Democracia ciclista

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Julio Cortázar se refería a la bicicleta en sus 'Historias de cronopios y de famas' (1962) como un chisme "entre dócil y de conducta modesta que trata por todos los medios de remediar su triste condición social". Medio siglo después, el sello de inadaptado todavía se intuye en la frente del ciclista. No tanto por su actitud, que también, sino por lo difícil que le resulta, en el caso de Barcelona, encajar en un urbanismo que, a base de motor y calzada, acabó por echarle de la vía pública. La ciudad trata ahora de resolver un conflicto que habla de la movilidad, pero también del modelo social que hoy, por necesidad e ímpetu ecologista, cada vez se muestra más abierto al retorno de los silenciosos pedales. A ese menester se suma la buena predisposición política y el escaparate público que le brinda el Bicing con el despliegue de sus 300 máquinas asistidas.

Este diario tuvo ocasión de probar el nuevo modelo el pasado mes de julio por gentileza de BSM, la empresa pública que, junto al concesionario privado Clear Channel, gestiona el servicio. Pero antes de entrar en las entrañas del invento vale la pena fijarse en la oportunidad; la de hacer las cosas ahora y no antes ni después. El contrato de diez años vence en el mes de marzo del 2017, pero antes, seguramente a principios del 2016, ya se debería ir perfilando el nuevo concurso público. Esto le da a la bici eléctrica un año y medio de rodaje, un plazo más que razonable para evaluar sus cualidades y defectos.

Xavier Trias lleva tres años repitiendo que el futuro de la bici "es eléctrico". Y si lo dice el alcalde, aunque nunca lo haya acompañado de propuestas concretas, por algo será. Lo que hace el ayuntamiento, echando mano del reiterado mensaje de que las nuevas tecnologías mejoran la vida de los ciudadanos, es plantear una bici asistida que rompa la barrera física de este medio de transporte, es decir, que no requiera tanto esfuerzo y que sea apto para la inmensa mayoría de personas capaces de sostenerse sobre un artilugio del que Leonardo da Vinci ya regaló algunos bocetos a finales del siglo XV.

El nuevo modelo merece un doble análisis: el estético y el funcional. La imagen ayuda a hacer más llevadero el aspecto primitivo de la máquina que circula por Barcelona desde finales de marzo del 2007. Es la misma bici que uno puede encontrarse en Zaragoza, Perpinyà o Estocolmo, y eso es un punto negativo para quien quiere ser referente del diseño. Lo que llega es un producto 100% local, el blanco otorga pureza y el neumático más ancho la dota de mayor presencia, además de la mejora en seguridad y estabilidad.

El hecho de que el nuevo Bicing sea eléctrico alumbra una doble ventaja desde el punto de vista técnico. Por un lado, el consistorio se ahorrará la redistribución de bicis entre el mar y la montaña. Con el sistema tradicional, los usuarios bajan desde los barrios de montaña, pero no suben porque a nadie le gusta sudar cuando está en plena jornada laboral. Esa es una tarea reservada para una flota de más de 20 furgonetas que no es precisamente barata de mantener. La asistencia al pedaleo convierte las cuestas en falsos llanos gracias a los tres niveles de potencia en los que, eso sí, el usuario nunca puede dejar de mover las piernas para que el mecanismo haga el resto.

La cruda realidad

Resulta irónico pero así son las cosas: a menor esfuerzo, más atractiva es la bici. Ejecutivos, personas mayores..., en definitiva, cualquiera que no se viera capaz de abonarse al Bicing podrá hacerlo. Pero ojo: el asfalto sigue siendo el mismo. Los carriles ciclistas son estrechos y el respeto al colectivo dista mucho del nivel mínimo deseable. El invento, además, genera también un debate sobre cuál debe ser su lugar. Corre más que una bici convencional pero mucho menos que un coche o una moto. Por la calzada podría sentirse incómodo y en el pasillo reservado, su espacio natural, quizás sienta que se queda corta. En cualquier caso, una esperanzadora prueba piloto y un mensaje para los que quieran optar a explotar el Bicing del futuro.