Ciudad de mercadillos

La crisis impulsa la venta especializada de ropa, joyas, libros y electrodomésticos de segunda mano

Los rastrillos con periodicidad mensual proliferan por galerías, bares, calles y plazas de Barcelona

FLEA MARKET 3 Rastrillo mensual de venta e intercambio de objetos usados de la plaza de la Blanquerna.

FLEA MARKET 3 Rastrillo mensual de venta e intercambio de objetos usados de la plaza de la Blanquerna.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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Recorrer unmercadillo en busca de gangas es como encontrar caracolas entre la arena de la playa. Y en tiempos decrisisaún es más gratificante la sensación de adquirir ropa, muebles, libros, DVD, juguetes, ordenadores, bisutería y objetos de segunda mano en buen estado y a precios de saldo. Desde el inicio de la recesión, los rastrillos de periodicidad mensual son una tendencia en alza en Barcelona, donde plazas, bares, galerías, centros cívicos y calles se llenan de trastos y curiosidades, sobre todo los fines de semana.

Es el mundo del regateo donde no existe la palabra Visa, donde se venden pertenencias personales, donde muchos de los que ponen las paradas dependen de estos ingresos para llegar a fin de mes y donde los clientes disfrutan hurgando entre variopintas mercancías.

REFERENTES / La mayoría de mercadillos que han emergido enBarcelona en los últimos cinco años tienen nombre inglés: Lost and Found (oficina de objetos perdidos), Flea Market (en referencia al mercado de las pulgas de París), On the Garage y Brick Lane (como el mercado del East End de Londres). «Pero los grandes referentes son Portobello, en el barrio londinense de Notting Hill, y el Garage Sale (venta de garaje), toda una tradición en EEUU, donde la gente vende a precios simbólicos lo que le sobra en casa», cuenta Josep Puig, coordinador de On the Garege, que se celebra una vez al mes en L'Ovella Negra de Poble Nou, que en diciembre acogerá una venta de juguetes de segunda mano.

De profesión arquitecto, afrontó la falta de trabajo con un cambio radical de vida. «Mi novia me pidió que organizara un mercadillo para vender la ropa que ya no se ponía. Así empecé». Para la gestión y promoción se apoya en las redes sociales. «La gente está harta del exceso de consumismo y cada vez se valora más el reciclaje», agrega Puig.

Moisés Rojo es bailarín. Las dificultades que pasaban sus padres para pagar la hipoteca lo llevó a desprenderse de su ropa y de su ordenador. Desde entonces monta paradas en distintos mercados donde vende desde bambas a bicicletas. «Las crisis sirven para valorar lo que realmente necesitas». Lídia Espinar es asistenta social especializada en drogodependencias. Se quedó sin trabajo, y optó por vender ropa 'vintage'. «Los mercadillos son un movimiento alternativo, clandestino y contracultural».

El espacio Mitte (Bailèn, 86) prepara Cheap&Chic para el 14 y 15 de diciembre. Alejandra Raschkes, propietaria de este bar-galería, asegura que no es una propuesta más. «Hay un gran esfuerzo en la selección de complementos y diseños de calidad». Fabiana Finetto, la organizadora, apuesta por que al menos una de las paradas sea de ropa 'vintage'. «Hemos de salir adelante, para eso hace falta creatividad, energía y entusiasmo», asegura Finetto.

EN PLENO CENTRO DE LA CIUDAD / El Bigote del señor Smith, en la calle Joaquín Costa, 38, y el restaurante Biocenter (Pintor Fortuny, 25) son espacios polivalentes que acogen rastrillosesporádicamente. El primero es el exquisito Brick Lane, y el segundo Va de Maletas, donde el único requisito es que todos los objetos quepan en una valija.

De mano en mano es un mercadillo social itinerante, en el que se intercambian o e venden piezas artesanales de moda y decoración. Alguna edición se celebra en el Convent de Sant Agustí, el mismo lugar que acoge Pulgas Mix, que acaba de cumplir 10 años de vida.

«La basura de un hombre puede ser el tesoro de otro». Es el lema del Flea Market, con cien paradas en la plaza de la Blanquerna. Lo codirige Natalia Pérez, que prepara otra edición para el 2 de diciembre.