BARCELONEANDO

Comer con Picasso, merendar con Miró

El 'Antic consolat', donado a Barcelona por Joan Junyer y Dolors Canals, abre sus puertas por primera vez

Vista del exterior de la torre de Vallcarca, el 'antic consolat', que fue residencia de Jona Junyer y Dolors Casals y se convertirá en un centro de proximidad municipal.

Vista del exterior de la torre de Vallcarca, el 'antic consolat', que fue residencia de Jona Junyer y Dolors Casals y se convertirá en un centro de proximidad municipal. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Una exposici\u00f3n","text":"\u00a0explica la dilatada trayectoria del artista y la pedagoga, una pareja tan generosa como olvidada"}}Pablo Picasso comía en su casa. Ernest Hemingway lo recomendó para obtener el visado de entrada a EEUU. Rafael Albertí le dedicó un poema. Alexander Calder lo fichó como león para su circo. Le Corbusier lo admitió en su círculo. Y la mujer de Joan Miró, Pilar Juncosa, le cocinaba 'cocarrois'. No solo eso. Es uno de los pocos catalanes que ha tenido una exposición monográfica en el Moma de Nueva York y el único que ha organizado unos Jocs Florals en el corazón de Manhattan, con Pau Casals como presidente de honor. Este fue él: Joan Junyer (Barcelona, 1904-1994). Ella, Dolors Canals (Barcelona, 1913-2010), no le iba a la zaga. Fue doctora en pedagogía. Durante la contienda civil puso en marcha las guarderías de guerra en Barcelona. E hizo lo propio en Nueva York durante la segunda guerra mundial. Ellos, los dos, fueron generosos: donaron su casa de Vallcarca a la Diputació. Ahora cedida al Ayuntamiento. Aunque la sociedad ha sido más cicatera con ellos. Ni calle ni memoria. Pese a sus largas trayectorias, no han sido reconocidos. Y pese a su altruismo, son dos desconocidos. 

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"El aval de Hemingway\u00a0","text":"les permiti\u00f3 exiliarse a EEUU, donde ambos triunfaron profesionalmente"}}

Tanto olvido no es justo ni comprensible. Y ahí están Isabel Casanellas y Fina Duran para poner un poco de remedio a tanta ignorancia. Un poco, porque lo suyo es una exposición pequeña aunque no por ello carente de importancia. Pone luz a los dos personajes y abre por primera vez las puertas de la que fue su casa. Una torre con un hermoso jardín, ahora amputado por expropiación, que acogió el consulado de Dinamarca durante la República. Por eso el nombre de 'Antic consolat', su apelativo. Perteneció a los Junyer, a Carles y Sebastià. Padre y tío de Joan. Burgueses con posibles. Protectores de un joven Picasso y grandes coleccionistas de su periodo azul, amén de amantes del arte y sensibles a la cultura. En ese ambiente creció Joan Junyer, y en ese ambiente le dio por la pintura de vanguardia. Fue a París a aprender, como todos los catalanes. Allí el malagueño le protegió, como antes habían hecho los Junyer con él. Y luego a EEUU a exiliarse. No volvió mientras Franco dictó. Canals, tampoco.

PARADIGMA DE CATALUNYA

En el 76 se instalaron en la casa. En el 79 la donaron. Pero no dejaron por escrito lo que querían. Demasiado idealistas, demasiado románticos. Así que lo soñado, espacio de investigación pedagógica y residencia de artistas, no será. Sí habrá un centro de proximidad. Los vecinos han votado por ello. Pero hasta que esto ocurra, la residencia se puede visitar por primera vez. Este fin de semana es el último para ver dónde vivieron y cómo lo hicieron. Aunque la casa solo conserva las paredes, ahora empapeladas con su historia. De los muebles, archivo y obra nada se sabe. Lo dicho, demasiado idealistas, demasiado románticos. Donaron pero no testaron. De manera que la torre ha permanecido cerrada durante años, a la espera de los herederos y ejerciendo de almacén de la Diputació. Una sobrina de ella se lo llevó todo. A Cuba, se supone. Y con ello la posibilidad de disfrutar de las piezas de Junyer.

Los pocos trabajos que vendió están dispersos por el mundo. En colecciones privadas. No tenía necesidad de deshacerse de ellos, y no lo hacía si el comprador no le gustaba. Sí lo hizo con la Generalitat cuando en 1989 el Palau Robert le dedicó una exposición y luego adquirió cuatro de sus obras. Tres están en las reservas del Macba y una en la permanente del MNAC. Hay otra, en la calle. En la Rambla de la Marina de L’Hospitalet de Llobregat. Pero el olvido por su obra y la de Canals sigue vigente. 

NADA QUE VER CON DUCHAMP

El emplazamiento de la obra pública lo escogió él. La ciudad le gustaba porque consideraba que era el paradigma de Catalunya: unía la gente de aquí con la de fuera, el arte con la industria. Y esto último era muy importante para Junyer que afirmaba que el arte no podía limitarse. De ahí su interés por liberar la pintura de la pared. Lo hizo acercándola a la danza y a la industria. Famosa fue su 'La fuente'. Nada que ver con la obra de Duchamp, aunque el catalán también utilizó una pieza de sanitario: una bañera que pintó. Luego saltó a dimensiones más grandes y llegó a intervenir el ala de un avión. 

Canals vivió hasta el 2010 y nunca dejó de investigar los movimientos de los niños, los atletas más perfectos, afirmaba. Junyer hizo proyectos hasta el final. El último, con bocetos incluidos, un arco de triunfo para el espigón que veía desde el Hospital del Mar, donde falleció en 1994.