PLANES URBANÍSTICOS EN EL LIMBO

Glòries y Sagrera gafan el mayor parque de Barcelona

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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La imagen satélite de Barcelona muestra dos grandes zonas en obras concentradas al noreste de la ciudad. Les delata el color de la tierra, rodeado del gris asfalto, del rojizo de los tejados, del turbio blanco industrial del Bon Pastor. Glòries y Sagrera coinciden en una misma línea de salida hacia el nudo de la Trinitat. No se tocan, pero se complementan, porque en un futuro incierto que se atisba lejano, quién sabe si improbable, deberían formar un corredor verde sin igual desde la Ciutadella hasta el Besòs: el conocido como Camino Comtal.

Es imposible saber cuándo estará todo terminado. Ni siquiera puede saberse con certeza si se acabará algún día. Las noticias recientes, y las noticias que no se producen, invitan al pesimismo. En el caso de Glòries, el Ayuntamiento de Barcelona daba a conocer el jueves una auditoría técnica de las obras de la fase 1 del túnel viario que huele más a parálisis del proyecto que a calendario claro y fiable. En cuanto a La Sagrera, lo que inquieta es la ausencia de movimiento. La sociedad que forman Adif, Renfe, la Generalitat y el consistorio sigue en punto muerto, licitando proyectos muy menores, como un carril bici, y dejando en barbecho lo que debería dar forma a la mayor transformación urbanística y ferroviaria de la historia reciente de la ciudad. Un portavoz de Territori confirma que entre el puente de Calatrava y el Besòs no hay un solo operario trabajando. Desde el ayuntamiento se señala que se está presionando a Fomento para que inicie la obra del colector de Prim. Pero nada. 

SÍNTOMAS SIMILARES

Aunque de dimensiones distintas, las dolencias en el diseño y el ritmo de trabajo en ambos proyectos presentan síntomas similares. Básicamente, la mala planificación y el dudoso análisis de daños. En la plaza, tal y como demuestra el estudio realizado por el Institut de Tecnología de la Construcción de Catalunya, se produjeron significativos errores a la hora de calendarizar y presupuestar la obra, a la hora de analizar los obstáculos, tanto físicos como administrativos, que se encontrarían por el camino. En la brecha ferroviaria, buena parte de la financiación (2.250 millones de euros, similar al presupuesto anual de la capital catalana) se fio a la explotación inmobiliaria del entorno: oficinas, hoteles y pisos, el 40% de los cuales debían ser de protección oficial. La crisis del ladrillo frenó en seco el plan. El proyecto, con todo lujo de detalles, sigue colgado en la página web. Lo que está claro es que la estación, por la que se prevé que pasen 100 millones de viajeros al año, será sustancialmente más pequeña de lo previsto.

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Glòries se ha convertido en una incómoda ‘matrioska’: un bajo tierra repleto de sorpresas; lo que sucede cuando se trabaja más sobre suposiciones que sobre certezas científicas. El túnel une Castillejos y Badajoz a través de una galería de poco más de 500 metros en los que ha sido necesario sortear cuatro túneles ferroviarios, amén de los restos urbanísticos de las reformas llevadas a cabo en décadas anteriores, de los que no había constancia ni documentación. La auditoría habla de “información incorrecta e incompleta” sobre el entorno, lo que ha obligado a perforar 155 centímetros por debajo de lo previsto. Entre los elementos no previstos, el sifón de un colector que cruza por debajo de las líneas de Adif de Maçanet y Puigcerdà, y la mayor profundidad de un muro pantalla del lado Llobregat de una de las galerías de Adif, la cual no se comprobó en la fase de proyecto, según informa la auditoría.

PLAN SOBRE TERRENO MILENARIO

Así las cosas, el consistorio ha encargado un informe jurídico para decidir cómo procede ante semejante desaguisado. Entre las opciones, la de rescindir el contrato y empezar de cero, lo que de facto supondría detener las obras y convocar otro concurso público. Entre pitos y flautas, un mínimo de seis meses más que añadir a los 18 de retraso ya admitido. Por todo ello, los auditores afean que se eligiera una oferta con una baja del 24,31% sobre el precio de licitación, unos 80 millones de euros. “Suponía un riesgo económico relevante”, concluyen.

El trazado del Rec Comtal tiene su origen en el siglo X. Con una longitud de 12 kilómetros y origen en las aguas freáticas del Besòs, en Montcada i Reixac, tenía como principal cometido mover molinos de harina. Hoy solo quedan pequeños retales que van apareciendo cuando la obra pública perfora lugares por los que discurría. La recuperación del recorrido generaría el mayor parque de Barcelona6,5 kilómetros lineales desde la Ciutadella hasta el nudo de la Trinitat, incluidas las 40 hectáreas que prevé el proyecto de urbanización de la cubierta de las vías de la Sagrera del que se beneficiarían directamente unos 180.000 vecinos.

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Todo ello solo sucederá si las administraciones logran dos cosas. Una complicada pero más factible, que Glòries, con sus defectos, retrasos y sobrecostes, acabe alumbrando un gran parque urbano. Y otra que hoy roza lo utópico, que Fomento tenga a bien volver a tomar las riendas de la Sagrera. Por ahora, lo único asegurado es un buen puñado de vecino indignados. Vallas, polvo, tráfico, grúas, promesas incumplidas. E incertidumbre.