Efecto llamada

Vendedores ambulantes de toda Catalunya están viajando a Barcelona porque ha corrido la voz de que la policía ya no les detiene

Un grupo de vendedores en el Parc Güell, ayer por la mañana.

Un grupo de vendedores en el Parc Güell, ayer por la mañana.

M. NAVARRO / P. CASTÁN / BARCELONA

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La gran mayoria de los hombres que se dedican al top manta en las calles de Barcelona provienen de Senegal. En invierno recogen chatarra y aprovechan el verano para vender bolsos, gafas o camisetas del Barça de imitación. En los últimos días, tanto los Mossos d'Esquadra como la Guardia Urbana han detectado que hay muchos más de los que había al principo del verano pasado en la ciudad. «Se ha producido un claro efecto llamada. Estamos pidiendo documentación a gente que viene de toda Catalunya. Nos cuentan que aquí ahora sí se puede vender», explica un policía.

Y los manteros, ¿qué cuentan? A ellos les cuesta hablar por temor. Pero los pocos que acceden a hacerlo explican que desde hace unos días la Guardia Urbana no les persigue ni les quita la mercancía. Solo les exige que recojan. «Nos escondemos en el metro. Esperamos a que se vayan y volvemos otra vez. Hay más tranquilidad», dice un joven de Dakar.

Algunos policías también cuentan que los vendedores son cada vez más violentos. Este diario fue testigo el lunes de un violento encontronazo entre una veintena de manteros y un caporal y tres agentes de la UPS de la Urbana en la estación de metro de plaza de Catalunya. Los vendedores se enfrentaron a patadas con los tres agentes.

En el sector del comercio local hay inquietud por las políticas que pueda seguir el nuevo gobierno municipal, tanto en materia puramente comercial como en seguridad. Ya lo avanzó este diario tras las contundentes palabras de Luis Sans, presidente de Amics del Passeig de Gràcia, que alertaba de que el colectivo no permitirá «que se cruce una línea roja» que afecte a este sector económico. Y ayer lo suscribían otros actores, con el aguijón del robo con cierta violencia que sufrió hace dos días la presidenta del eje comercial del Born, Marga Domingo. La empresaria no duda de que hay menos agentes en la calle y afirma que tras una larga temporada de calma, en pocos días han entrado a robar en dos establecimientos de la zona, al margen de su atraco en plena calle.

Javier Cottet, al mando de Barna Centre, no duda de que la presencia de manteros se ha incrementado por el mensaje de Colau de «quitar potencia a la Guardia Urbana», que habría propulsado un efecto llamada entre estos y otros buscavidas. «No es bueno para la ciudad», dice, crítico porque la Guardia Urbana les dice que no tienen órdenes claras de sus superiores políticos, mientras que estos «se ven desbordados por el relevo». Tampoco les gustó que los «poderes públicos» intervinieran en el conflicto laboral del edificio de Telefónica. «Ahora nos interesa la paz social y estar todos en el mismo barco y no la lucha de clases propia del siglo XX», remata.

El líder de la patronal Barcelona Oberta, Gabriel Jené, que aglutina a todos los ejes turísticos, admite que no sabe si la seguridad ha empeorado o no en Barcelona, pero constata «una sensación de psicosis entre los comerciantes». «Hay cierta alarma y todos hemos pedido reunirnos con la alcaldesa o con alguien en quien delegue, pero necesitamos un interlocutor».

Desde el comercio de barrio, Vicens Gasca, presidente de la Fundació Barcelona Comerç también aguarda reunirse con Colau. El tema del top manta está en la mesa porque «aumenta en verano», pero no considera que el cambio de gobierno haya sido el detontante y pide calma y «colaboración de todos». Más que policía en la calle, Gasca reclama afrontar de raíz la venta ilegal, evitando que las falsificaciones lleguen ya a los grupos de manteros.