PATRIMONIO HISTÓRICO

Los edificios viajeros

La Capella de Santa Àgata alberga una exposición en recuerdo de la Casa Gralla, uno de los pocos edificios renacentistas de Barcelona, que se construyó en el siglo XVI en Portaferrissa. En 1856 se derribó y sus piedras emprendieron un largo periplo. Primero durmieron repartidas en un claustro y en un baluarte, donde las depositó su comprador, Josep Xifré, que nunca las utilizó. Su hijo vendió las del patio al marqués de Brusi, que edificó un pabellón en el jardín de su casa en Sant Gervasi. Hoy este patio se encuentra en l'Hospitalet de Llobregat. Pero la Casa Gralla no es el único edificio viajero. También lo son la parroquia de la Concepció, la Casa Padellàs y la fachada del pabellón de Santa Marta en el recinto modernista de Sant Pau.

La Casa Gralla, la Casa Padellàs y la parroquia de la Concepció son edificios que en los siglos XIX y XX fueron trasladados piedra a piedra por la reurbanización de Ciutat Vella

edificios viajeros  Casa Gralla

edificios viajeros Casa Gralla / ELISENDA PONS

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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LA ODISEA DE LA CASA GRALLA

La Casa Gralla deslumbraba en los siglos XVI y XVII a los barceloneses y viajeros por la ornamentación escultórica renacentista de su fachada en la calle Portaferrissa, justo en la confluencia de la placita de la Cucurulla, en el solar donde hoy se cruza la Casa Jover, con la calle del Duc. El Museu d'Història de Barcelona (Muhba) le dedica una exposición en su sede de la Capella de Santa Àgata en la plaza del Rei por la singular trayectoria que han vivido sus piedras numeradas desde su derribo en 1856 a causa de la especulación inmobiliaria producida por la apertura de la calle del Duc. Los intentos de reconstruirla fueron muchos, aunque finalmente solo se salvó la fachada que después de un largo periplo por cinco localizaciones distintas se encuentra en la sede de la empresa Prosegur en el polígono Pedrosa de L'Hospitalet de Llobregat. 

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La exposición, titulada 'La Casa Gralla. El periple d'un monument', cuenta con una de las primeras fotografías captadas en Barcelona, datada en 1856, en la que se aprecia con todo detalle el portal de la mansión que fue residencia de la família Desplà, señores de Alella, que en el siglo XVI entroncaron con la dinastía Gralla y después con los marqueses de Aitona y los duques de Medinacelli.

Judith Urbano, doctora en Historia del Arte y subdirectora de la Escola Tècnica Superior d'Arquitectura de la Universitat Internacional de Catalunya, es la comisaria de la exposición, que por vez primera muestra la colección de dibujos en lápiz que el escenógrafo Francesc Soler hizo de la fachada de la Casa Gralla, en los días previos a su demolición en Portaferissa. "Se los regaló al arquitecto August Font, cuando se encargó de la reconstrucción del patio en la finca del marqués de Brusi en Sant Gervasi. Son parte del archivo personal de Maria Font", señala Urbano, que dedicó su tesis doctoral a este arquitecto, autor la fachada de la Catedral y del desaparecido Palau de Belles Arts, construido en 1888 con motivo de la Exposición Universal.

Junto a estas láminas, en la capilla de Santa Àgata se exhiben los cuadernos de notas de otro arquitecto, Elies Rogent, que se encargó de la primera demolición de la Casa Gralla, y de ordenar y numerar las piedras por encargo del indiano Josep Xifré, el de los Porxos d’en Xifré en el Pla de Palau, que quería trasladar el palacete a su finca familiar de Sant Martí de Provençals. No llegó a cumplirse su deseo, y su hijo acabó vendiendo las piedras numeradas a la familia Brusi. "Pero lo que esperaba que fuera la fachada, resulta que fue el patio, que desde entonces tuvo una vida muy viajera", explica Joan Roca, director del Muhba. Su siguiente destino fue Sant Gervasi, pero en 1964 se tuvo que desmontar de nuevo porque la reordenación de la plaza Molina afectó a la finca.

Las piedras terminaron en un almacén de Cornellà, donde fue a comprarlas una constructora ubicada en Mijas, que quería hacer lucir el patio en una mansión de la Costa del Sol, pero finalmente terminó en L'Hospitalet. "Todo este recorrido nos permite reflexionar sobre el patrimonio y sobre cómo se conserva", considera Roca.

LA PARROQUIA DE LA CONCEPCIÓ

¿Qué hace una iglesia y un claustro gótico en plena Dreta de l'Eixample construido en el siglo XIX por Ildefons Cerdà? Esta es la pregunta que plantean los turistas cuando visitan la parroquia de la Puríssima Concepció que tiene accesos por las calles Aragó y Roger de Llúria, muy cerca del transitado paseo de Gràcia. La respuesta siempre sorprende porque la iglesia es verdaderamente gótica, por lo que se trata de otro edificio viajero o volador, que entre 1869 y 1871 cambió su ubicación.

