EXPEDIENTE ABIERTO
La coctelería 'clandestina' más famosa de Barcelona, cerrada por falta de licencia
Mutis, el local que enamoró a Robert de Niro, espera resolver los trámites para volver a abrir puertas
La coctelería Mutis ha terminado con la puerta cerrada por problemas con su licencia en el piso principal que ocupa de la finca residencial que se encuentra en Diagonal, 192, al lado de Pau Clarís. El Ayuntamiento de Barcelona abrió hace más de dos meses un expediente a este emblemático club privado que hace cinco años fue escogido por 'The World's 50 Best Bars' (la lista que elaboran 150 expertos de 40 países) como la mejor coctelería de Europa y la decimosexta del mundo. El problema radica en que los técnicos municipales consideran que el espacio funcionaba como local de afluencia pública, cuando estaba registrado como sociedad gastronómica privada. Además, ofrecía música en vivo.
La Guardia Urbana se presentó por sorpresa una noche de febrero. "Había un concierto de pequeño formato y gente bailando. Era una minidiscoteca. Se hizo una inspección y se comprobó que el local no tiene permiso para acoger actuaciones musicales, lo cual puede conllevar una multa", apunta un portavoz de los agentes locales.
El club 'clandestino' o 'speakeasy' (nombre de los garitos ilegales estadounidenses que servían alcohol durante la ley seca), en el que también se podía cenar, no está precintado porque el expediente se encuentra "en proceso de resolución", informan fuentes del ayuntamiento. Aun así, Kim Díaz, su propietario, y también de los cercanos Bar Mut y Entrepanes Díaz, decidió cerrar la coctelería hasta que se resuelva el asunto. En estos momentos, está tramitando obtener la licencia correspondiente para salvar este concepto de local que enamoró, por ejemplo, a Robert de Niro cuando en el 2011 rodaba 'Luces rojas' en Barcelona. No solo fue cada noche a cenar al Mut y a disfrutar del Mutis, sino que llegó a plantear asociarse con Díaz para abrir una réplica del club en Nueva York.
"NO HABÍA ÁNIMO DE LUCRO"
Díaz afirma que constituyó una "maravillosa sociedad gastronómica" en la cual los socios son inscritos con una rigidez legal total. "No había ánimo de lucro, no era un negocio. Conseguí traer a mi casa a esas deseadas personalidades de la cultura barcelonesa ofreciéndoles todo mi arsenal de hospitalidad a través de mis cócteles, de la música en directo (me gasté un pastón en insonorizar el espacio) y de mi restaurante. La cuestión es que lo que estuve haciendo no estaba bien legalizado. Resulta que las normativas no me respaldaban. Espero poder volver a abrirlo algún día", se sincera el propitario.
Al Mutis solo se accedía por invitación rigurosa de uno de sus cerca de 500 socios o por decisión personal del propietario. No entraba nadie que no estuviera apuntado en la lista. Los clientes eran recibidos en la portería del edificio y acompañados a subir por las escaleras al principal. Según Díaz, en todos estos años, desde su fundación en el 2010 no ha habido protestas por parte de los vecinos, que también se han cruzado en el portal con Russell Crowe, Woody Allen, entre muchos famosos.
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