QUINTA EDICIÓN DEL PREMIO PATXIN EN EL EIXAMPLE

La escuela de la Concepció suma fuerzas para salvar el modelo

El pianista Ignasi Terraza en el escenario con los niños de la Big Band Go de la escuela de la Concepció, ayer.

El pianista Ignasi Terraza en el escenario con los niños de la Big Band Go de la escuela de la Concepció, ayer.

CARLES COLS
BARCELONA

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Las cuatrobig bandsde la minúscula escuela pública de la Concepció -tan pequeña es que ni siquiera está en una calle, está en uno de los pasajes más cortos del Eixample- celebraron ayer la quinta edición del Premio Patxin para reivindicar la supervivencia del proyecto musical que ese centro educativo mantiene vivo desde hace ya 20 años. Es unarara avis, una brizna de hierba en la Luna, el ornitorrinco de los sistemas educativos, insólito pero eficaz. Sin embargo, son tiempos de recortes. Dicen que Napoleón, tras escucharLa marsellesa, exclamó: «Esta música nos ahorrará muchos cañones». Con ese espíritu sonó ayer en el pasaje de Pla el ritmo de jazz de los niños de la escuela, con especial fortuna para los de sexto de primaria, que compartieron escenario con el destinatario del premio este año, el pianista Ignasi Terraza en un estremecedorI feel good. Pura sana envidia.

La Locomotora Negra, la Vella Dixieland, la Sant Andreu Jazz Band y el percusionista Aldo Caviglia recibieron en ediciones anteriores el Premio Patxin. Ayer fue solo Terraza, pero a favor del modelo educativo de esta escuela se han pronunciado en los últimos días otros músicos como Lluís Llach, Silvia Pérez Cruz, Toti Soler, Pep Sala, Gerard Quintana, Beth, Lax'n'busto y muchos más.¿Por qué? Merece un repaso.

EL MODELO / Joan Vilalta, coordinador de las cuatrobig bandsde la escuela, explica de un modo delicioso lo que sucede allí, en horario escolar. Los niños cursan las asignaturas convencionales, pero nada de convencional tiene el modo en que encaran las lecciones de música. No cargan las mochilas con solfeo. «Esto tiene algo, por decirlo de algún modo, de orquesta valenciana. Se aprenden unas nociones mínimas y es la interpretación en grupo, simplemente el ensayo y la actuación en público, la que hace el resto», explica Vilalta.

La elección del estilo musical también es, según parece, crucial.Swing,blues, boogiey cualquier primo hermano del jazz han demostrado ser ritmos perfectos para el objetivo final que persigue (y asegura que lo logra) la escuela de la Concepció. «El sistema desarrolla el oído, el ritmo, la voz, la capacidad de abstracción, la lectura, la memoria y, por lo tanto, facilita el aprendizaje lingüístico y matemático. Así lo demuestran los resultados de la Concepció en las evaluaciones escolares», destacó ayer el actor Toni Sevilla durante la lectura del manifiesto de defensa del proyecto del centro.

SALVAR LA CREATIVIDAD / Los padres y profesores de la escuela creen, de hecho, que garantizar una financiación estable a ese proyecto musical es casi una cuestión de todo o nada, pues en otras áreas difícilmente puede despuntar la escuela, ya que las instalaciones son las que son. El edificio es pequeño, el patio es pequeño, el gimnasio es pequeño. Hasta el extraordinario batería de labig bandde cuarto de primaria es muy pequeño. La apuesta de la Concepció, como subraya también el manifiesto, es exprimir los frutos de la creatividad, muchas veces menospreciados. En cierto modo, es un esbozo de lo que el experto en educación y conferenciante Ken Robinson predica desde hace años y que se puede y se aconseja ver en Youtube, con un provocador título,Las escuelas matan la creatividad.

La actuación de las cuatrobig bandsdurante la celebración del Premio Patxin (hay una por curso a partir de tercero de primaria, es decir, orquestas de niños de 8 a 12 años) fue, en cualquier caso, alegre, ajena a los tiempos que corren y que todo lo amenazan. El premio a Terraza, ciego desde los 10 años pero un malabarista con el teclado, lo entregó el concejal del Eixample, Gerard Ardanuy. No fue todo lo explícito que los padres deseaban, pero pareció que apostaba por el proyecto.