El 22@, del éxito a la deriva

Un solar yermo del 22@, visto desde la calle de Sancho de Ávila, ayer.

Un solar yermo del 22@, visto desde la calle de Sancho de Ávila, ayer.

CARLES COLS
BARCELONA

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El debate en curso en Poblenou (que si la gentrificación ha llegado al barrio, que si la rambla va camino de morir de éxito...) casi que obliga a recapitular sobre qué fue de uno de los más audaces planes gestados en el Ayuntamiento de Barcelona desde que se apagó el pebetero de los Juegos Olímpicos. Se trata, claro, del distrito económico 22@, la promesa con la que Joan Clos ganó de calle las elecciones municipales de 1999, que después fue aprobada por unanimidad en el pleno y que durante sus primeros ochos años de vida fue noticia de portada decenas de veces, primero por la transformación urbanística que comportaba y, después, porque comenzaron a instalarse en el barrio las primeras empresas del sector de las nuevas tecnologías. Si ha habido un intento serio de reindustrialización de Barcelona en el último cuarto de siglo, ha sido precisamente este.

La idea original era, vista con perspectiva, pura alquimia, transformar plomo en oro. El ayuntamiento decidió crear una nueva calificación administrativa del suelo, el 7@, para 200 hectáreas del Poblenou víctimas de la desindustrialización. El terreno estaba en manos privadas y en un decadente barbecho. Lo que comportaba esa figura del 7@ era que a toda nueva actividad económica que allí se instalara se le obsequiaba con un jugoso plus de edificabilidad. Los promotores inmobiliarios cedían, como es norma, parte de los terrenos al municipio, y este cerraba el círculo reurbanizando el barrio, con vivienda pública, parques, equipamientos y, sobre todo, con una red subterránea de fibra óptica entonces muy puntera. La inversión principal, pues, corría a cargo del capital privado, pero el ayuntamiento jugaba un papel central.

Bodas rápidas

«Ejercíamos de casamenteros», explica Miquel Barceló, uno de los varios presidentes que dirigieron la sociedad municipal 22@. Así era. Aquella sociedad pública oficiaba las nupcias entre el dueño del solar y la empresa que allí se quería instalar, pero lo hacía, además, por la vía rápida. El 22@ era una minúscula empresa (simbólicamente tenía solo 22 empleados), pero plenipotenciara. Tramitaba por delegación los planes especiales con una celeridad inimaginable en la sede central del área municipal de Urbanismo.

Indra, T-Systems, Telefónica, Mediapro fueron las empresas más conocidas que se instalaron por esa vía en el barrio, pero si se pasa lista de las que lo hicieron sin tanto neón, la cifra antes de que estallara la crisis económica era superior a las 1.400. Barceló, no obstante, previene contra quienes creen que el 22@ perdió fuelle por culpa de la crisis. Él sostiene que el culpable tiene nombre y apellidos: «Jordi Hereu».

El PSC forzó el relevo de Clos al frente de la alcaldía de Barcelona en el año 2006. Su sucesor, el también socialista Hereu, tenía el encargo explícito del partido de ser rupturista con su antecesor, del que se suponía que iba de cabeza a la catástrofe electoral. Una de sus decisiones, así, fue retirar poderes a la empresa 22@ y recentralizarlos. Ya no había un cura al frente de la parroquia que animara a las parejas a casarse, y más un tiempo después, cuando la victoria electoral del nacionalista Xavier Trias comportó una nueva lista de retos urbanísticos y económicos para la ciudad, en la que el 22@ ocupaba los puestos de cola.

La cuestión es, y ahora, tras el último cambio al frente de la alcaldía, qué sucederá.

«El gobierno municipal tiene la voluntad de impulsar el proyecto 22@ bajo una perspectiva de desarrollo social y comunitario», respondió ayer el equipo de la alcaldesa Ada Colau. «Uno de los objetivos es destinar los numerosos solares actualmente sin uso a espacios de trabajo para colectivos vulnerables, uso comunitario, ocio y para acelerar la construcción de viviendas protegidas». En términos taurinos, esto es apuntillar al cornúpeta.

Un tercio del total

De los cuatro millones de metros cuadrados que se calculó en el año 1999 que se podrían revitalizar en el corazón industrial del Poblenou se han desarrollado, según algunas estimaciones, solo un tercio del total. El plan entonces era dotar a la ciudad de un yacimiento de puestos de trabajo cualificados y, por lo tanto, correctamente remunerados, todo lo contrario de lo que ya se intuía hace 16 años que aportaba la gran actividad en auge en aquellos momentos, el turismo. Con su declaración de intenciones, el nuevo gobierno municipal renuncia a reflotar lo que el 22@ un día fue.

«El futuro del 22@ tiene que estar ligado a la economía social y cooperativa, la sostenibilidad y, sobre todo, a la creación de ocupación estable y de calidad y a las cuestiones sociales», dijo ayer un portavoz municipal. Desde el punto de vista estrictamente urbanístico añadió que «la idea es recuperar edificios con valor patrimonial y en paralelo potenciar las zonas menos desarrolladas del barrio».