Con la tienda a cuestas

Lost&Found 3 Reciente cita con la segunda mano en la estación de França.

Lost&Found 3 Reciente cita con la segunda mano en la estación de França.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Con la tienda a cuestas. Hoy aquí, mañana allá, buscando un escaparate sin fin y un cliente en permanente rotación. El mercadillo vive una revolución en Barcelona como gran plataforma de distribución. Tras años de sequía de mercados urbanos itinerantes o efímeros, la capital catalana ha visto como se multiplica esta fórmula de distribución en apenas dos o tres años. La misma crisis que ha lastrado los beneficios en los mercadillos semanales tradicionales (tipo Zona Franca o Bellvitge) -su público está tocado de pleno por el paro, aducen- ha espoleado la creación de otro tipo de montajes, muy urbanos y donde nuevos creadores sin posibilidad de distribuir su producto en tiendas fijas ven una ventana al consumidor, más allá de internet.

La oferta se cuenta por decenas. Tantas son las réplicas que corren el riesgo de solaparse en ideas y conceptos. Mónica Masana, una de la artífices del precoz Barcelona en las Alturas, hace cuatro años, asiste al auge de propuestas desde la certeza de que para sobrevivir hay que «tener una filosofía propia», tanto en el tipo de producto a la venta como en el perfil de cliente al que se apunta. En su caso, captó una «necesidad» de dar visibilidad a emprendedores que «no podían acceder a las tiendas», por la inversión que comportaba. En esta cita, en la zona alta, predominan nuevos diseñadores, piezas de calidad o 'vintage' de marcas de lujo, por ejemplo. Pero la lista abarca todos los bolsillos y zonas.

Cabe distinguir dos tipologías muy distintas de mercado de quita y pon. El tradicional, de regularidad normalmente semanal, que se celebra en la vía pública y precisa de licencia y el pago de tasas municipales, incluye según los últimos datos de la Generalidad unos 572 mercados que se celebran en 475 municipios catalanes. El ejemplo más potente en Barcelona es el de la Zona Franca, que se convoca cada domingo por la mañana y que puede concentrar a unas 40.000 personas. Su portavoz, Julián Ramos, señala que aunque su oferta se caracteriza por productos económicos (ropa, complementos y artículos de hogar) la recesión económica ha apagado las ventas porque el cliente prototipo, de clase media y baja, se ha visto muy afectado por la crisis.

En la capital catalana, el ayuntamiento contabilizó 271 iniciativas comerciales en la vía pública en el 2013, incluyendo ferias periódicas. Su criterio, pese al auge, es «velar por el equilibrio» para no perjudicar al pequeño comercio que abre la persiana cada día. Pero a esta cifra cabe agregrar muchas iniciativas en recintos privados alquilados para la ocasión, aunque precisen permiso.

Y es que esa coyuntura económica, paradójicamente, ha ejercido un efecto contrario en el fenómeno de los markets urbanos, en la calle o a cubierto. El primer germen fueron las ferias o seudomercados de artículos usados, como escenario de intercambio o reventa a precios bajos de lo que ya no se utiliza. «La crisis ha empujado a la gente a otro tipo de consumo, con gran peso de la segunda mano», razona Leticia Santamaría, directora del exitoso De mano en mano que la pasada Navidad se organizó en pleno claustro de la UB. Pero a esta coyuntura se sumó una avalancha de talento creador o comercializador, que no pudiendo acceder a alquilar un local comercial distribuían el género por internet. Y aunque la venta on line no crece, la «exhibición física» de los artículos y la promoción de la marca convirtieron a mercadillos efímeros o estacionales y ferias de venta en el complemento redondo a la nueva distribución. Sin olvidar la moda delo retro.

En plena ebullición, a finales del año pasado llegó Palo Alto, cuatriplicando la afluencia prevista en su primer sábado de funcionamiento, en el coqueto recinto fabril impulsado por Javier Mariscal hace tres décadas y que entre semana aglutina talleres de diseño y arquitectura. Su instigador, Pedrín Mariscal, ha tenido que reconducir el invento incluyendo una entrada simbólica de pago para regular la afluencia y asumir la importante logística que precisa esta cita de 150 expositores (con larga lista de espera), donde se prima «aportar cosas nuevas» y se funciona como «plataforma de nuevos creadores», del 'vintage' con estilo a las series limitadas. «En Barcelona esto tenía que ocurrir, y ha ocurrido», sentencia.

El barcelonés o el turista han pasado del oasis a la multioferta, con opciones todas las semanas, sea con segunda mano y chollos (Lost&Found, Flea Market, Original y Todo a un euro por Two Market, De mano en mano, On the garage, el Rastro de la Virgen, Olimpia Market, El Garage de mi casa, los mercadillos del hotel Gallery, entre otros, y un sinfín), con más diseño (En las alturas, Palo Alto...)o más turísticos como Downtown (Maremagnum). Sin olvidar gastronómicos como All Those Food Market o Eat Street.