DEBATE EN EL COLEGIO DE ARQUITECTOS DE CATALUNYA SOBRE UN SECTOR

El 'frente de resistencia turística' pide ayuda en círculos académicos

Cola de visitantes para subirse a una de las líneas de autobuses turísticos de la ciudad, en la plaza de Catalunya.

Cola de visitantes para subirse a una de las líneas de autobuses turísticos de la ciudad, en la plaza de Catalunya.

CARLES COLS
BARCELONA

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Barcelona no tiene aún  una plataforma de resistencia contra los excesos del turismo, como Venecia, capaz de organizar un funeral por los canales de la ciudad, con góndolas y plañideras. Pero está a punto. De momento se prepara para no perder la batalla de los argumentos, así que anda en busca de ellos en círculos universitarios. El pasado 23 de mayo, la filósofa Marina Garcés expuso en el CCCB el carácter destructivo del turismo intensivo. Y el pasado miércoles, el Colegio de Arquitectos cedió su auditorio para que la antropóloga Saida Palou expusiera las razones del éxito internacional de Barcelona y los nubarrones que se avecinan. Era su tesis doctoral.

A Palou le entregó personalmente hace dos años el alcalde Xavier Trias el Premi Ciutat de Barcelona por su análisis sobre cómo desde finales del siglo XIX determinadas élites sociales de esta ciudad se han esforzado por convertir la capital de Catalunya en un destino turístico.  Es un trabajo de investigación extraordinariamente documentado que relata una historia de décadas de sonados fracasos, redimidos solo desde hace 20 años, cuando tras los JJOO  comenzaron a crecer los visitantes. «Ha sido al final el resultado de una muy eficaz estrategia de márketing», explicó la antropóloga. El problema, advirtió, «es que cuando la relación entre los anfitriones y los invitados comienza a dar síntomas de fractura, el destino puede perder valor, tanto para sus visitantes como para sus ciudadanos». Esa es una dolencia urbana que hasta tiene nombre. Se la conoce como el síndrome de París. Es la insana somatización que se produce cuando las expectativas creadas al visitar una ciudad son demasiado altas y no se corresponden con la ciudad hallada.

PATOLOGÍA YA EVIDENTE / Las asociaciones de vecinos del centro, zona cero del impacto del turismo en Barcelona, sostienen que esa patología ya es evidente en sus barrios, como el Gòtic, la Barceloneta y el Raval, donde ni ellos están cómodos ni los turistas encuentran la ciudad que prometen los catálogos de las agencias.

Fueron esas asociaciones de vecinos las que invitaron a Palou el pasado miércoles, y ella les correspondió con algunos datos inquietantes. Por ejemplo, que si alguien cree que la transformación de la Boqueria en una suerte de chiringuito de parque temático es un fenómeno aislado, en realidad hay riesgos serios de metástasis. «El mercado de Santa Caterina recibió el año pasado dos millones de turistas y el de la Barceloneta, 1,2 millones», dijo.

Y es que el debate sobre el impacto del turismo es siempre opinable, salvo las cifras. En esa línea, la exposición de Palou fue también reveladora. Abrió el foco. Que Barcelona ronda ahora los siete millones de turistas de hotel y que el gremio desea llegar a 10 es ya sabido. La profesora prefirió destacar primero que, según la Organización Mundial del Turismo, en el año 2012 se superó el umbral de los 1.000 millones de turistas en el mundo y que la previsión es que en el 2030 se rebasará el listón de los 1.800 millones. Difícilmente a Barcelona no le corresponderá una parte alícuota de ese pastel.

En realidad, la cifra actual de visitantes de Barcelona no es fácil de concretar. Por los hoteles de la ciudad, unos 400 ya, pasan más de siete millones de clientes, pero habría que sumar a esa cifra los cruceristas y esa población flotante que recurre a los apartamentos turísticos para sus estancias, de la cual no queda constancia si se aloja en pisos no registrados oficialmente. Según Palou, «tal vez la cifra real sea de 27 millones de visitantes al año».

COMO EL ALCOHOLISMO / La cuestión es que hay un cierto movimiento de fondo en la ciudad de grupos que andan en busca de un diagnóstico real de lo que les sucede a sus barrios. Y cada día que pasa andan mejor informados. Palou, por ejemplo, compartió la conferencia con la presidenta de los vecinos del Gòtic, Reme Gómez, que bordó una intervención demoledora. Expuso que la pretensión del sector hotelero de Barcelona de llegar bien pronto a los 10 millones de clientes anuales es un engaño si se presenta acompañada de la bienintencionada voluntad de que se repartan equitativamente por toda la ciudad. No será así, pronosticó. Será en perjuicio de las zonas ya castigadas. «El exceso de turismo es en cierto modo como el alcoholismo: la primera reacción es la negación del problema», dijo.

En su opinión, es urgente que el Ayuntamiento de Barcelona asuma que tiene que gobernar esta materia y no dejar que las normas las dicten los empresarios del sector. «Este ayuntamiento, que tiene por costumbre regularlo absolutamente todo, incluso si se puede o no ir desnudo por la calle, no gobierna el sector turístico», lamentó Gómez.

En resumen, en menos de 15 días se han sucedido ya dos debates intelectuales sobre el fenómeno del turismo. Habrá más. La Casa de l'Ardiaca, por ejemplo, prepara para mediados de noviembre dos jornadas intensivas sobre la historia del turismo en Barcelona. Es todo un síntoma de que la transformación que ha sufrido la ciudad ha pillado casi por sorpresa.