PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO

Detrás de las paredes de la 'Mansana de la Discòrdia'

Un estudio universitario asegura que la Casa Batlló, la Casa Lleó i Morera y la Casa Amatller tuvieron que pagar a principios del siglo XX multas al ayuntamiento por no cumplir los requisitos

La manzana de la discordia

La manzana de la discordia / ÁLVARO MONGE

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Desde este año, los tres destacados edificios de la denominada Manzana de la Discordia del corazón de Barcelona son accesibles al público: la Casa Batlló lo es desde el 2002, coincidiendo con la conmemoración del Año Internacional Gaudí; la Casa Amatller, del arquitecto Josep Puig i Cadafalch, abrió en marzo, y la Casa Lleó i Morera, de Lluís Domènech i Montaner, en enero del 2014. Esta circunstancia ha despertado aún más interés por este tramo del paseo de Gràcia, situado entre Consell de Cent y Aragó, y ha suscitado que el Grup de Recerca Història, Arquitectura i Disseny (GRHAD) de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC) emprendiera la primera investigación en profundidad sobre esta isla que, con sus llamativas fachadas modernistas y sus galerías de cristal, rompió con la regularidad del gris Eixample de principios del siglo XX.

Otros dos edificios de esta manzana, Casa Mulleras, de Enric Sagnier, y la Casa Josefina Bonet, de Marcel·lià Coquillat, no admiten visitas, pero también están presentes en este estudio, del que han brotado un libro coordinado por Judith Urbano, doctora en Historia del Arte y subdirectora de la Escola Tècnica Superior d'Arquitectura de la UIC, y una exposición que acoge la Casa Lleó Morera, titulada 'La Mansana de la Discordia', porque Ildefons Cerdà justificó el uso de este término como una denominación derivada del latín (mansio, -oni), que significa habitación.

EN TIEMPOS DE TROYA

La investigación del GRHAD aporta estudios de los cinco maestros de obras "cuya aportación al Eixample supera los 300 edificios de viviendas", y también de los propietarios de las casas, que formaban parte de la alta burguesía barcelonesa que quería exhibir su poder y riqueza con vistosos ornamentos. "De los cinco inmuebles, solo la Casa Mulleras tuvo los papeles en regla, las otras cuatro tuvieron que pagar multas al ayuntamiento por no cumplir los requisitos, entre ellos el de superar la altura acordada", argumenta la doctora en Historia del Arte. 

La prensa satírica de la época la llamó la Manzana de la Discordia por referencia a una isla urbana y por esta fruta que protagoniza un episodio de la mitología griega. "La expresión evoca la boda de Peleu y Tetis a la que habían sido invitados todos los dioses excepto Eris, diosa de la Discordia. Ofendida, se presentó por sorpresa y dejó sobre la mesa una manzana de oro para la más bella, que fue reclamada por Hera, Atena y Afrodita.

Entonces Zeus ordenó que fuera el príncipe Paris quien decidiera. Y el joven entregó la manzana a Afrodita, que le había prometido la mujer más bella del mundo, que era Helena de Esparta, lo que propició la guerra de Troya", resume Urbano. Por ello se recurre a esta expresión al mencionar situaciones en las cuales varias personas compiten con orgullo por algo, como sucedió con los célebres arquitectos que reformaron la Casa Batlló (1904-1906), la Lleó i Morera (1902-1906) y la Amatller (1898 y 1900), y rivalizaron por demostrar quién era el más ingenioso.