Excursionistas en BCN
Ronald y su familia saltan del tren que les ha traído desde Blanes hasta la estación de plaza de Catalunya a toda prisa. El tiempo es oro. Es sábado y tienen unas nueve horas para peinar la ciudad, ir de tapas y hacer algunas compras. Por la noche volverán al apartamento de alquiler en la costa donde pasan dos semanas, pero no se quieren ir sin pisar Barcelona, porque sus amigos holandeses les han hablado «maravillas» de la capital catalana, explican. Como ellos, más de 13 millones de personas al año realizan una visita exprés (de unas pocas horas) sin pernoctar, ni integrarse en la vivencia real de la ciudad. Conforman una parte compleja de la estadística local, porque resultan menos rentables que los viajeros que se instalan en hoteles y otros alojamientos, aunque inyectan millones de euros al comercio y otros servicios. No obstante, su llegada muchas veces en grupos organizados en autocar contribuye definitivamente a la sensación de invasión turística a la que aluden los barceloneses residentes en zonas céntricas y concurridas.
Los últimos datos de Turismo de Barcelona, retratan al excursionista como la mitad de la afluencia turística de la capital catalana. Otros 7,58 millones durmieron en hoteles en el 2013, mientras que unos 7 elegían casas de familiares y pisos de uso turístico. Y si el viajero de hoteles pasa de media 2,2 jornadas en Barcelona, y el de apartamentos puede llegar a estar una semana o más, el excursionista se caracteriza por un ritmo acelerado para hacer un barrido rápido de la metrópolis.
El batallón que el consorcio calcula ahora en más 13 millones es de amplio espectro. Desde catalanes que vienen a visitar la capital, hasta extranjeros que veranean en la costa o -en menor medida- en el interior de Catalunya y hacen una visita rápida, así como cruceristas. Este último apartado, por ejemplo representa más de un millón anual de pasajeros que hacen escala de unas horas y comunmente toman excursiones organizadas en autocar para aprovechar al máximo su tiempo; el resto de cruceristas (hasta 2,6 millones anuales) empieza o acaba ruta y por lo tanto suele dormir unos días en la ciudad. Pese a las prisas del recorrido, su gasto medio supera los 60 euros en muy pocas horas.
Día de compras
No existen datos detallados del torrente de recién llegados a diario desde localidades catalanas, pero la Diputació de Barcelona sí puede precisar que un 45% de los tres millones de viajeros alojados en la costa de la provincia de Barcelona (del Maresme al Garraf) visitaron en el 2013 la capital catalana. Su detallada estadística arroja que cada uno dejó de media 92 euros. La mayor parte del dinero fue a parar a las tiendas (45%), seguido por restaurantes y bares (28%), entradas a atracciones (15%) y transportes (8%), principalmente, cuenta Francesc Vila, gerente de turismo de la Diputació.
Y aunque la impresión de muchos barceloneses es que los turistas de visita llegan mayoritariamente en autocar, desde la provincia de Barcelona son los menos. En concreto, un 10%, frente al 90% que llega en tren (la mitad), en coche (25%) o en bus (23%). Vila explica que desde la Diputació trabajan precisamente para dar a conocer más las distintas comarcas, esponjando el turismo. Por eso, crece el interés por planes de un día como el enoturismo en el Penedès, el Bages o Alella; las visitas a Montserrat o al patrimonio modernista, más allá de Barcelona.
A efectos de congestión, no obstante, los colapsos turísticos suelen vincularse a la llegada de los grandes grupos organizados, porque el operativo de encoche y desencoche es engorroso y genera flujos de turistas en manada. Muy visibles. Como informó este diario el pasado día 20, la Sagrada Família es uno de los puntos calientes. Ni la limitación de acceso a la zona del templo evita los problemas derivados del trajín diario de viajeros en grupo por las atiborradas aceras de la calle de Marina, principalmente.
Otros puntos complicados son la plaza de Catalunya, la Via Laietana (cuyo parada de autocares se modificará en otoño) y el parque Güell, aunque este último ha perdido afluencia en las rutas panorámicas desde que hay que pagar entrada.
El ayuntamiento señala que no hay una normativa específica de entrada de autocares en la ciudad porque no generan problemas en la fluidez viaria, aunque sí congestionan las zonas turísticas. Para paliarlo, se utilizan las zonas bus, de desencochado en 10 minutos, dos horas de espera o aparcamiento todo el día. También hay plazas de estacionamiento en la Pedrera, Poble Espanyol, Estadi Olímpic. La logística resulta más o menos sencilla en función de la distancia y/o molestias a los bloques de vecinos.
Más infraestructuras
Pero para la Associació Catalana d'Agèncias de Viatges (ACAV), Barcelona arrastra un déficit de párkings para autocares desde el 92 y con el inicio del boom turístico. «Si se quiere cuidar al turismo hay que darle infraestructuras», argumenta su presidente, Martí Sarrate. Para el viajero en ruta de un día, donde abunda el público mayor, la comodidad y caminar poco suelen ser importantes. Sarrate defiende que de la primera impresión depende que ese viajero exprés (como cualquier otro) se quede con ganas de volver y conocer más la ciudad.
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