Ejército de fogones en el Eixample

El centro del distrito, con unas 450 novedades al año lidera la concentración de la oferta gastronómica de la ciudad en los últimos tiempos

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Los barrios de Barcelona son vasos comunicantes, con tendencias contagiosas que proliferan según la oferta y la demanda, la afluencia de potenciales clientes y la permisividad municipal. Si en un distrito concreto se combate el top manta, aflora en otro. Cuando un plan de usos pone coto a una oferta comercial sobredimensionada en un barrio, la primera escapatoria es probar suerte con la zona más cercana. Cerrado el grifo de Ciutat Vella (solo hay traspasos de licencias en la mayoría del territorio), el fervor empresarial se trasladó al Eixample, hoy meca de fogones.

Numéricamente, el máximo de opciones para saciar el hambre en restaurantes (que no bares) se encuentra en el Eixample derecho (que incluye el cotizado paseo de Gràcia) con 258 ejemplos en el 2014. Los datos de nuevas licencias del 2015 certifican un nuevo centenar en todo el distrito, más 318 traspasos y resurreciones en un año. Muchos se descalabran en el intento, pero son rápidamente sustituidos. En el barrio del Eixample izquierdo, con 254 locales, la situación es similar.

Una peculiaridad, no obstante, distingue ambos territorios. El primero, anexo a Ciutat Vella, ocupa más espacio y es también epicentro turístico, lo que lo suele abocar a satisfacer al viajero con tapeo y tipismo. Aunque también fraguan muchas aventuras que encandilan al barcelonés, en especial en València, Mallorca, Pau Claris, otras (de Beristain, Bitxarracu, Topik...al reciente L'Atelier Bcn) y hasta en el propio paseo (El Nacional, L'Eggs...). En el tramo que ya pertenece a la Vila de Gràcia (tercera en el ránking de restaurantes) ha entrado con fuerza La Paisana, con oferta de vermutería, tapas, platos de la abuela y también versiones más innovadoras y hasta coctelería, a precios anticrisis. En los pasajes de la zona despuntan novedades como El Mercader del Eixample, que a su cocina de proximidad suma una terraza con encanto. 

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ALQUILERES SELECTIVOS

Señalan desde el Gremi de Restauració que "el precio de los locales en esta zona suele suponer una barrera" que hace posible las aventuras solo a empresarios muy solventes. Se multiplican aquí las decoraciones de diseño (con Lázaro Rosa-Violán como gurú) y los locales con ambiciones.  

El segundo barrio tiene una arteria madre en cuestión de platos y mesas, Enric Granados, donde el listón ha ido mejorando con los años y en breve desembarcará un nuevo Cañota de mil metros cuadrados de los hermanos Iglesias, y el Alba Granados resucitará renovado tras un incendio este verano. No obstante, la proliferación se extiende mucho más, con locales más asequibles y la justa proporción de foráneos y autóctonos. Cuenta Nacho Montes que cuando abrió Osmosis hace 10 años en el 100 de Aribau la zona estaba alicaída en materia de tenedor y cuchara. Los locales de copas del entorno garantizaban controles de alcoholemia y la moda era cenar en el Born o Gràcia.

Las cosas han cambiado y él aplaude la competencia. "Es bueno para todos que haya concentración de oferta, atrae a más gente", relata, y mejor aún si es de calidad. Su propuesta de alta cocina creativa a precio contenido, en fórmula de menús de temporada que cambian semanalmente le ha llevado a ofrecer más de 2.000 propuestas en todo este tiempo, con el reto de uno de mediodía a 25 euros que ha sorteado la crisis. Si llena, no duda en enviar a comensales al local de Sergi de Meià, más reciente, con quien comparte afinidad de estilos. Y viceversa.

En el mismo barrio, la recesión no ha dinamitado aventuras ambiciosas como la de la Taverna del Clínic, alta cocina y creatividad a destajo,

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ya con una década a la espalda y recientemente ampliada. Y ha permitido cuajar a uno de los restaurantes más solicitados de la ciudad, Disfrutar, heredero emocional y técnico de El Bulli, que ya tiene estrella Michelin.También cerca, hasta Can Xurrades subió varios peldaños al estrenar su nuevo templo carnívoro hace poco. Y La Barra ha oxigenado la calle de Urgell para tapeo. 

Hay quienes abren donde alguien deja hueco, como hizo hace poco el valiente Alvar Ayuso (Aribau, 141) relevando al Petit Bergerac con su Alvart, al debutar en solitario con solo 25 años hace unos meses, pero con un currículo de impacto. Sabores 10, creatividad, precisión e intuición para saber dar la mejor cocina -"a costa de jornadas de hasta 18 horas" en pos de la elaboración- a partir de un producto que no dispare la factura, ni en su apetitosa carta, ni con el meritorio menú de 19,80 euros a mediodía.

El mercado del Ninot redondea la oferta con una docena de puestos de degustación idóneos para los mediodías, rematado con el espacio Ninot Cuina, la nueva aventura del empresario Tomás Tarruella (En Compañía de Lobos), donde ofrecen a mediodía un menú infalible de 14 euros y de jueves a sábado cenas que van del tapeo a potentes arroces y sabores del mercado, con un servicio esmerado. La lista de próximas novedades suma y sigue.