LA MADRE DEL ORDENADOR

Escritura con banda sonora

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fsendra35547200 terrassa 16 09 2016 sociedad exposici n audiovisual so160924190901 / DANNY CAMINAL

ALBERT SEGURA / TERRASSA

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Ruido de teclas, metales golpeando papel, campanilla y carro. Este sonido era el característico de una oficina hasta hace menos tiempo de lo que algunos recuerdan. Era la banda sonora que las máquinas de escribir aportaban a cualquier puesto de trabajo, cuando los ordenadores eran un sueño de un futuro aún por llegar.

El Museu Nacional de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya (mNACTEC) ha decidido acercar ese invento a sus visitantes en la primera exposición que acoge el espacio que esta semana ha inaugurado, bautizado con el nombre de 'Tresors mNACTEC'. Con una pantalla gigante que proyecta un audiovisual de 10 minutos y un elaborado sistema de vitrinas escondidas tras espejos, los visitantes pueden sumergirse en una experiencia sensorial dentro de un espacio ideado exclusivamente para enseñar el fondo de armario que tiene el museo, a menudo escondido a la vista del público en general.

“Es la razón de ser del propio museo, mostrar de una forma más dinámica, digerible y comprensiva su fondo, aprovechando este espacio cerrado e íntimo que permite aplicar las nuevas tecnologías”, explica Jaume Perarnau, director del mNACTEC. Se trata de lo que se podría entender como un “pequeño cine” en el interior del museo, pero que cuenta con paredes de espejo y muchas sorpresas.

A medida que el usuario contempla el audiovisual creado para la ocasión, en este caso centrado en la evolución de las máquinas de escribir, se van encendiendo paneles detrás de los espejos situados a la izquierda de la sala. De este modo, el visitante descubre alguna de las joyas de las que el mNACTEC dispone, algunas de ellas integradas en la exposición permanente y otras guardadas en los almacenes.

EXPERIMENTO VIRTUAL

“Tenemos un total de 300 máquinas de escribir, la más antigua de mediados del siglo XIX, de las primeras que se fabricaron. En total, exponemos 21”, detalla Perarnau. De todas ellas destaca una, modelo Underwood, que da la bienvenida a los usuarios. Situada en la entrada de la sala, y dentro de una vitrina, cuenta con un sistema para que los usuarios puedan manipularla, al menos virtualmente.

Para ello se ha diseñado una reproducción en pantalla que incorpora un sensor de proximidad. Al acercar las manos, el visitante ve como aparece una simulación de las mismas, y al golpear en el aire se van marcando las teclas y los caracteres aparecen sobre un papel virtual. “Cada usuario puede jugar con ella y hasta dejarnos el mensaje que haya escrito”, apunta el director del museo.

La idea es mostrar la realidad de una tecnología que lo era todo hasta hace muy poco tiempo. “Cuando abrió el museo, hace 30 años, no teníamos ni un ordenador, todo eran máquinas de escribir”, recuerda Perarnau, que destaca que aún se conservan casi todas.

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El espacio tendrá el objetivo de enseñar una realidad que las nuevas generaciones seguramente desconozcan, pero que los más experimentados recordarán con nostalgia. “Tratamos de explicar que los teclados no se crearon para los WhatsApp, si no que precisamente el sistema de teclado que usamos hoy en día en los teléfonos es el mismo que se ideó para las máquinas de escribir”, apunta.

El museo ya ha programado para el 2017 la próxima exposición en este espacio, que tendrá carácter anual, y que se centrará en la evolución de la tecnología dedicada a la grabación y reproducción del sonido, desde los primeros dictáfonos hasta los iPhone. En el 2018, la exposición se dedicará a la evolución de la tecnología aplicada al sector del café.