Carmen Carballo: "En los restaurantes, es ahí donde roban paraguas"

-Antes, si tenías que hacer una cosa, la hacías. Y punto.

Dice Carmen Carballo detrás del mostrador, rodeada de paraguas, cuando recuerda el tiempo en que se hizo cargo de la tienda. «Yo acabé el colegio, y por esa época mi madre enfermó. Luego murió y dijimos: 'Bueno, ahora ¿qué hacemos?' y obviamente había que seguir con la tienda. La vida te lleva por donde quiere. Además, las cosas antes eran distintas, no tenías tantas posibilidades, tanto de dónde escoger». Entonces tenía 18 años. Hoy tiene 78, y ha decidido cerrar.

-¿Por qué?

-¿Por qué? Pues... Cierro porque llegó un momento en que dije: 'Bueno, se acabó, tengo que cerrar'. Prefiero hacerlo así y no cuando por ejemplo me pase a mí algo y me vea obligada a cerrar. Llega un momento en la vida en que te planteas: 'Ahora qué hago'.

-Pero, ¿tiene ganas de cerrar?

-No, mire, a mí la verdad me sabe mal jubilarme, yo estoy encantada con el negocio, tengo una clientela muy maja y me gusta trabajar. Esto de quererse jubilar… A la tienda vienen personas que tienen 50 años con esa historia, que están cansados de trabajar, que se quieren retirar. Yo no los entiendo.

-¿Qué piensa hacer? Va a tener tiempo libre.

-Bueno, tengo pensado ir a la universidad, hay cursos para gente mayor. Y el internet, tengo que ponerme con el internet… No sé bien qué voy a hacer. Tengo que pensarlo.

-Aquí dice que la tienda existe desde 1890.

-Sí, la tienda originalmente la fundó mi abuelo en la calle de la Corribia, que ya no existe, justo al lado de la catedral. Lo que pasó fue que durante la guerra civil cayó una bomba cerca, muy cerca de la tienda, y entonces dijeron que todo eso lo iban a tumbar, así que en el año 41 nos trasladamos aquí.

-No parece que la tienda haya cambiado desde entonces. Las vitrinas, la decoración... Parecen los años 40.

-Es que no ha cambiado, tiene el mismo aspecto de entonces. Aparte de pintar, de barnizar… todo está igual. A mí me encanta como está, y para lo que se vende es práctico.

-Esa caja registradora…

-Esa no es tan antigua, esa viene a ser de los años 50, más o menos. Antes teníamos el taller ahí atrás, ¿sabía?

-¿Un taller? ¿Fabricaban los paraguas?

-Claro. En su momento llegó a haber seis o siete personas trabajando ahí. Y la calidad no tenía nada que ver con la de ahora. Pero un día llegaron los paraguas chinos y dijimos: 'Qué hacemos'. Y cerramos el taller, era inevitable, y en lugar de fabricarlos, los compramos. Quizá me equivoco, pero creo que ya no se fabrican paraguas en España.

-¿Qué es un buen paraguas? ¿Cuánto le debería durar a uno un paraguas?

-El buen paraguas lo hace la varilla, porque es lo que siempre se rompe. Con las varillas como deben ser, un buen paraguas te puede durar 20 años. Lo que pasa es que el 75% de los paraguas se pierden, claro.

-Ciertamente. Todo el mundo ha perdido un paraguas.

-Yo no. Yo en la vida he perdido uno. Y cuando voy a un restaurante y tengo que dejar el paraguas en la entrada, siempre digo: «Aquí dejo mi paraguas, ¿eh? Como no esté cuando salga ya verá la que se arma».

-¿Se los roban?

-Mucho. No sabe la cantidad de gente que viene a comprar paraguas porque se lo robaron en el restaurante. Es ahí donde se los roban. Y bastones, también roban muchos bastones. Porque no me ha preguntado, pero también soy conocida por los bastones.

-Estaba a punto de hacerlo.

-A mí eso me parece miserable. Robar un bastón. A mi hermana le robaron uno en el supermercado. Si es que… En fin. Si es que somos un país de ladronzuelos.