Arte en las calles de Ciutat Vella

La ciudad del beso

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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¿Quiénes son los protagonistas del beso? O... más concretamente, ¿son los o las? La sensual imagen juega con la ambigüedad. La boca entreabierta, con los labios pintados, es claramente femenina. La duda está en los labios carnosos que la muerden, sobre los que no hay sombra de virilidad. La respuesta del autor es igualmente misteriosa: «Y a ti, ¿qué te parece? Que juzguen los ciudadanos». Los ciudadanos han sido, en realidad, los protagonistas del gran fotomosaico mural de Joan Fontcuberta 'El món neix en cada besada', inaugurado ayer en la plaza de Isidre Nonell de Barcelona.

La obra, de ocho metros de largo y casi cuatro de alto, quiere simbolizar «todos los besos». La magia del primero, la nostalgia del último, la adrenalina del dado a escondidas, el morbo del prohibido y la emoción del tantas veces soñado. El cándido, el dulce, húmedo y el tórrido. «Simboliza el beso heterosexual, el homosexual, el fraternal. Son todos los besos», describía ayer el artista frente a la obra durante la inauguración, en la que participaron el alcalde de Barcelona, Xavier Trias; el comisiario del Tricentenari en Barcelona, en el que se enmarca la obra, Toni Soler, y el director de EL PERIÓDICO, Enric Hernàndez, diario que ha colaborado en la obra solicitando a sus lectores sus «momentos de libertad», imágenes que han servido de base a Fontcuberta.

'El món neix en cada besada' está compuesto por 4.000 azulejos con imágenes de «momentos de libertad» -el 'leit motiv' de los actos de conmemoración del Tricentenari- facilitadas por los lectores de este diario que se agrupan para formar un enorme beso, en una medianera hasta ahora sin ninguna gracia, en la plaza Isidre Nonell, en Ciutat Vella. Está formado por 80 columnas de azulejos y 50 filas, con las fotografías escogidas según su color y su densidad.

El alcalde destacó durante la inauguración que la obra es «una metáfora extraordinaria» de Catalunya, que recuerda los hechos de 1714 pero que anima a encarar el futuro «con estimación y con afecto», según él, y celebró que su emplazamiento «dignifica» un espacio del Gòtic que «antes estaba degradado», afirmación realizada ante una sonriente Mercè Homs, concejala de Ciutat Vella, que asentía con la cabeza.

HUIR DE LAS LAMENTACIONES / Fontcuberta confesó que su aspiración es que la obra se convierta en un icono de la ciudad, y destacó que quería plasmar el lema del Tricentenari -'Viure lliure'- desde una perspectiva positiva: «Quería huir de la idea del muro de lamentaciones, de la iconografía épica de 1714 y que fuera un muro de alegría, una propuesta optimista de futuro». «No en vano el poeta Henry Wendell Holmes escribió 'El ruido de un beso no es tan ensordecedor como el de un cañón pero dura mucho más'», evoca el artista, Premio Internacional de Fotografía de la Fundación Hasselblad en el 2013 y autor del cartel de la Mercè de la pasada edición, entre otros numerosos reconocimientos.

El comisario de los actos del Tricentenari en Barcelona, Toni Soler, aseguró estar convencido de que el fotomosaico se convertirá en un icono de la ciudad. Apostó que, a partir de ahora, además de la marca Barcelona, la ciudad será conocida como «la ciudad del beso» y resaltó que la obra deja un legado en forma de patrimonio histórico perenne de la conmemoración de 1714.

La obra se ha realizado a través de las imágenes que miles de lectores del diario hicieron llegar al artista a través de la etiqueta #momentsdellibertat vía Instagram, Twitter o correo electrónico. Posteriormente, a partir de un banco de imágenes de más de 6.000 fotografías, Fontcuberta realizó el fotomosaico colocando las imágenes en forma de beso con un programa informático. «Se trata de un 'freeware', gratuito, cualquiera puede usarlo de forma libre», subraya el artista.

Las imágenes, seleccionadas por colores, se han impreso en colaboración con el ceramista Toni Cumella con la técnica de la fotocerámica, que consiste en transferir la imagen a un esmalte aplicando sobre las baldosas. Fontcuberta destaca también la combinación entre el trabajo tecnológico del tratamiento informático de la imagen y el artesano de colocar una a una de forma manual las baldosas sobre el impresionante mural.

Uno de los árboles de la plaza, justo frente a la parte del beso que siembra el misterio, centró ayer una conversación informal entre Fontcuberta y Trias al despedirse. «Tapa un poco la obra, alcalde», dejó caer el artista.