Para el ruido y las cacas

Las entidades de Nou Barris dan la bienvenida al despliegue pero sostienen que la prioridad son las medidas de prevención

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MAURICIO BERNAL

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Raro sería que ese ente conocido como tejido asociativo de Nou Barris no recibiera en general como buena la noticia del despliegue; pero tampoco es del todo raro que algunas cabezas visibles tengan por oportuno comentar que no es una prioridad, y que no es la seguridad realmente el principal problema del distrito, sino la convivencia; y que preferirían, antes que al uniformado cercano, la puesta en marcha de medidas de prevención. Pero luego vuelven y dicen que la policía es bienvenida, por supuesto. Hay gente que la llama una situación de caballo regalado.

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“La visión que tenemos desde Can Peguera es que la primera fase no pasa necesariamente por la policía de proximidad, sino por medidas preventivas como por ejemplo los mediadores de calle –dice Pep Ortiz, presidente de la Asociación de Vecinos de Can Peguera–. Entendemos que la policía de proximidad es una medida de segundo grado, que es necesaria, pero de segundo grado. Para nosotros lo primero es lo preventivo”. “La delincuencia –sigue– es algo ligado muchas veces a problemas de inclusión social, que es por donde entendemos que se debe trabajar”. Pero es una policía de proximidad. Dentro del amplio abanico de despliegues policiales posibles, se encuentra entre los más amables. Es un caballo regalado en toda regla. “A pesar de eso, hay que reconocer que es una policía que genera confianza entre la gente. No es como cuando llega la policía en coche y lo primero que piensas es que está pasando algo”.

MÁS EDUCACIÓN, MENOS POLICÍAS

Más o menos de la misma opinión es Filiberto Bravo, presidente de la Asociación de Vecinos de Ciutat Meridiana. “Necesitamos más educación y menos policías”, dice, “mejorar la convivencia, que de ese modo se mejora la seguridad”. “Quizá se necesitan más educadores en la calle”, agrega. Luego, como su homólogo de Can Peguera, reconoce que con los caballos regalados no se miran dientes. “Pero por otra parte es verdad que los vecinos, que no piden actuaciones de fuerza de la policía sino simplemente verlos en la calle, que paseen, que estén en contacto con las personas, van a estar más tranquilos. Lamentablemente, una de las grandes preocupaciones de la gente del barrio es la seguridad”.

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Desde la Coordinadora de Associacions de Veïns i Entitats de Nou Barris, Albert Recio suscribe una parte del discurso de Can Peguera (“no hay problemas de seguridad graves, hay problemas de convivencia”), pero a renglón seguido recuerda que esta policía de proximidad “es una reivindicación de los movimientos vecinales desde hace muchos años”, que su despliegue no puede ser sino bienvenido, y que, justamente, “es una policía más de convivencia que de seguridad”. “Así que nos parece bien. Si la policía trabaja con las entidades, como se supone que va a pasar, por ahí puede sumar a procesos complejos del distrito”. Recio, que también forma parte de la junta directiva de la Asociación de Vecinos de la Prosperitat, hace un ejercicio de laboratorio con su barrio: “Por ejemplo: lo que genera más tensiones en la 'Prospe' es el asunto de los perros. Las cacas de los perros. Eso y el tema de los ruidos. Son los dos grandes problemas de convivencia. Entendemos que son problemas en los que la nueva policía echará una mano”.

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No campa por los barrios de Nou Barris lo que se dice una tremenda expectativa ante el despliegue. “Y bueno, es que es un despliegue muy modesto, ¿no?”, dice Recio. Desde el Ateneu de Nou Barris recuerdan –como otros– que “es una demanda las entidades del barrio llevan haciendo desde hace tiempo”, que prefieren el nombre de “policía comunitaria” al de policía de proximidad, y que en ese orden de ideas esperan que hagan trabajo de y con la comunidad. “Esperamos que trabajen de forma comunitaria con la gente, con el comercio, ese yo creo que debería ser el objetivo”, puntualiza Aurora Álvarez, coordinadora de Espais.