Barcelona se queda sin metro en el peor momento

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TONI SUST / BARCELONA

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Ocho meses después de tomar posesión como alcaldesa de Barcelona, Ada Colau se enfrenta con el gran primer escollo de su mandato. La feria más importante de la ciudad, el Mobile World Congress, se verá afectada por dos jornadas de huelga de los trabajadores del metro: el lunes y el miércoles. Un servicio de transporte que, por ejemplo, de 8 a 9 de la mañana recibe a 120.000 viajeros. Como mucho, un acuerdo de última hora podría evitar los paros del miércoles, pero la suerte está echada para este lunes. Había habido amenazas similares, porque la semana del Mobile concita multitud de protestas: se ha convertido en un periodo sensible para negociaciones laborales porque lo que la ciudad se juega esos días permite ejercer una presión mayor.

El conflicto entre los trabajadores del metro y la dirección de Transports Metropolitans de Barcelona viene de lejos y las posiciones están encontradas desde que hace cinco meses se empezó a hablar de la negociación del convenio. Cuando faltaban tres días para el Mobile, Colau anunció el pasado viernes que tomaba las riendas del asunto y que hablaría con los representantes sindicales. “Se ha movido demasiado tarde”, decía el sábado un trabajador del metro, uno de los apostados hasta la pasada madrugada ante la sede de Treball en la que empresa y trabajadores negociaron hasta romper.

LA MISMA PROPUESTA

Volviendo al viernes: Colau y su equipo destacaron hasta la saciedad el hecho de que la alcaldesa se implicara personalmente en la negociación, como si fuera a resultar decisivo. Pero no supuso mayor novedad: se presentó a la reunión con la propuesta que la plantilla ya había rechazado por unanimidad, que constaba, entre otros aspectos, de un incremento salarial de un 1% y del paso de 250 trabajadores de temporales a definitivos. Los trabajadores pedían que afectara a 600 y ven insuficiente el aumento de sueldo ofrecido.

Pese al desacuerdo, ambas partes se mostraron abiertas a seguir hablando, por lo que se optó por celebrar una nueva reunión el sábado, con la mediación de Treball. La verdad es que flotaba en el ambiente la convicción de que, como en otras ocasiones, se lograría evitar la huelga en el último momento, pero no fue así.

OFERTA Y CONTRAOFERTA

El sábado la empresa sí introdujo algunos cambios en su propuesta original. Le agregó el posible pago de unos 700.000 euros para toda la plantilla, unas 3.600 personas, condicionado a productividad. Los representantes de los trabajadores rechazaron el concepto. Hubo contraoferta sindical y primó la falta de entendimiento.

De madrugada, se rompió todo. Los trabajadores acusaron a la cúpula de TMB de supeditar un pacto a que esa misma noche se cerrara un convenio para tres años. Y se fueron indignados. “Es una vergüenza. Una provocación”, dijo el presidente del comité de huelga, Óscar Sánchez. La empresa niega que ese ultimátum existiera. Lo niega su presidenta, la concejal de Movilidad, Mercedes Vidal.

TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN

Entre los representantes sindicales flota la sospecha de que lo que se perseguía era que se levantaran de la mesa para poder denunciarlo. Y de forma más general, impera entre ellos cierta convicción de que que la dirección de TMB ha hecho lo indecible por frustrar un acuerdo con el objetivo último de perjudicar la imagen de Colau. Pero por ahora no se conocen pruebas que lo demuestren.

La reunión del sábado fue particular: por primera vez por parte de TMB acudieron sus máximos representantes, algo que la plantilla reclamaba. Se entiende que Colau forzó ese movimiento. Acudieron el consejero delegado de TMB, Enric Cañas; el director de recursos humanos, Jaume Tintoré, y el director del metro, Marc Grau.

COLAU HABLA CON PUIGDEMONT

Tras la comparecencia de este domingo, en la que Colau insistió en que no hay margen para mejorar lo que se ofrece a los trabajadores del metro, y a la vista de que no había opción de alcanzar un acuerdo con el comité de huelga, el ayuntamiento y Treball establecieron contactos con UGT y CCOO para explorar salidas al conflicto, ante el rechazo frontal del sindicato mayoritario, CGT.

No se antoja nada fácil, pero estas conversaciones apuntaban a la opción de que UGT y CCOO sí se avinieran a seguir hablando, y eso permitiera visualizar que una parte de los trabajadores está dispuesta a desconvocar la huelga, lo que llevaría a otra asamblea. Una hipótesis que se ve debilitada por el rechazo que las anteriores asambleas han mostrado a la propuesta de TMB. Ante el conflicto que se acerca, la alcaldesa habló también del tema con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. El mantra del consistorio es que los trabajadores no tienen razón y que ni Colau ni TMB van a moverse un centímetro más.