FIESTA MAYOR DE BARCELONA 2017

El foso de los acróbatas

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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En vez de lluvia, la venganza de Santa Eulàlia por la traición de los barceloneses ha caído este domingo sobre la ciudad en forma de fuego. Las lágrimas de la relegada patrona hubieran sido incluso aplaudidas -unas refrescantes gotas, tampoco nos pasemos-, tanto por el público como por los artistas programados en el castillo de Montjuïc, donde los espectáculos se viven absolutamente a la intemperie, lo que en más de una ocasión (y de dos y de tres) ha hecho que el público se marchara antes de terminar el 'show' en busca de una de las poquísimas sombras, inexistentes más allá de las que ofrecían los muros de la construcción militar. Muros sobre los que se fusilaba a maestros y políticos por sus ideas, ahora ocupados por payasos y acróbatas.   

"Lo siento, niños, no soy un ipad, soy real, no me podéis pasar con el dedo", ironiza Kerol, una de las estrellas del escenario principal de la fortaleza reconvertida en circo -del que hace reír, no del otro- ante su numeroso y pese al sofoco entregado público. Un público entre en el que se encuentran sus abuelos, como el malabarista catalán de renombre internacional se encarga de subrayar -y hasta de hacer ovacionar- en varias ocasiones. Incluso les ha hecho entregar dos botellines de agua en medio del espectáculo, operación que ha retransmitido en directo con la chispa que caracteriza a este 'beat boxer'. 

Una Play Station o... democracia

"Pide un deseo, lo que quieras. Para ti o para todos. No sé, una Play Station o... democracia", suelta Kerol a una niña a la que ha hecho subir al escenario después de hidratar a sus "yayos". Esta pide un avión. Apuntan el deseo en un trozo de papel y lo atan a un globo, que sueltan al aire. "Pediremos el deseo al universo porque aquí, en la tierra, cuando tenemos un deseo no nos escuchan", concluye el joven artista antes de inundar el Fossat de Santa Eulàlia de pelotas de playa -su espectáculo es redondo, no solo por el título. "¡Que boten las pelotas, que boten! ¡Votaremos!", se despide ante el público puesto en pie. Una Mercè excepcional, ya lo dijo la alcaldesa.      

El anuncio resuena en un bastión militar convertido a la cultura con esa naturalidad tan barcelonesa. Tanto como los niños descalzos comiendo burritos bajo la placa en recuerdo a Lluís Companys. Algo muy de agradecer en los tiempos que corren. Desde la entrada del castillo, no son los pocos los que buscan (sin éxito) a Piolín en el puerto

El rincón poético

Pese a lo poco accesible del espacio, como fortaleza militar que se precie, la programación en el castillo de Montjuïc ha vuelto a atraer a muchísima gente en esta descentralizada edición de la Mercèesta descentralizada edición de la Mercè , donde predomina un público muy familiar, atraído por una oferta cultural en la que, además del citado 'show' dirigido por Kerol (este lunes puede verse aún a las 12, a las 14.45 y a las 18.45), destacan los espectáculos de Leandre, en el Racó Poètic a las 13 y a las 18 o de la Cia. Pepa Plana, en el mismo espacio, a las 14 y a las 17.15.

Entre espectáculo y espectáculo -si hay energía, pueden encadenarse durante horas- las "propuestas gastronómicas del Van Van Market", como se vende el espacio de los chiringuitos compuesto -como en el resto de espacios de la Mercè- por las ya omnipresentes 'food trucks', donde resulta más fácil encontrar una hamburguesa de tofu y avena -deliciosa, eso sí- que un bocadillo de lomo.

Además de consumir cultura, helados ecológicos o cerveza -el sol quema y alegría, qué es 'festa major'-, uno de los puntos fuertes de Montjuïc para el público infantil son los talleres. No solo puedes ver al payaso, sino que puedes hacer el payaso. La compañía Passabarrets tiene instalada una carpa en la que los niños (a partir de cuatro años, según el programa, aunque se ven también de menores), pueden desmelenarse en el Taller de circo La Berta.

Y, en el extremo del recinto, y con una onda muy distinta, en las antípodas de lo circense, un espacio llamado 'Petits conductors', en el que la Guardia Urbana pretende "que los conductores de mañana sean mejores que los de hoy". Espacio, por cierto, con gran éxito entre los pequeños. Una bici es una bici.