LA VIVIAN MAIER CATALANA

'Las fotos perdidas de Barcelona' inician su viaje por museos y festivales

Revela-T muestra durante este fin de semana una selección del álbum de Milagros Caturla en Vilassar de Dalt

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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"En el 2001 compré varios sobres llenos de negativos en los Encants. Cuando regresé a EEUU, descubrí que eran imágenes creadas por un fotógrafo muy talentoso. ¿Me puedes ayudar a indentificar a las personas que aparecen en las fotos y el nombre del autor?", preguntaba Tom Sponheim, después de pasar unos días de vacaciones en la capital catalana, en la página de Facebook que creó con el sugerente nombre de Las Fotos Perdidas de Barcelona.

Así comenzó una historia detectivesca a la que se entregó la fotógrafa Begoña Fernández, que fue quien terminó descubriendo que la autoría no recaía en un hombre sino en Milagros Caturla (Barcelona, 1920-2008), una mujer pionera en el arte de eternizar la realidad mediante la acción de la luz durante las décadas de los 50 y de los 60, cuando solía presentarse a concursos de fotografía.

De ahí que ya se la conozca con el sobrenombre de la Vivian Maier catalana por las coincidencias con la niñera norteamericana, fotógrafa amateur fallecida en el 2009 cuya obra, tras años de anonimato, salió a la luz a raíz de una subasta donde el historiador John Maloof se llevó (por 380 dólares) las cajas con negativos de personas en la cotidianidad de las calles y de paisajes urbanos de Chicago. Los de Caturla costaron 3,5 euros.

EN CAL CARBAT

Dieciseis años después de que Sponheim positivara los negativos en su casa de Seattle, la obra de Caturla se exhibe por vez primera al público en una nave de la antigua fábrica textil de Cal Garbat, uno de los espacios expositivos del festival Revela-T, que desde hace cinco años se celebra en Vilassar de Dalt (Maresme) en honor a la fotografía analógica. Allí, en ese espacio minimalista, el tiempo retrocede para adentrase al ecuador del siglo XX en plena España franquista. Niñas con velos y vestidos blancos de primera comunión siguiendo a una monja cubierta con un manto negro, una anciana leyendo un diario sentada en el suelo y apoyada en un árbol, primeros planos de niños sonriendo o mostrando asombro o enfado, el atardecer en un muelle de Barcelona, el patio de un colegio y así hasta 15 fotografías que son las más antiguas que muestra el festival.

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Fernández coincide con Sponheim en su pasión de buscar viejos negativos por mercadillos como si fueran conchas que traen las olas de la buena suerte. "Mi tesoro es un álbum de los años 30 de una familia barcelonesa. Decidí averiguar quiénes eran y compartí mi investigación con mis amigos a través de Facebook. Dos semanas después supe por el artículo que publicó Carles Cols en vuestro periódico de la historia de 'Las fotos perdidas de Barcelona'. ¡Sponheim hacía lo mismo que yo, pero desde EEUU! Entré en su página de internet y quedé fascinada", cuenta la comisaria, que empezó a explorar y gracias a las hemerotecas terminó cruzando la puerta de la Agrupació Fotogràfica de Catalunya

"Allí me ayudó Francesca Portolés y, gracias a ella, di con Milagros, porque yo seguía la pista de Glòria Salas Bulbena, otra gran fotógrafa de aquella época", argumenta la comisaria de la exposición de Revela-T, donde también se muestran fotos de gran calidad de Salas, otra impulsora de la fotografía femenina que se presentaba a los mismos concursos que Caturla.

Daniel Venteo, historiador especializado en documentar fotografías antiguas, explica que Caturla fue la ganadora del IV concurso provincial Femenino de Fotografía en 1962. "Estudió magisterio pero trabajó como funcionaria de la Diputación de Barcelona, murió de Alzheimer, soltera y sin descendencia, probablemente con un legado fotográfico del que solo conocemos una pequeña parte", señala Venteo. Un legado que en los próximos meses iniciará un intenso viajes por galerías, museos y más festivales.