"Esta será la última barca de la familia"

Toni Albiol, veterano de la pesca en la Barceloneta, nieto, hijo y padre de pescadores, repasa 50 años de vida en el mar

TONI SUST / BARCELONA

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Cuando Toni Albiol, Tonet, de 75 años de edad, empezó a trabajar en el mundo de la pesca, su padre no le compró chubasquero. Quería hacerle la vida un poco más difícil para que se la buscara de otro modo. “Quería que me aburriera. Y no lo consiguió”.

En su piso de la Barceloneta, barrio en el que nació y en el que ha vivido siempre, repasa medio siglo en el mar. “Empecé a los 14 años, aunque a los 10 o 12 ya iba a pescar cuando estaba de vacaciones. Entonces, para el arrastre nos levantábamos entre las 3 y las 4 de la madrugada. Entonces en la barca éramos 11, casi todos de la familia. Ahora en la Marieta IV (el sexto barco que ha tenido desde que empezó) son cuatro: el patrón, el motorista y dos marineros. Todo es diferente, se ha mecanizado. Antes tirábamos las redes a mano”.

En la semana en la que una colisión se ha llevado dos vidas en aguas barcelonesas, Albiol no entra en el porqué de lo sucedido, pero ahuyenta la imagen de que el mar es un mundo de tragedia. Mucho más chocan los coches y a veces se caen  aviones, dice. “En el mar no pasa nada. Lo del Titanic. Pero fue culpa del capitán, no del barco”.

EL PESCADO NO SE ACABA

A Albiol le irrita que le pregunten por la falta de pescado y el riesgo de que el sector colapse: “Cuando mi padre era jovencito ya decían que el

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mar se acababa”. En su opinión, la desaparición de algunos peces ha sido beneficiosa, porque eran depredadores de otros que ahora son más abundantes: “La gamba blanca”.

Las barcas se han mecanizado y la tripulación ha cambiado. Porque Albiol tiene un discurso con dos patas: una es la de que el mar no es tragedia, no es tan marginal como cree la gente que vive “en tierra”. El otro es que, innegablemente, es un mundo áspero: “El catalán, cuando ha podido, ha huido del mar. Es muy duro”. Inicialmente, prosigue, al catalán ‘huido’ le sustituyeron pescadores que venían de otras zonas de España y ahora, extranjeros: marroquís, sobre todo senegaleses (precisamente las nacionalidades de los dos fallecidos en el choque del mercante ruso MID Volga 2 con el pesquero El Fairell).

AQUÍ SE DETIENE LA SAGA

“La pesca es mi vida”, dice Albiol, que se retiró hace cinco años. Sus dos abuelos eran pescadores, como su padre, como él, como sus dos hijos. Tiene también dos hijas. En diciembre, uno de los dos hijos falleció en un accidente en el barco. Una explosión. Su hermana, una de las dos hijas de Albiol, pide con rotundidad hacer una precisión: “Mi hermano no murió degollado, como se publicó. Murió por un paro cardíaco”. Un detalle muy importante para ella: “Era mi hermano pequeño”, dice, emocionada.

Otra mujer sigue la entrevista de cerca. Es Teresa Català, esposa del veterano pescador. “Estamos juntos desde los 14 años”, subraya el

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marido. Ella ha vivido con la angustia del que espera en tierra: “Cuenta los años que hace que estoy pescando sin ir al mar. Ser mujer de pescador es una vida de sufrir mucho. Para él nunca había mal tiempo. De mi casa, al mar no irá nadie más”.

SEIS BARCAS

Albiol repasa las barcas de la familia en las que ha pescado. La primera J. Canalejas. Antes de que la compraran se dedicaba al contrabando de naranjas, por lo que cuando ya era de los Albiol, a menudo los paraban las autoridades. La segunda, la Pericaña. Y luego la Marieta I, la Marieta II, la Marieta III y la Marieta IV. “Esta será la última barca”, dice, dando la razón a su mujer. Nadie más en la familia irá al mar. El último será el hijo que hoy se ocupa de la Marieta IV.

Albiol viene de dos familias de pescadores, los Fustero y los Ratats. “De los Ratats llegó a haber siete u ocho barcas”, dice. El mote se debe a que uno de sus antepasados tenía la cara marcada por la viruela: “Los niños decían que parecía que le habían mordido las ratas”.

De cómo ha cambiado la Barceloneta da cuenta su esposa: “Es la zona más cara de Catalunya”. Solo una de las hijas de los Albiol vive en el barrio. La abuela dice que los nietos no se lo podrían permitir. Son nueve nietos. Uno es amarrador en el puerto, el resto se dedica a actividades que no están relacionadas con el mar.

UNA IMAGEN MARGINAL

Albiol se cabrea cuando le hablan de la imagen marginal que tiene el mundo de la pesca, salarios bajos, condiciones duras: “¿Pero esto quién lo

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dice? Es un mito, una tontería que dice la gente de tierra. No saben donde tienen la mano derecha y hablan como si fueran catedráticos. Tienen la imagen de que somos borrachos y mujeriegos. Hace mucho que la gente no sabe nada de la pesca y del mar. Y eso que a pesar de que no nos pueden ver somos los basureros del mar. ¿Agradecérnoslo? ¡Si nos quieren amarrados!”.

Albiol nunca ha dejado el mar. Un día se fue de vacaciones: de crucero.