Cosiendo un futuro

Un proyecto en favor de mujeres vinculadas a la prostitución se ha convertido en una empresa con marca propia de productos artesanales

Mujeres trabajando en el taller de artesanía.

Mujeres trabajando en el taller de artesanía. / CARLOS MONTAÑÉS

ROSA MARI SANZ / Barcelona

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Hace un año dos mujeres nigerianas comenzaron a confeccionar productos para el hogar con telas africanas en el marco de unos cursos de costura organizados por El Lloc de la Dona, espacio de atención para mujeres que viven en situaciones de exclusión por su vinculación con la prostitución que busca alternativas que favorezcan su inserción laboral y social. El proyecto nació con timidez, pero con la ambición de convertirse en una empresa social y vender los objetos más allá del local de la oenegé. Lo ha conseguido. De momento emplea a tres mujeres y en función de la acogida aumentará la plantilla.

Las trabajadoras prefieren guardar el anonimato, no son demasiado partidarias de explicar sus historias porque han dado un paso adelante y se trata de cerrar aquella etapa. No obstante, El Lloc de la Dona, un centro gestionado por las Hermanas Oblatas, no condiciona el que las mujeres abandonen la prostitución para darles una oportunidad. Si trabajan bien y el negocio funciona, la tendrán, explica Danielle Pellikaan, directora de la recién creada marca social Dona Kolors, con la que se comercializan los productos (abanicos, bolsos, fundas para cojines, monederos, manteles...). Antes, no obstante, pasan por un curso formativo denominado Enfilant l'agulla , con el que colabora el consistorio económicamente a través de la Agencia para el Abordaje Integral del Trabajo Sexual (Abits), y que enseña a unas 30 mujeres cada año.

Prácticas laborales

La principal opción de estos talleres es que ellas trabajen por su cuenta haciendo arreglos de ropa en casa (la entidad les facilita una máquina de coser) o que logren quedarse en alguno de los negocios de costura en los que hacen prácticas. Otra alternativa, de momento con capacidad mínima de contratación, es la flamante empresa.

«La calle desgasta mucho y te acabas volviendo tan desconfiada que hasta te cuesta dejarte ayudar. Al final no te fías ni de tu sombra» , explicaba el jueves una de estas empleadas, transexual ecuatoriana que trabajaba en la zona de prostitución de Les Corts. Acabó acudiendo a la entidad «harta de tantas vejaciones» y hastiada de tener que enmascarar en vano su condición, o sea, de no poder manifestarse como la mujer que se siente, para encontrar un empleo. «Yo siempre voy maquillada, quién me va a dar un trabajo con mi imagen» , se preguntaba. 

Junto a ella, otra trabajadora, rumana, resumía con orgullo su presente. Está embarazada y casada. Atrás dejó el tiempo en que llegó a Barcelona sabiendo a lo que venía pero creyendo que era temporal. «He tenido suerte. Salí de aquella mafia y ahora estoy haciendo algo que me gusta y para lo que ya había estudiado en mi país» , aseguraba. 

Compras en web y tiendas

Por el momento tiene un contrato de tres meses prorrogable a seis, al igual que otra mujer boliviana con mayor experiencia en costura, que las guía. «El objetivo es que dentro de tres años tengamos lucro y con las ventas cubramos los gastos de la formación» , cuenta Pellikaan, quien aprovecha para recordar que cada producto vendido ayuda a mejorar la vida de una mujer en situación de exclusión. Un mensaje que consta en los productos, que, además de a través dewww.donakolors.catse pueden adquirir en la librería La Central del Raval, y en las tiendas del Museu d¿Història de la Ciutat, el MNAC, el Museu Picasso y CaixaFòrum. Y en mercadillos ocasionales, como el del sábado a las puertas de la entidad, en la avenida de las Drassanes.