El estigma de la venopunción

Les viene a la cabeza la Ciutat Vella de finales de los 80 y primeros 90. "Vi a jóvenes con la aguja colgando del brazo en aquella plaza; también suicidios, gente que se tiraba de los balcones", explica Maria Antonia. Por eso, porque la droga trae mal recuerdo, porque aquí lo pasaron muy mal, cualquier propuesta asociada a las adicciones genera rechazo. El ayuntamiento ha abierto este lunes una nueva sala de venopunción junto al CAP del Casc Antic, en el barrio de Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera, al ladito de Lluís Companys. El local ya atendía a los drogodependientes, pero ahora se ha habilitado para que también puedan consumir de manera supervisada. El ayuntamiento ha asegurado que creará una "mesa de seguimiento con entidades y vecinos", y que en estas primeras semanas habrá un control diario de su funcionamiento. Los residentes, al margen de los estigmas, reclaman más información.

Gemma Tarafa, comisionada de Salud del consistorio, ha detallado este lunes los objetivos del equipamiento, previsto desde el 2010. La finalidad es conseguir que los drogadictos cuenten con un "servicio sanitario integral" para poder tratar su enfermedad desde todos los puntos de vista: el tratamiento médico, la reinserción social y la reducción de daños. A esa misma razón responde el traslado de la sala de Baluard (Raval) al CAP de Peracamps, previsto -arrastra un retraso detrás de otro- para el segundo trimestre del 2017, según ha informado la responsable municipal.

DESINFORMACIÓN

Maria Antonia regenta la Jugueteria Patricia, en la Calle Rec Comtal. Abrió en 1984, así que puede testimoniar cómo y cuánto ha cambiado el barrio en estas décadas. Sobre la sala de venopunción, dice que una señora "que va a todas las audiencias públicas" le explicó que la ciudad "cerraría todas las narcosalas y que todos los drogadictos de la ciudad vendrían aquí". Falso. Barcelona dispone de siete centros de atención y seguimiento a las drogodependencias (CAS) con todos los servicios integrados. Solo Eixample, Gràcia y Nou Barris lo tienen pendiente. El que se abre este lunes no va en detrimento de la red existente.

También abunda en el barrio el temor a un efecto llamada. Si vienen drogadictos, también vendrán traficantes, advienen muchos. "Un CAS nunca genera más consumo, ni más tráfico de sustancias, pero entendemos las inquietudes de los vecinos", ha repetido Tarafa. "Es necesaria más pedagogía sobre la drogodependencia". Puestos a pedir, Maria Antonia ha echado de menos más información real sobre qué se está haciendo y qué efectos va a tener. "Porque este es un tema muy sensible para todos".  

MENOS JERINGUILLAS

Los datos ayudan a entender la importancia de los programas y servicios de prevención. La apertura en el 2005 de la sala Baluard redujo la media mensual de recogida de jeringuillas de casi 10.000 a menos de 6.000 en un año. Algo similar sucedió con la sala de Vall d'Hebron o la del Fòrum. En ninguno de esos casos, según la comisionada, hubo un incremento del narcotráfico ni un aumento de la delincuencia. La droga sigue existiendo de eso no hay duda, pero Tarafa ha recordado que la mitad de los pacientes que acuden a los centros de salud lo hacen por su adicción al alcohol. A mucha distancia están los tratamientos por consumo de heroína y cocaína. Y por último, el cánnabis. 

Josefa, vecina del Portal Nou, también lleva en el barrio 30 años. Se acuerda de las "agujas por las esquinas". Y de los atracos. "Los jóvenes robaban para conseguir dinero y poder comprar más droga. No queremos que eso vuelva a pasar". Maria Antonia comparte ese mismo temor. Llegó a comprar un perro adiestrado porque le asaltaron el comercio en tres ocasiones. Su tienda de juguetes, por cierto, es de lo poco veterano que queda en el bario. Porque esa es otra. "Esto está irreconocible. Antes estaba lleno de mayoristas de tejido. Venían tiendas de toda Catalunya a comprar género. Pero vinieron los chinos y todos se fueron... Aquí había una librería, una lechería, un zapatero, una pescadería, una mercería..."