Drones de fórmula 1

Lo llaman el deporte del futuro. La web Drones De Carreras ya ha organizado media docena de competiciones aéreas desde Barcelona

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ANA SÁNCHEZ

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Suenan como abejorros. Zzzzzzz, zzzzzzz, zzzzzzz. Pero si la Abeja Maya levantara ahora mismo la cabeza, se volvería a su tumba televisiva pellizcándose el brazo. Tres abejorros con chasis de Terminator hacen vuelos rasantes entre los árboles. Es lo que significa ‘drone’ en inglés: zángano.

En tierra firme, los tres pilotos vuelan sentados en la hierba toqueteando un mando de radiocontrol y mirando al frente inmersos en gafas futuristas que miran hacia dentro. Es el sistema FPVFirst Person View (vista en primera persona). Lo que ven es lo que ve la cámara del dron. "Es como si fueras Superman", describe Dani sonriendo. “Y con la experiencia de verte en tercera persona”, añade Fernando. Tiene razón: con las gafas puestas, cualquiera juraría al verse desdoblado ahí abajo que le han inducido un viaje astral.

Fernando Abascal, 30 años, es informático, igual que Dani Sáez, de 49. Jordi Murcia, 40, es técnico en prevención de riesgos laborales. Pero los tres hablan de sobrevolar árboles y barrancos con obviedad de superhéroe. Organizan carreras de drones. “El deporte del futuro”, se repite desde hace semanas como un mantra en internet. Desde que un adolescente recibió 250.000 dólares tras ganar la primera carrera mundial con la oficialidad que dan los petrodólares: la World Drone Prix de Dubái. Quedó octavo un español.

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En EEUU las llaman “pod racing”: carrera de vainas, a lo ‘Star wars’. Solo hay que ver un vídeo grabado desde la cámara de uno de estos drones para entender por qué: para que la fuerza te acompañe, se recomienda tragar antes un par de biodraminas. “Te pones a 100-120 fácilmente”, apunta Jordi.

Dicen que será la nueva fórmula 1. “Es lo que dicen, es lo que quieren hacer y es lo que todos esperamos –asiente Fernando–. Pero todavía le falta un poquitín de recorrido para dar al espectador un ‘show’ que quiera ver. Solo hace un año y poco que está esto en marcha”.

Hace año y medio que Fernando montó de la nada la web Drones De Carreras. Se ha convertido en una biblia con hélices donde aprender a decir sin pestañear “eres un crack del FPV”.

¿Qué es un dron? –Fernando empieza desde el Génesis-. Un dron es un aparato que puede pilotar solo”. “Pero ahora a todo se le llama dron”, añade Dani. Estos de carreras en realidad son multirrotores (vehículos con varias hélices). También se les llama “miniquads FPV”. Son drones teledirigidos más pequeños, más sufridos. “Aguantan muchísimo los golpes”, garantiza Dani mientras tira el suyo al suelo sin una mueca de dolor.

ADICTOS A LA COMPRA 'ONLINE'

Organizó las primeras carreras una asociación francesa, Airgonay. “Son los que subieron el primer vídeo –recuerda Fernando–. Todos lo vimos y pensamos: ‘Yo también quiero hacer esto”. Y empezó a investigar “cómo montar el primer cacharro”. Porque hay que añadir al hobby el componente ‘maker’. Ahora se empiezan a vender, dicen, pero antes solo se podían comprar los componentes sueltos. “Había que comprarlo todo en China”. Eso significa que también han tenido que hacerse adictos a la compra ‘online’. “Te puedes comprar unos motores hoy y mientras vienen de camino ya ha salido otro modelo mejor –asegura Dani-. Yo tengo siempre entre 10 y 15 paquetes de camino”.

Drones De Carreras congrega a 2.500 pilotos y ya ha organizado media docena de carreras. “Hemos hecho la primera de España, yo creo que del mundo, de 48 horas non-stop”, dice Fernando. Las próximas: el 7 de mayo en Lleida y el 11 de junio, en Roses. La “carrera gorda de España” será en julio en El Escorial. En octubre, prevén montar la primera en Barcelona. “El problema es encontrar sitio –dice Dani-. Te vas a cualquier pueblo y te ceden el campo de fútbol gratis. Aquí te toca pagar indecencias”.

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Y, a todo esto, ¿qué dice la ley? “La ley está enfocada para profesionales –explica Fernando–. La gente que lo utiliza como ocio tiene que seguir unas pautas básicas”. Lo básico: “No puedes volar a menos de 8 kilómetros de un aeropuerto, ni a más de 120 metros de altura, y fuera de núcleos urbanos. ¿Qué es un núcleo urbano y qué no? Es un poco ambiguo”.

¿Lo que engancha? La sensación de volar “pero sin jugarte la vida”, asiente Dani. “Te da adrenalina sin romperte nada”, se ríe Fernando. “Que está muy bien para los cuarentones”, señala Jordi. “Solo sufre la cartera”. Con el sistema FPV (vista en primera persona), puede costar 500, 600 euros; sin FPV, a partir de 250.