FAMILIA DALMAU-COROMINAS - VIVE DESDE 1993

«La gente casi se metía en casa para mirar»

 Algunos de los primeros vecinos que se instalaron en la Vila Olímpica cuentan qué les decidió a mudarse al nuevo barrio. Coinciden en que se han cumplido o incluso superado las expectativas y que no es el barrio dormitorio que tantos auguraron, pese a que reconocen una carencia, el comercio.

Josep Dalmau y Pilar Corominas, con su hija Maria y sus nietas.

Josep Dalmau y Pilar Corominas, con su hija Maria y sus nietas.

ROSA MARI SANZ / BARCELONA

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Josep Dalmau y su esposa Pilar Corominas vivían en un piso en la Esquerra del Eixample, pero él siempre había soñado tener una casa en la ciudad. La construcción de la Vila Olímpica cumplía lo que anhelaba, y en 1989 adquirió un chalet al que se mudarían con sus dos hijas, de 15 y 20 años, en 1993.«Estaba claro que ganábamos calidad de vida y el tiempo nos lo ha demostrado. Aquí tenemos mucha zona verde, la sensación de estar fuera de la ciudad, y tocamos el mar», explica este hombre, ya jubilado, que ha sido y es uno de los motores del tejido social del barrio. Y añade:«Pero no olvidemos que la Vila Olímpica no se pensó para los que vendríamos después. Faltaban servicios, por no hablar de los acabados a toda prisa de los pisos. Y casi no había ni tiendas. Tenías que coger el coche para ir a comprar, porque hasta el supermercado tardó dos años en abrir. El comercio sigue siendo una asignatura pendiente». Lo explica por buscarle un pero, ya que es una enamorado de un barrio que en sus primeros tiempos fue lugar de peregrinaje dominguero para ciudadanos con ganas de conocer la villa donde se habían alojado los atletas.«A veces estabas en casa y te sorprendía gente pegada a la ventana que casi se metía para mirar», recuerda.