ECONOMÍA SOLIDARIA

La cooperativa de la chatarra del Poblenou se muda al Bon Pastor

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Helena López / Barcelona

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Joseph Amba se emociona cuando habla de la nave de Puigcerdà. "Era como un pequeño pueblo. Había un restaurante, ¡y hasta una discoteca los sábado por la noche, donde venía a bailar hasta gente de Barcelona!", recuerda. "Los africanos que vivimos aquí -prosigue- no solemos tener muchos amigos españoles. La gente trabaja ocho horas, tiene sus casas... en la nave compartíamos muchas horas, eras como con una familia". Con el desalojo, en julio del 2013, "fue como si hubiera caído un meteorito, cada uno se fue para un lado". Joseph, y otros 14 hombres, fueron para Alencop, la cooperativa de la chatarra impulsada por el ayuntamiento para dar una salida legal a (algunas de) las 300 personas que vivían y/o trabajaban en el mayor asentamiento del Poblenou, que al año se amplió hasta 30. 

Más de cuatro años después del desalojo, Amba, uno de los socios fundadores de Alencop, sigue en la cooperativa, igual que Éric, quien, cuando vivía en Puigcerdà tenía una chabolita en la que se dedicaba a hacer de sastre, oficio que aprendió en su Senegal natal. "Ahora, cuando nos enganchamos con algo y se nos rompe el uniforme, se lo damos a él para que nos lo arregle", cuenta Amba en la luminosa nave industrial a la que la cooperativa acaba de mudarse, cuatro veces mayor que en la que empezaron, en el polígono industrial del Bon Pastor.

"Estamos muy ilusionados con la nueva etapa. Aquí podremos tener hasta una tienda de segunda mano, con los electrodomésticos que reparemos", señala Ibrahima Cissé, senegalés de 32 años y socio de la cooperativa desde hace un año y medio, cuando se amplió de 15 a 30. Cissé no se dedicaba a la chatarra, trabajaba en el campo, pero encajó rápido en el proyecto. "Ser socio de la cooperativa te permite vivir casi como alguien de aquí. Tenemos un piso, un trabajo, un sueldo...", señala Amba. 

Búsqueda de negocio

La vertiente social de la cooperativa -ofrecer techo, trabajo y, casi lo más importante, papeles, a personas vulnerables- funcionó desde el principio, pero llegó un momento en el que vieron que cojeaba la parte de negocio. "Vimos que teníamos que reforzar la parte económica, ya que la intención es poder llegar a ser autónomos", indica Jesús García, coordinador de la iniciativa que, tras agotar el primer convenio municipal, de dos años, ha sido renovada por tres años más.

El reciente traslado -están aún en plena mudanza- forma parte del plan de viabilidad que han elaborado para reforzar los ingresos. Es una nave mucho más grande en el Bon Pastor, donde han entrado a formar parte del plan de barrios, y de la apuesta, dentro del mismo, por reactivar el polígono industrial del distrito de Sant Andreu.  "Hemos cambiado de barrio, pero lo que queremos es sumar. No hemos abandonado el Poblenou. Seguimos trabajando en Sant Martí y formando parte, por ejemplo de la Taula del Eix Pere IV. Queremos ser parte implicada en su transformación", subraya García. De hecho, uno de los proyectos de futuro es abrir una tienda de segunda mano en el futuro eje cooperativo en el que quieren transformar la hoy por hoy desértica calle.

Además de seguir con el servicio gratuito de recogida a domicilio de electrodomésticos y otros trastos voluminosos, que han ampliado a todo Sant Andreu, y trabajan para llegar pronto al Eixample y hasta Sants-, la cooperativa trabaja en varios proyectos nuevos.  En el nuevo espacio -que ellos mismos están transformando con sus propias manos- habilitarán una zona de taller para ofrecer cursos de reparación a vecinos del barrio y reparar todo aquello que sea reparable para volverlo a poner en circulación.