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Su génesis se encuentra en Ciutat Vella donde, del siglo XIII hasta el XIX, se ubicaba Santa Maria de Jonqueres, un monasterio de monjas de Barcelona de la calle Jonqueres, al lado de la antigua muralla, cerca de donde ahora se encuentra la plaza de Urquinaona. La congregación se disolvió en 1810 debido a que las monjas fueron expulsadas por las tropas napoleónicas. Desde ese año hasta su demolición, el edificio se convirtió en hospital militar y después en correccional y finalmente en un cuartel. La iglesia y su claustro, construido en el siglo XIV con dos pisos de estilizadas columnas y 144 arcos apuntados, fueron trasladados piedra a piedra. Esta galería que cerca el patio principal de la parroquia es de las más grandes de Barcelona, solo comparable al claustro de la catedral y al del monasterio de Pedralbes.

El campanario de Sant Miquel fue todo un símbolo en la actual plaza de Sant Miquel, detrás del Ayuntamiento de Barcelona, donde había una iglesia con el mismo nombre, que también terminó derribada para favorecer la expansión del denso entramado medieval de calles. Ese campanario, también gótico, fue a parar a la nave principal de la Concepció, un poco más tarde que el claustro. No obstante, la torre no la dejaron intacta. Añadieron pináculos y decoraciones.

Según explica un portavoz de la parroquia de la Concepció, la documentación sobre el traslado de los diversos elementos arquitectónicos no es muy abundante ni precisa en cuanto a la datación. "Sabemos que entre el 1869 y el 1888 se instaló el claustro; y, finalmente, la anexión del campanario de Sant Miquel se llevó a cabo en 1879", apuntan. El proyecto original de la reconstrucción se atribuye al arquitecto Josep Boixareu, autor de la Casa de Xifré, uno de los edificios representativos de la Barcelona del siglo XIX.

LA CASA PADELLÀS

La Casa Padellàs fue un palacio privado gótico, edificado a finales del siglo XV en la calle Mercaders, aunque luce algún ornamento renacentista. En 1930 fue trasladado a la plaza del Rei, a la esquina con la calle del Veguer, a causa de la apertura de la via Laietana. Cuando se realizaron las obras de cimentación del edificio se descubrieron los restos arqueológicos de la antigua colonia romana, lo que propició que después de la guerra civil se convirtiera en la sede del Museu d'Història de Barcelona.

Júlia Beltran de Heredia, arqueóloga y autora de la investigación 'De Barcino a Barcinona (segles I-VII) Les restes arqueològiques de la Plaça del Rei de Barcelona' explica en un informe que realizó en 1997 para la dirección general de Patrimoni de la Generalitat, que el ayuntamiento franquista quería inicialmente que el museo se ubicase en el Pavelló de la Ciutat en Montjuïc, construido con motivo de la Exposición Internacional de 1929. "Para que la Casa Padellàs pudiera acoger visitas en el subterráneo de la plaza del Rei se tuvo que reforzar sobre pilares de hormigón", informa Beltran. Los restos del conjunto monumental subterráneo abarcan la Barcino romana del siglo I a.C., la Barcinona visigótica del siglo VII d.C. y la Barcelona medieval del siglo XIII.

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Durante los siglos que estuvo en Mercaders, el palacio fue habitado por varias familias como muestran los blasones conservados en los escudos de puertas, ventanas y pavimentos con las armas de Abella, Sabastida, Tanafa y Potau. En el siglo XVIII, la casa cambió de nombre y ya no se conoció como Sabastida sino como Casa Padellàs al formar parte de la propiedad de esta adinerada familia.

El actual museo conserva el patio con la escalera noble y la galería gótica, la decoración renacentista de puertas y ventanas y el soportal superior. El patio de la planta baja se caracteriza por ser un espacio recogido del edificio. Las salas de las plantas primera y segunda acogieron, desde 1943 hasta principios de los años 90, las secciones dedicadas a la historia medieval y moderna de la exposición permanente, que fue clausurada en 1993. Pero volvió a estar abierta al público en 1998 para albergar las exposiciones temporales, de temática moderna y contemporánea.

EL PABELLÓN DE SANTA MARTA

El recinto modernista de Sant Pau, obra del arquitecto Lluís Domènech i Montaner, era un hospital y a su vez una auténtica ciudad con calles, edificios, túneles subterráneos, jardines con naranjos y plantas medicinales. Pero no todo lo que se ve procede de principios del siglo XIX. Uno de los pabellones luce una fachada barroca insólita, la de la antigua iglesia de Santa Marta (1735), obra de Carles Grau. Su pared delantera fue desmontada cuando se derribó la iglesia en 1909 para abrir la Via Laietana, y trasladada y colocada en la puerta de la cocina del antiguo hospital en 1928. El libro 'Edificis viatgers de Barcelona', escrito por Jordi Peñarroja en el 2007, dedica un capítulo a 'La desconocida iglesia de Santa Marta', en un extremo de la desaparecida riera de Sant Joan. "El ayuntamiento se encargó de su edificación en la calle de las Cabres, donde ocupó terrenos de la Casa Sentmenat. A cambio, esta familia consiguió el privilegio de oir misa sin salir de su vivienda", señala Peñarroja.

La iglesia, no obstante, depende del hospital de peregrinos de Santa Marta, que se reconstruyó en el mismo terreno. "Antes de su demolición, el consitorio decidió salvar la fachada por su interés artístico, por ser una pieza barroca, y en 1911 las piedras numeradas viajaron al nuevo hospital de Sant Pau fusionado con Santa Creu. Ahora en el solar que ocupaba se encuentra la sede de la compañía de seguros Zurich", informa el autor.