Diccionario Indispensable Español-Inmobiliario

La anterior burbuja de precios fue rica en eufemismos publicitarios y, como la noche y los jesuitas, ahora van y vuelven

gran diccionario español inmobiliario

gran diccionario español inmobiliario / periodico

CARLES COLS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Vuelven las inmobiliarias al paisaje comercial de la ciudad, señal inequívoca de que el mercado de compra y venta y alquiler ha resucitado y, con él, regresa también ese argot único e inconfundible de los anuncios por palabras, casi haikus de un anónimo rapsoda encorbatado (es solo un suponer) escritos en los preliminares de la anterior burbuja inmobiliaria. Y como vuelven, toca refrescar la memoria con un breve pero indispensable diccionario.

AGENCIAS ABSTENERSE

Nunca son las dos primeras palabras del anuncio. Suelen ser las dos últimas, a veces en una hoja escrita a mano, incluso con faltas de ortografía, como indicio de que el propietario del piso que lo pone en venta tiene pocas luces. Es la versión inmobiliaria y no delictiva del timo de la estampita. 'Agencias abstenerse' es en realidad un código secreto entre..., exacto, agencias inmobiliarias. Es un anuncio de una agencia que simula ser un particular.

BIEN COMUNICADO

De los pisos en venta o alquiler se destaca, como es obvio, su principal virtud. A veces, la única virtud. 'Bien comunicado' no se dice de un piso en la plaza de Catalunya. 'Bien comunicado', en el Gran Diccionario Castellano-Inmobiliario, significa que probablemente está a una prudencial distancia de la última parada de una línea de metro o autobús. Los pisos bien comunicados son ideales para los amantes de la lectura, o del Candy Crush, porque prometen largos ratos de viaje en transporte público.

BOMBONERA

También conocido como el piso coquetón. En realidad es la mitad de un ‘ideal parejas’ (más abajo), es decir, un piso minúsculo, en la frontera o por debajo incluso de los 20 metros cuadrados preceptivos para obtener la cédula de habitabilidad. En la intimidad del despacho y sin clientes que escuchen, los vendedores llaman también a estos pisos palomares, y no es desacertado, pues a veces el piso coquetón es un cuarto en una azotea. En esas ocasiones y si es para el mercado del alquiler, la superficie del terrado de la comunidad se presenta al candidato a inquilino como parte de la bombonera.

FINCA REGIA Y FINCA MODERNISTA

En el vocabulario de un arquitecto no existe la calificación de finca regia. Es una ocurrencia genuinamente inmobiliaria. Se supone que encarece la venta. Pero, ¿por qué? Para que una finca sea regia basta, por ejemplo, con que los balcones sean de hierro forjado, sin alardes, nada del otro mundo. El listón queda así lo suficientemente bajo como para que la siguiente categoría, finca modernista, incluya pisos centenarios, contemporáneos de la edad de oro del modernismo, que luzcan una puerta principal a la finca trabajada por un ebanista.

IDEAL INVERSORES

Las lenguas evolucionan. La inmobiliaria también. En la anterior burbuja, 'ideal inversores' era una definición inusual. No porque no hubiera inversores entre los posibles compradores, que los había, pues esa es la esencia de la burbuja, la compra para la posterior venta en una peligrosa estructura piramidal, sino porque las agencias de barrio no ponían entonces en sus escaparates pisos con arrendatario con contrato en vigor. Con la última reforma de la ley en la mano, el comprador tiene manga ancha para echar al inquilino. Ideales, pues, para compradores sin escrúpulos

IDEAL PAREJAS

Solo con dos palabras dice mucho del piso. Es un caso de economía narrativa sin parangón. De entrada se supone que se trata de una pareja joven, gente atléticamente vital, algo indispensable, porque la vivienda es un piso alto y sin ascensor. Ideal gimnastas centraría más el mensaje, buenos muslos, pero qué se le va a hacer. El anuncio, sin embargo, aún dice más. Ideal parejas quiere decir para dos personas y basta. Es un piso pequeño. No quiere decir ideal parejas en busca de su primer hijo. Quiere decir ideal parejas con adecuados conocimientos de contracepción.

MUCHAS POSIBILIDADES

La traducción más exacta de ese entusiasta ‘muchas posibilidades’ es 'obras imprescindibles'. Son muchos los pisos que llegan al mercado de venta o incluso al de alquiler en estado prerruinoso. El precio debería delatar que algo inesperado se esconde tras la puerta, pero la burbuja inmobiliaria hace que incluso estos pisos coticen al alza. Lo que se oferta a los interesados es la inevitable posibilidad de encarar una reforma.

OCASIÓN

Es otra palabra con trampa. 'Ocasión' sugiere algo así como oportunidad, como un golpe de suerte inesperado. Un buen consejo es desconfiar. Las agencias recurren al gancho de la ocasión en casos desesperados, para aquellas fichas de venta que ya acumulan polvo y telarañas. Suele ser por algo. 'Ocasión' es un grito agónico. Uno de sus sinónimos es la jerga inmobiliaria es ‘urge vender’. Las únicas prisas son las de sacarse de encima de una vez por todas aquella muela.

PARA ENTRAR A VIVIR

¡Caray!, recién reformado, pensara el comprador incauto. Profundo error. Un piso ofertado como rehabilitado ya puede ser un engaño, pues a veces esa intervención se ha limitado a una operación de pintura e Ikea. ‘Para entrar a vivir’ es un fino eufemismo tras el que se esconde a veces el reciente fallecimiento del último propietario de la vivienda y la urgencia de los herederos por repartirse los beneficios de la venta. El piso está, pues, tal cual lo ocupó hasta su último suspiro, tal vez, una anciana. O sea, es la vivienda que andaría buscando Norman Bates, pero anunciado así daría yuyu.

El escritor Jim Thompson, extraordinario retratista del lado más salvaje de la sociedad, presumió en una ocasión de haber empleado las 32 maneras posibles que hay de escribir una historia. "Las he usado todas, pero solo hay una trama: las cosas nunca son como parecen". Así es el 'slang' inmobiliario, un gracioso juego de eufemismo que recuerdan el caso de aquella empresa de condones soprendida porque nadie compraba la talla pequeña. Lo resolvió con eufemismos. Las medidas pequeño, mediano y grande pasaron a llamarse mediano, grande y jumbo.