs, autor del enorme mural que desde hace pocos días domina la fachada del reivindicado equipamiento municipal vacío frente a la salida de la estación de metro de Besòs Mar. Sí, donde antaño hubo los cines Pere IV, una de las últimas salas de barrio que resistió en la ciudad de las multisalas en el siglo de la piratería.   

En menos de dos años, Escruela ha pasado de permanecer tres días (con sus noches) en el calabozo detenido por pintar un vagón de metro de la línea lila a ser contratado por el Ayuntamiento de Barcelona para dejar su huella, y a lo grande, en una muy visible pared pública.

AMOR Y AMOR AL ARTE

No todo fue cosa del amor por Míriam y el amor al arte, por supuesto. El episodio del arresto tuvo también que ver con su cambio de chip. "Me di cuenta de que pintar firmas ['tags'] era solo una cuestión de ego, y a mí lo que me gustaba, lo que me gusta, es dibujar. Ahí empecé a dibujarlo todo. Llené el piso de dibujos", relata el artista, de 25 años, muy orgulloso de que su primer (gran) encargo sea una obra en su barrio, y para reivindicar algo en lo que cree.

A los tres días en el calabozo, además -pintaron siete, solo le pillaron a él y pagó por todo-, les acompañó una importante multa y una sanción a su madre, casualidades de la vida, conductora de metro.  

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Pero fue otro episodio, más trágico, el que acabó de decidir el futuro de Escruela e hizo que dejara atrás y lejos a aquel chico que estampaba su firma por todos los rincones de la ciudad. "Mi padre murió y pedí un permiso en el bar de la calle de Santaló en el que trabajaba de camarero. Lo que hicieron fue echarme", explica a bocajarro. Fue entonces cuando decidió que quizá había acabado el tiempo "de servir copas a los pijos" y llegado el momento de intentar vivir de lo que más le gustaba y mejor sabía hacer: pintar. Fue a El Andén, espacio especializado en grafitis de la calle de Joaquín Costa, a ofrecer su obra. Le dijeron que había una lista de espera de un año para exponer y aprovechó ese tiempo para crear. Cuando llegó su turno, la exposición fue un éxito. "Vendí la mitad de la obra. Y eso aquí, en Barcelona, es mucho", apunta el joven artista satisfecho.    

Desde entonces no ha pintado un solo vagón más. "Y mira que había pintado trenes, no solo en Barcelona, también en Oporto y París", prosigue Escruela, quien señala que la capital catalana es una meca de los grafiteros "al ser el lugar en el que los espráis son más baratos".

SU PARTICULAR '13, RUE DEL PERCEBE'

El encargo que le ha encumbrado fue de la Assemblea de Joves, nacida dentro del plan comunitario del Besòs, proyecto financiado por el ayuntamiento para dinamizar el frágil tejido asociativo y social del barrio. "Fueron los chicos los que, cuando decidieron hacer un gran mural para reivindicar que se reabriera el viejo cine para convertirlo en un equipamiento para los jóvenes, pensaron en que lo hiciera yo", expone orgulloso. Él no deja de ser también un joven del Besòs, y su obra es ya conocida por muchos en el lugar, sobre todo por los amantes del arte callejero.

"Hacía mucho tiempo que tenía ganas de hacer algo estilo '13, rue del Percebe', pero nunca había tenido la oportunidad de disponer de una pared tan grande. ¡Y de una grúa! Ibáñez es uno de mis referentes", concluye el dibujante, cuyo estilo evoca la Barcelona de Mariscal, que tan de puntillas pasó por su barrio. El colorido mural de Escruela recoge en las diferentes escenas de su particular '13, rue del Percebe' las propuestas para el espacio de la Assemblea de Joves. De espacios para ensayar a una sala con ordenadores.

Además de ser una reivindicación de los jóvenes, la recuperación del espacio de los viejos cines Pere IV -"la última vez que fui iba a primaria; fui a ver 'El Rey León 2'", recuerda Escruela- es uno de los temas sobre la mesa para desarrollar dentro del plan de barrios, impulsado por el actual gobierno municipal y que se ha empezado a desplegar en el eje Besòs.

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