entrevista

"BCN es una ciudad global pero no ofrece una opción multilingüe de calidad en las escuelas"

EL PERIÓDICO realiza, en colaboración con Barcelona Global, una serie de entrevistas a profesionales internacionales que han escogido vivir y trabajar en Barcelona. Se trata de personas nacidas y formadas en el extranjero que por su experiencia, formación, capacidad emprendedora y creatividad aportan valor añadido a la economía global y pueden ofrecernos otra visión de la ciudad.

John Stone, profesor del Departament de Llengües i Literatures Modernes i d'Estudis Anglesos de la UB, considera que la ciudad está a la altura de las grandes urbes del mundo

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MAR CASTILLO BARBADILLO / BARCELONA

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John Stone nació en 1967 en Toronto (Canadá). Casado y con dos hijas, lleva viviendo en Barcelona más de 20 años. Ha vivido en Montreal y en otras ciudades como Edimburgo, Aberdeen y New Haven durante estancias de investigación. En la actualidad es profesor de literatura inglesa en la  Facultad de Filología de la Universidad de Barcelona (UB).  Desde el 2015 investiga la formación de una biblioteca escocesa en la Valladolid del siglo XVIII —con más de 3.000 libros en inglés—. También ha estudiado traducciones tempranas, impresas y manuscritas, directas del inglés al castellano. 

-¿Por qué escogió Barcelona? Vine a Barcelona a aprender español durante mi época de estudios y fue aquí donde conocí a mi esposa. Escogimos Barcelona como lugar de residencia en lugar de Canadá porque ella no quería vivir sin apenas ver el sol en invierno.

-¿Qué aspectos de la ciudad destacaría como positivos? Barcelona está a la altura de las grandes urbes del mundo y al mismo tiempo es relativamente pequeña, abarcable: sus dimensiones son humanas. Si resides en el centro no es necesario hacer uso de los medios de transporte. Permite a los ciudadanos desplazarse a pie: ¡es muy ecológico! Vivir en Barcelona me permite hacer actividad física casi sin darme cuenta, cuando en Canadá la gente vive en el coche, casi sin moverse.

-¿Qué aspectos de la ciudad hay que mejorar? En algunos aspectos, Barcelona está poco internacionalizada: tiene una visión europea y global —busca traer la Agencia Europea de Medicamentos (EMA)— pero no ofrece buenas opciones multilingües en las escuelas concertadas o públicas. Ensenyament no reconoce el inglés, francés o alemán como lenguas de origen: obliga a los padres que tienen hijos que hablan estas lenguas en casa a buscar soporte externo o a ir a una escuela privada. Copenhague, otra ciudad candidata a albergar la EMA, ha creado una escuela pública con el inglés como lengua vehicular. Los institutos de París tienen `sections internationales’. Ámsterdam cuenta con la Amsterdam International Community School, concertada. Berlín y Helsinki han incorporado el modelo de inmersión bidireccional en la escolarización pública. ¿Y Barcelona?

-¿Cuál siente que es su ciudad? ¿Qué es lo que más echa de menos? Mis amigos canadienses me dicen que conozco mejor Barcelona que Toronto o Montreal.  Sin embargo, tengo que admitir que me identifico más con el paisaje urbano de invierno de Canadá. Es una cuestión sentimental. Toronto es una ciudad donde se vive la naturaleza, con lugares sumamente céntricos donde te puedes aislar del entorno urbano, en paisajes completamente nevados en invierno. Además la nieve tiene el efecto de absorber el ruido de la ciudad. La primera gran nevada es algo muy especial. Uno de los aspectos que echo más de menos es la transparencia, la rendición de cuentas (‘accountability’). Además, la política aquí está excesivamente profesionalizada. Muchos políticos lo son desde los 25 años: en Canadá es habitual entrar en política a una edad más avanzada, con más formación y más experiencia profesional.

-¿Cuáles son las grandes carencias de la ciudad en el ámbito universitario? Aún es muy difícil contratar científicos académicos extranjeros para la investigación o la docencia universitaria. Otros países, como Suiza o Noruega, suelen anunciar las plazas en la prensa internacional del sector académico, de manera que se presentan investigadores de todo el mundo. No se piensa en quién tiene derecho a la plaza, sino en el talento que pueden captar.  El modelo a seguir es el de ICREA: anunciar en ‘The Chronicle of Higher Education’, ‘Times Higher Education’, y simplificar homologaciones y acreditaciones.

-¿En qué aspecto de este ámbito destaca positivamente la ciudad? En estos últimos años he notado en la Universidad una mayor motivación por parte del alumnado y un nivel intelectual algo más elevado, quizás debido al incremento de las matrículas. Por otro lado, hay bastante solidaridad y calidez entre los compañeros del departamento, algo que contrasta positivamente con Canadá.

-¿Recomendaría a un amigo venir a vivir a Barcelona? ¿Por qué? Sí, ¡pero les diría que en verano hace mucho calor! En un plano más serio, muchos de los amigos que tengo en Canadá son también profesores universitarios y tienen ingresos dos veces superiores (o más) a lo que ganarían aquí. Dudo de que estuvieran dispuestos a aceptar la bajada de salario.