TERRAZAS A LA FRESCA (2)

El embrujo de Montjuïc

La montaña puede vivirse desde fuera con el diseño y copeo de un hotel; desde un museo, o desde dentro, con sabor a sardinas y a rumba

MNAC El museo saca partido a su palco panorámico.

MNAC El museo saca partido a su palco panorámico.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Los cazadores de panorámicas un poco saturados de coronar el cim de tantas y tantas terrazas de hotel enfocadas al Eixample pueden oxigenar vista y pulmones apuntando al embrujo de la montaña de Montjuïc. Desde ella o hacia ella.

Novedad absoluta y apabullante en tamaño, miradores y espectacularidad, entra en escena The Clock, en lo más alto del Hotel Catalonia Barcelona Plaza. Increíblemente infrautilizado como terrado  durante años y aludiendo al gran reloj de la fachada, este espacio emerge ahora como revelación del verano en 700 metros cuadrados a dos niveles, donde caben piscina, camas balinesas, zona chill out para mirar al cielo, vegetación mediterránea y un escenario de luces que hacen un guiño a la Font Màgica. Leds multicolores cambian el ambiente de este nuevo punto de encuentro, como si bailaran con las fuentes, en unas vistas nunca contempladas así de la plaza de España. Como nota original, el espacio se abre al público para desayunos a un pie de las nubes, informales comidas de barbacoa (de su restaurante Filigrana), y tapas japonesas a mediodía o noche del Umo. O simplemente para tomar un cóctel o cualquier trago a la fresca, en horario de 9.00 a 2.00 horas y con la ventaja agregada de ser un hotel de cuatro estrellas sin riesgo de elitismos.

Quien busque la visión opuesta, en cambio, puede encaramarse a las dos terrazas mirador en las azoteas del Palau Nacional, que brindan «panorámicas inéditas de la ciudad». Un añadido uso y disfrute del Museu Nacional d'Art de Catalunya  con tantos puntos contemplación como sus 360 grados de visión que este año ha estrenado servicio de bar-coctelería. Disponible tanto en versión diurna (con el museo abierto, de martes a sábado de 12.00 a 20.00 horas, con opción de entrada general o entrada solo al mirador), como nocturna. Esta última entra de pleno en el circuito hedonista del barcelonés (jueves, viernes y sábados de 20.00 a 00.00 horas, con acceso libre por la puerta lateral de la fachada principal del museo), para redescubrir la danza de la Font Màgica con otro prisma.

En busca de ubicaciones más recónditas, repite propuesta la singular La Caseta del Migdia, en el Mirador del mismo nombre y a un paso del castillo de Montjuïc. La aventura de Marc Ros se traduce en un pequeño espacio logístico desde el que se alimenta una generosa terraza con encanto y vistas a mar y montaña. La breve oferta gastronómica abarca butifarra y pollo a la brasa, ensalada y crepes. Pero la oferta de fondo cambia según el día: miércoles sardinas y rumba, de 21.00 horas a medianoche; jueves (de 20.00 a 1.00 horas), puesta de sol con bossanova;  viernes y sábado  (de 20.00 a 1.30), funky y ritmos calientes, respectivamente; y domingos, los ratitos de flamenco.