Infraestructuras y patrimonio

El concejal en la sombra

Mil veces secretamente destruidos, los tesoros arqueológicos ocultos bajo la piel de la ciudad han terminado por obligar a reconsiderar no pocos planes urbanísticos de Barcelona

El mercado 8 La ciudad derruida por Felipe V, bajo el abrigo del recinto del Born.

El mercado 8 La ciudad derruida por Felipe V, bajo el abrigo del recinto del Born.

CARLES COLS
BARCELONA

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EnRoma(Federico Fellini, 1972), un grupo de trabajadores de las obras del metro descubren tras un muro, por puro azar, una antigua villa romana de paredes bellamente decoradas. Iluminan con sus linternas los frescos. Pero solo los disfrutarán unos instantes. El aire del exterior invade la hasta entonces sellada sala y corrompe las pinturas. En unos segundos, nada queda de aquellos frescos. Que perfecta metáfora de la historia reciente de Barcelona, de todo cuanto se ha perdido, de todo cuanto solo han visto los empleados de las obras del metro, o del párking, o de la promoción inmobiliaria...

Barcelona vivió confundida hasta los Juegos Olímpicos de 1992, pues la historia oficial sostenía que la antigua Barcino, fundada en el siglo I D. C. por legionarios licenciados de las guerras cántabras, había sido arrasada por las invasiones bárbaras siglos después. No fue así. La ciudad medieval creció sobre los techos de la romana, puede decirse ahora que afortunadamente, ya que, coincidiendo con el frenesí urbanístico de los JJOO, comenzaron a ver la luz hermosos tesoros, como los mosaicos de la villa romana descubierta en la calle del Bisbe Caçador a principios de los 90, un hallazgo que, visto ahora con perspectiva, puede considerarse como el punto kilométrico cero de una sensibilidad con el pasado de la ciudad que no se tuvo, por ejemplo, cuando el metro se abrió paso en Ciutat Vella o se construyó el aparcamiento subterráneo de la avenida de la Catedral. O peor aún, cuando se construyó el párking del Born, que a pico y pala destruyó lo mismo que ahora se conserva entre algodones en el antiguo mercado del mismo nombre, es decir, la parte de la ciudad que Felipe V ordenó demoler en 1714.

Proyectos descartados

El antiguo mercado del Born es, tal vez, el paradigma de cómo la arqueología ha terminado por ser una suerte de concejal de urbanismo en la sombra. En el Born estaba proyectada la gran biblioteca provincial de Barcelona. El plan se descartó. En la avenida de Francesc Cambó, bajo el mercado de Santa Caterina, tenían que aparcarse las flotas de autocares turísticos que estragulan la Via Laietana. El proyecto se desdeñó, pues no en vano, bajo el edificio del mercado antiguo, edificado en 1848, dormía un antiguo taller de cerámica romana, un cuartel militar francés y un convento dominico.

Así es Ciutat Vella. Un pastel milhojas que tanto propicia un hallazgo neolítico bajo el solar elegido para la nueva Filmoteca, en el Raval, como el descubrimiento de un resto desconocido de muralla medieval bajo una esquina del mercado de Sant Antoni justo cuando se había decidido por fin emprender su reforma, o los restos de un misterioso barco nórdico tierra adentro junto a la Estació de França.

Alegría o contratiempo. Ese el dilema que se decide cada vez que los empleados de una empresa constructora tropiezan con lo imprevisto. La tentación de callar es muy fuerte. En los últimos 10 años no son pocos los casos en los que ha sido el aviso de un vecino el que ha puesto en estado de alerta a los arqueólogos municipales. Así sucedió cuando en Horta un grupo de trabajadores dio con una prensa romana que insistían en afirmar que no era más que una gran piedra o cuando en la calle de Septimània, junto a Lesseps, un vecino avisó del hallazgo de una fosa en la que, al parecer, habían sido enterrados, bien lejos del centro de la ciudad, un grupo de víctimas de una epidemia de peste.

Alegría o contratiempo. Es un dilema interesante, pues lo que para la empresa constructora terminará por ser una desviación al alza del presupuesto de las obras, para la ciudad puede ser un pequeño tesoro.

A no ser, claro, que el hallazgo sea literalmente un tesoro, como la saca con 450 monedas de bronce que fueron accidentalmente descubiertas bajo una de las puertas del parque de la Ciutadella, que un infeliz escondió hace 300 años y jamás recuperó.