modificación del plan de accesibilidad del transporte público

CiU corregirá el «error garrafal» de las franjas de caucho del autobús

Restos de cola adheridos al suelo de la calle de Craywinckel, ayer, donde se cambió la ubicación de la parada.

Restos de cola adheridos al suelo de la calle de Craywinckel, ayer, donde se cambió la ubicación de la parada.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Las personas ciegas son conscientes de que despiertan en el peatón vidente una mezcla de lástima, empatía y apuro ante el posible tropezón. Son ciudadanos tan o más independientes que el resto, con el único hándicap de llevar una vida pública que requiere de ciertas rutinas. Para facilitar sus movimientos, el ayuntamiento pensó que sería bueno advertir las paradas de bus con una banda de caucho. De este modo, el viajero con bastón podría seguir el relieve hasta posicionarse frente a la marquesina. Ahora, casi dos años después, el nuevo gobierno municipal de CiU prevé retirar este sistema que tacha de «error garrafal»: la goma se despega con facilidad y al arrancarla, el pegamento se mantiene adherido a la baldosa.

El PSC gastó 3,2 millones de euros del fondo estatal de obras locales para financiar su plan de accesibilidad del transporte público. Además de este controvertido encaminamiento que se instaló en 2.500 paradas de toda Barcelona, se colocó una placa cuadrada azul para señalizar el mejor lugar para situarse con la silla de ruedas -pegatina cuya adherencia también se ha demostrado deficiente- y se nivelaron con resina permeable los agujeros de los alcorques, los espacios de tierra que rodean los árboles, para evitar sorpresas con el desnivel. Eduard Freixedes, concejal de Movilidad, ha pedido a los técnicos municipales que revisen todo este montaje que en su momento ya suscitó dudas entre usuarios y expertos. La ONCE advirtió que el material utilizado «no es el adecuado» y la asociación Promoció del Transport Públic consideró «inaceptable» que haya «más trampas en la calle».

NI COLA NI CLAVOS / Así las cosas, el ayuntamiento ya ha instado a los distritos a que retiren las gomas que evidencien problemas de mantenimiento y que se olviden de seguir añadiendo cola de impacto y, como se hace en algunos barrios, de sujetar el caucho con clavos. Las placas que aguanten el tipo no desaparecerán, según Freixedes, hasta dentro de «dos o tres meses», cuando se concluya «cuál es el mejor sistema». El método ideal, aunque también el más caro, es la baldosa grabada, la que lleva el dibujo linealtatuadode serie en el cemento (foto inferior).

El concejal argumenta que la placa de caucho «resulta una buena solución para lugares interiores, como un gimnasio», pero en ningún caso es recomendable colocarla en la vía pública, donde está a merced del clima y el desgaste constante. «La decisión fue un «error garrafal», sentencia. Según Freixedes, la inyección repetida de pegamento hace muy difícil que se puedan reclamar daños y perjuicios a la empresa responsable de la obra, que siempre podrá acogerse a la mala praxis del cliente.

Francesc Narváez, concejal de Movilidad en la era socialista y padre de la cosa, adujo en octubre del 2009 que esta franja rugosa traía como principal virtud la posibilidad de cambiarla de lugar con facilidad en el caso de que TMB trasladara la parada a otra parte, cosa que sucede a menudo. Con el tiempo se ha demostrado lo contrario. Así ha sucedido en calles como las de República Argentina o Craywinckel, donde hace un año se cambió el sentido de la circulación. Todavía hoy, como se aprecia en la foto central, la placa del firme recuerda el lugar en el que se detenía el transporte público.

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