LAS ATRACCIONES MÁS VISITADAS DE LA CIUDAD EN EL 2011

La centenaria casa ondulada

La Pedrera recibe un millón de visitas al año para contemplar la terraza más admirada de Barcelona

CRISTINA SAVALL / Barcelona

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Siempre hay turistas con cámaras enfocando el oleaje de piedra caliza de la fachada de la Casa Milà, el edificio civil de Antoni Gaudí más fotografiado y visitado de Barcelona desde que en 1987 se abriera al público el acceso a la azotea donde las sombras de las chimeneas se transforman en guerreros galácticos.

La Casa Milà, más conocida como La Pedrera, contabiliza alrededor de un millón de visitas cada año, y un total de 20 millones desde su apertura al público. Pero estas cifras solo registran las ventas en taquilla de las entradas diurnas, que de marzo a octubre amplían su horario de las 9 de la mañana a las 19.30 horas, cuando se acepta el último acceso. Aunque las puertas del paseo de Gràcia no cierran hasta las 10 de la noche.

En este registro anual, la Fundació Catalunya Caixa, propietaria del inmueble desde 1986, no contabiliza la asistencia a las actividades ni a las exposiciones temporales ni a los conciertos de jazz que en las noches de verano acoge el terrado. En ese caso, el resultado superaría los 1.300.000 visitantes al año, lo que situaría a La Pedrera por delante del zoo y del Museu Picasso entre los lugares más visitados de Barcelona.

En el primer semestre del 2012, solo en enero ha computado más público que en el 2011. En los otros meses las visitas han bajado alrededor de un 5%, pero de cara al otoño las previsiones son favorables debido a los actos conmemorativos del centenario del edificio.

El 31 de octubre de 1912, Gaudí firmó el certificado de fin de obras de un inmueble que hace un siglo rompió con la estética neoclásica de los edificios que la envolvían, lo que no agradó a todo el mundo y fue motivo de chanzas y de irónicas viñetas en los diarios de la época. Hoy, en el siglo XXI, es uno de los iconos arquitectónicos de Barcelona y un activo radar de turistas dispuestos a soportar largas colas y a pagar 16,50 euros por la entrada.

Tras una profunda rehabilitación que finalizó en 1996, el público puede andar por los patios y por las buhardillas de arcos parabólicos que habían sido ocupadas por apartamentos particulares diseñados en los años 50 por Francisco Javier Barba Corsini. En 1999, el itinerario se amplió con la visita a uno de los pisos con farolas de gas que alquilaban sus primeros propietarios, el matrimonio formado por Pere Milà y Rosario Segimon.

Su sorprendente fachada, la originalidad de la terraza, las escultóricas barandillas con siluetas de algas, la ausencia de líneas rectas, los juegos de luz que propician los patios, los elegantes ascensores de madera, la singularidad de las escaleras, de las rejas y de la puertas, las baldosas inspiradas en animales marinos y los abstractos relieves de los techos... cualquier detalle otorga a esta casa modernista el carisma de una obra excepcional construida fuera de los esquemas de su tiempo, anticipándose a conceptos arquitectónicos que no se consolidaron hasta décadas después.

Casa de citas y bingo

En el libro La Pedrera. Gaudí y su obra, Daniel Giralt-Miracle, director del Espai Gaudí, una zona museística que se exhibe en el desván del edificio, cuenta que la Casa Milà ha vivido muchas vicisitudes. «Durante la guerra civil, algunas plantas fueron incautadas para ubicar el Departament d'Economia i Finances de la Generalitat de Catalunya», destaca el historiador. Y recuerda que durante la rehabilitación del edificio se descubrió un búnker subterráneo que servía de refugio durante los bombardeos.

Entre las curiosidades de La Pedrera, sorprende que ha llegado a acoger un mercadillo, una casa de citas, una pensión y un bingo, que aún viven inquilinos que cruzan las colas con su carrito de la compra, y que su primera tienda, la sastrería Morella, sigue abierta justo al lado del nuevo espacio gastronómico El Café de La Pedrera.