Cine de barrio

Este domingo se cumplen cinco años de la apertura de la Filmoteca en el Raval

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JAVIER PÉREZ ANDÚJAR / BARCELONA

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Esteve Riambau era cirujano, nefrólogo, pero un día lo dejó todo para dedicarse al cine y desde 2010 es el director de la Filmoteca de Catalunya. Su director adjunto, Octavi Martí, había sido antes periodista y también realizador de televisión. A veces se les veía juntos, pero no revueltos, en los debates cinéfilos del canal Cineclasics, en una de aquellas plataformas de pago que llenaron los bloques de parabólicas. Era Octavi Martí quien colaboraba en dicho canal presentando viejas cintas con su busto en blanco y negro sobre una cortinilla en color que no cesaba de ondear. Esteve Riambau salía en el canal Cinematk, es decir, en la competencia. Allí daban pormenores, explicaban cosas del cine apenas unos minutos, pero hacían que hubiésemos hablado con alguien en la soledad colectiva de las familias, de los amigos, de las parejas, de los solitarios que se ponen delante de la tele a ver una película probablemente buena. Conseguían que el espectador sintiera que el cine era algo muy profundo que se ve fuera, pero que pasa dentro.

A ambos les pierde (lo cual es triunfar) su pasión por el cine francés. Quizás ayude a contextualizar esa querencia saber o recordar que durante años Octavi Martí había sido corresponsal en París y que Esteve Riambau era hijo de un gran traductor de Simenon al catalán y al castellano, llamado Esteve Riambau. Es un detalle muy cinematográfico el de los dos amigos que han soñado lo mismo, con visiones equiparables, y que al final juntos inauguran un flamante templo del cine. No es lo mismo lo cinematográfico que lo peliculero.

Pues bien, precisamente hoy, este domingo 19 de febrero, se cumplen cinco años de la apertura en el Raval de dicho santuario: la filmo. Esteve Riambau padre nos lo explicaría bien, ya que también tradujo mucho del inglés; nos diría que santuario, sanctuary, es más conveniente traducirlo como refugio (pero esto lo saben todos los faulknerianos). Entonces, ¿es la Filmoteca un refugio o un santuario? Es una mole de hormigón con cristales enormes y de puertas pesadas de empujar, en una plaza que lleva el nombre de un anarcosindicalista legendario, Salvad

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or Seguí, el Noi del Sucre, pues en ese lugar fue asesinado por los pistoleros de la patronal.

Ahora ya no está la calle de la Cadena, ni otras, donde ocurrió todo eso. Ahora en vez de pobreza se dice multiculturalidad. Detrás de la filmo, otra nueva plaza lleva el nombre de Manuel Vázquez Montalbán. En esa área del Raval se concentra lo más rojo de nuestro siglo XX a los pies de un hotel lounge de 4 estrellas. Por los bancos de la plaza de Vázquez Montalbán, la gente se queda sentada al sol como si todos los días fuese lunes.

Por la otra banda, en Robador, la prostitución hace la calle en todos los sentidos. Algunas de las mujeres que trabajan en las aceras también son público fiel de la Filmoteca. Hay una que ya no viene, pero que fue de las primeras en apuntarse, y que se habituó, así lo explicaba ella, a raíz de un ciclo dedicado a Pasolini. Vio que daban Mamma Roma (la película en que la Magnani hace de prostituta), sintió curiosidad y entró. Hace tiempo que no se la ve por el Raval.

ESPECTADORES DEL BARRIO

Y como en La rosa púrpura del Cairo, también hay personajes que han salido de la pantalla para pasear por las calles del barrio, y viceversa. Es el caso de Mónica del Raval, la protagonista del maravilloso documental de Francesc Betriu, la cual, desde que pasaron su película, aparece por el bar de la filmo ofreciéndole copias pirata a la clientela. Betriu está que trina. El director mejicano Arturo Ripstein y su mujer, la guionista Paz Alicia Garciadiego, también se quedaron fascinados con el entorno de la Filmoteca. A un pase de la última entrega de Mad Max se presentó un grupo de chavalas con velo. Y una vez un colectivo sij alquiló una sala para proyectar una película patriótica. El Raval es el barrio que aporta más espectadores a la Filmoteca, y Gràcia es el siguiente, con mucha gente joven.

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El cine trasciende las culturas, pues es por sí mismo una cultura. Cuando la filmo ha programado pensando en colectivos étnicos y nacionales, únicamente han tenido éxito las sesiones de cine alemán. En el resto de los casos, ningún grupo se ha sentido llamado de una forma masiva. De manera multitudinaria, por encima de cualquier tipo de colectivo, el mayor éxito durante estos cinco años de Filmoteca en el Raval ha sido el ciclo de cine nazi y propaganda. Y uno de los grandes fracasos, muy a pesar de Esteve Riambau y de Octavi Martí pues adoran a este cómico, fue el ciclo dedicado a Jerry Lewis. Pero esto mejor que para dibujar el gusto del público quizá sirva para mostrar qué sienten los cinéfilos más apremiante, o más próximo, o más inminente, en estos oscuros años de crisis que estamos soportando.

El martes que viene, el director francés Robert Guédiguian (el de Marius y Jeanette) presentará en la Filmoteca el preesteno de su última película, Una historia de locos. Su cine tiene mucho de social y de político y cuenta cosas como las que pasan en el Raval y en Barcelona.