Colau tratará de sellar contrarreloj esta semana un pacto de decrecimiento turístico

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CARLES COLS / BARCELONA

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El futuro de Barcelona se definirá esta próxima semana. No es un exceso subrayarlo así. El equipo de gobierno la ciudad ha dado a conocer su propuesta definitiva de Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT), una siglas sin gancho tal vez, pero de la aprobación o no de este proyecto dependerá cuántos hoteles, albergues y apartamentos turísticos más podrán abrir sus puertas en los próximos años, dónde lo harán y, sobre todo, en qué zonas se plantea incluso una progresiva reducción del número de camas disponibles para visitantes. La sobreoferta turística es, tras el paro, la mayor preocupación de los barceloneses. Eso reveló el último barómetro municipal. La última propuesta del equipo de gobierno, que pretende aprobar esta próxima semana contrarreloj, amplía notablemente la llamada zona 1, es decir, aquellos barrios en los que no solo no estárá permitida la apertura de nuevos alojamientos turísticos, sino que, además, cuando una cierre sus puertas tampoco se autorizará que su lugar lo ocupe un nuevo negocio del mismo tipo. La zona 1 es la del llamado decrecimiento turístico.

Corre el calendario. Es decir, actualmente esta vigente una moratoria que comenzará a caducar, primero en Gràcia, a partir de mediados de marzo. Si no hay acuerdo entre los grupos políticos municipales, ya sea sobre un PEUAT muy restrictivo o sobre uno más laxo, sencillamente se volverá a la casilla de salida y los promotores hoteleros podrán volver a solicitar licencias de aperturaTantas como deseen. Si reúnen las condiciones legales, no podrán ser denegadas. Lo que eso significa ya lo saben los barceloneses. Durante el último año, pese a la moratoria, la apertura de establecimientos no ha cesado. Han abierto sus puertas o están a punto de hacerlo todos aquellos negocios que solicitaron la licencia antes de la entrada en vigor de la suspensión, una medida que ha funcionado, según se mire, como un embalse de contención. Una grieta política puede ahora desencadenar una riada de nuevas solicitudes, advierten fuentes municipales.

AMPLIACIÓN DE LA ZONA 1

En la nueva propuesta sobre la mesa, la llamada zona 1 crece notablemente. Lo hace en aquellos barrios donde el movimiento vecinal está en estado de alerta porque allí los residentes han descubierto en sus calles síntomas que hasta hace poco parecían exclusivos de áreas como Ciutat Vella o el tronco central del Eixample. Entre el plan inicial con el que comenzaron las negociaciones y el que ahora pone a debate el equipo de gobierno, las diferencias son varias e importantes. En el caso del Eixample, se incorpora a la zona de decrecimiento turístico la porción más tensa del barrio de Sant Antoni (entre Floridablanca, Paral·lel, Urgell y Ronda Sant Pau). Hasta ahora ese espacio era calificado como zona 2, es decir, donde no pueden abrirse nuevos establecimientos, pero donde las camas de alojamiento turístico que se pierdan sí pueden ser sustituidas por otras nuevas.

Del distrito de Sant Martí pasarán a ser zona 1 (en caso de aprobación del PEUAT) los barrios del Poblenou y Vila Olímpica. En este segundo barrio, por ejemplo, el termómetro de la preocupación ciudadana ha subido de temperatura tan pronto se conoció la próxima apertura de un albergue con 440 camas. Pero otra novedad, respecto al plan inicial del PEUAT, es que la zona del 22@ situada por debajo de la Diagonal deja de ser una zona de crecimiento hotelero controlado a ser zona 2, por lo tanto, de crecimienro congelado.

Por último, pasa también a ser zona 1 el barrio de Hostafrancs, con lo que, finalmente, el área en la que el Ayuntamiento de Barcelona pretende poner a ‘dieta turística’ es una gran letra T invertida, rodeada de inmediato por una zona 2, en la que el crecimiento de plazas tampoco está permitido. Solo en la Barcelona más periférica el PEUAT prevé un crecimiento pausado de la oferta turística.

LA CONDICIÓN DE ERC

El problema, lo dicho, es que corre el calendario. Barcelona en Comú y el PSC, la alianza que gobierna la ciudad, tiene un acuerdo parcial con Esquerra y la CUP para aprobar esta misma semana en comisión el PEUAT y llevarlo así al pleno municipal de fin de mes. Si eso no sucede, el fin de la etapa de suspensión de licencias puede sacudir la ciudad. Frente a este bloque se alinean CiU, Ciutadans y PP, que son partidarios de una regulación (lo cual ya es toda una noticia en comparación con su posición en mandatos anteriores), pero mucho más matizada. El problema del equipo de gobierno, sin embargo, no es el bloque conservador del pleno consistorial, sino que Esquerra puso esta semana sobre la mesa una condición de muy difícil cumplimiento. El grupo que lidera Alfred Bosch pretende que el Ayuntamiento de Barcelona impida por la vía de la compensación económica la apertura de tres establecimientos turísticos polémicos, los hoteles de Drassanes y del Rec Comtal, y el albergue de la Vila Olímpica.

Esquerra ha terminado por abrazar la tesis de que el negocio del turismo requiere en Barcelona un corsé, para poner freno a su exponencial crecimiento. Pero llegado el momento, según temen fuentes del equipo de gobierno, intenta llevar el pulso más allá de lo razonable. Los republicanos exigen una consulta entre los vecinos para conocer su opinión sobre tres de los hoteles más controvertidos de la ciudad y, en caso de que deseen que no abran sus puertas, echar mano de las arcas municipales para resolverlo. No sería esta una solución barata. Una indemnización de este tipo, si afectara a los tres hoteles, podría ascender a 100 millones de euros.

En resumen. El futuro más inmediato de Barcelona pasa por una comisión municipal que se celebrará esta misma semana y, casualmente, justo después de que se haya dado a conocer la noticia de que la torre Agbar no será, como se anunció, un hotel, sino que mantendrá su uso como edificio de oficinas. Para la oposición y para los sectores partidarios de incrementar la oferta turística, esta marcha atrás es culpa del equipo que lidera Ada Colau. La versión contraria a esta tesis es que las características del edificio no son idóneas para la apertura de un hotel. Sea por una razón o por la otra, la noticia le ha añadido tensión a la recta final de debate del PEUAT.