Las terrazas de la Rambla, la plaza Reial y Joan de Borbó cerrarán una hora antes

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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En pleno apogeo estival, Ciutat Vella decretará en los próximos días un recorte horario nocturno de una hora en las terrazas de la Rambla, la plaza Reial y el paseo de Joan de Borbó. Todos ellos tenían más libertad horaria desde hace años por su singularidad y centralidad, pero el ayuntamiento considera que para reducir las molestias que genera el ocio en la zona la mejor receta es frenar también la actividad legal en la vía pública. Los operadores, que han recibido con desagrado la noticia, temen que el remedio sea peor que la enfermedad si tras el cierre los clientes optan por recurrir a los lateros, que ofrecen bebida en todas las esquinas.

La actual medida no forma parte de la controvertida ordenanza de terrazas, que en estos espacios (considerados singulares) se está elaborando de cara a su implantación en el 2017, explican fuentes municipales. Pero su dilatado horario, instaurado por costumbre desde hace lustros y que permite el terraceo hasta las 2.00 de la madrugada entre semana y hasta las 3.00 los viernes, sábados y vigilias de festivo, ha llevado a la concejala Gala Pin a tratar de reducir progresivamente la tolerancia (de momento hasta la 1.00 entre semana y hasta las 2.00 el fin de semana) hasta que se acerque a la del resto de la ciudad, donde como máximo se cierra a la 1.00 el fin de semana. 

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El objetivo es bienintencionado para frenar el ajetreo a la fresca en el distrito al caer la noche, pero sus consecuencias son dudosas, según muchos, por la particularidad de dichos ejes, donde el ambiente de calle se estira mucho más allá de los horarios que marcan los establecimientos.

RESIGNACIÓN

Precisamente, ese es el argumento al que apelan en la Associació d'Amics, Veïns i Comerciants de la Rambla, cuyo nuevo presidente, Fermín Villar, ha asumido sin la medida como un ajuste tolerable. No porque les agrade, sino porque entienden que para favorecer la convivencia entre la actividad económica y el vecindario sea necesario recortar la ocupación de la vía pública. Pero puntualizan que solo lo acatarán si comprueban que tras el cierre de los veladores no se produce una invasión de venta ambulante de alcohol. Por ello, exigen medidas para que la presunta liberación del espacio público sea "real". 

En la anexa plaza Reial -donde primero se tuvo conocimiento del decreto, a final de junio-, hay resignación con la pérdida horaria y enfado por lo "precipitado" de la iniciativa, "en plena temporada y con toda la planificación y contratación de personal extra" ya ejecutada. "En tres meses no logramos tener una reunión con ellos y cuando nos contactaron (el distrito) fue para hablarnos del horario", cuenta el presidente de los Amics i Comerciants de la plaza, Rafa González. También predice problemas de seguridad, ya que sin los negocios abiertos "habrá botellón y trapicheos". "Los problemas se generan sobre todo cuando esta todo cerrado", opina. Los días 7 y 8 han recibido el aviso que les da 15 días para encajar el recorte (este fin de semana). En el ayuntamiento afirman que es inminente, pendiente de firma y publicación.   

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El vecindario de la zona ha transmitido en numerosas ocasiones al consistorio su reivindicación de apaciguar el jolgorio nocturno. Reme Gómez, presidenta de la Associació de Veïns del Gòtic, explica que sus frentes son "el ruido y la ocupación del espacio público". Y en este ámbito aplauden cualquier recorte horario que implique "desocupar la ocupación legal" y pensar en el descanso vecinal. También en el barrio marinero, colectivos como La Barceloneta diu Prou han pedido restringir la actividad turística, aunque la asociación de vecinos de la Barceloneta no ha reclamado el recorte explícito de las terrazas de Joan de Borbó.

EN LA BARCELONETA

En esta zona, la Agrupación de Comerciantes e Industriales de la Barceloneta considera el decreto un "capricho" municipal que "nadie ha pedido en el barrio". Aseguran que los propios operadores frenan excesos ajenos en horarios o ruidos. El plan no afecta apenas a los restaurantes, que solían levar anclas poco después de la una, pero sí a las terrazas de copeteo. Josep Domènech, su presidente, lamenta que ahora que se ha resuelto el problema del zoco mantero en la calle, sea la actividad legal la que se vea afectada. 

Se da la circunstancia de que la acera de Joan de Borbó que da a la Marina Port Vell, junto con los negocios de la plaza de Pla de Palau, son de titularidad portuaria. En este sentido, fuentes del Port de Barcelona señalan que el objetivo siempre ha sido que la actividad fuera pareja a la de la acera que pertenece a Ciutat Vella, por lo que seguirán el modelo impuesto al otro lado de la calle. Rechazan convertirse en alternativa "refugio" a los loacles que cierran antes.