La cara más mísera de los Fets de Maig

La recuperación y clasificación de los papeles de Salamanca muestra la intrahistoria no contada de la guerra civil de la izquierda en la retaguardia

HOTEL COLON

HOTEL COLON / periodico

Carles Cols

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El Primero de Mayo de 1937 se celebró en todo el mundo el día de los trabajadores, con sus banderas rojas y desfiles, salvo, qué contradictorio, en Barcelona, que entonces pasaba por ser la arcadia revolucionaria, la ciudad a la que llegó George Orwell, dispuesto a luchar contra el fascismo. "Nadie decía señor, ni don, ni siquiera usted, sino que todos se llamaban camarada y decían salud en vez de buenos días". De la fachada del Hotel Colón de la plaza de Catalunya, requisado por el PSUC, pendían grandes retratos de Lenin y Stalin, y en las barberías (explica Orwell en su indispensable 'Homenaje a Catalunya') "había carteles anarquistas que explicaban solemnemente que los barberos habían dejado de ser esclavos". Pero no hubo celebración del Primero de Mayo, porque la tensión entre el PSUC, la FAI, la CNT, el POUM y la UGT era altamente inflamable. El diagnóstico no era equivocado. Del 3 al 8 de mayo de 1937, en plena guerra civil, estalló una breve pero muy cruenta guerra civil en la retaguardia catalana, especialmente virulenta en el centro de Barcelona. Se conoce a aquellos días de refriegas y ajustes de cuentas como los Fets de Maig. Solo en Barcelona murieron unas 500 personas, ninguna por disparos de fascistas. Es un episodio infame de la historia de la izquierda catalana que ahora puede ser revisitado con una mirada distinta gracias a los miles de los llamados papeles de Salamanca que el PSUC ha recuperado, ordenado y clasificado. Las guerras nunca son en verdad épicas. Están llenas de mezquindades. Hasta 'La vaquilla', de Luis García Berlanga, parece una oda a la heroicidad si se compara con lo que relatan los informes que enviaban a sus superiores los psuqueros atrincherados durante los Fets de Maig.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Barcelona era la arcadia revolucionaria,","text":"\u00a0pero el Primero de Mayo de 1937 no se celebr\u00f3 en la calle porque la tensi\u00f3n ya era altamente inflamable"}}

LA FALTA DE ARROJO

"Tan solo una pequeña parte de nuestros militantes han respuesto (sic) a la llamada del partido. Para justificarse, unos alegan ignorancia y que no les han ido a llamar a sus domicilios, otros que, según ellos, y puede haber naturalmente algún caso cierto, no pudieron llegar al lugar de la concentración porque los hacían volverse atrás después de quitarles el arma y los carnets. Otros, más sinceros, alegan que ingresaron en el partido porque son antifascistas y porque además están identificados con el programa del partido, pero que no tienen espíritu bélico y las balas les dan un miedo espantoso. Otros, en cambio, blasonan de revolucionarios pero razonan que el partido carece de armas y ellos no van a la calle a suicidarse, no se encierran conscientemente en un local donde no hay medios de defensa". Firmó la carta al comité central L. Claret, entusiasta militante, que no solo defendió la posición asignada, sino que pagó de su bolsillo parte de la intendencia durante aquellos crispados días.

"Hemos tenido que estar día y noche alerta para evitar dolorosas sorpresas del exterior, resultando por lo mismo enormemente castigados. Si a esto le añadimos la carencia de colchones, mantas o algo que no sea descansar sobre el pavimento, comprenderéis que la moral del militante tiene que estar resentida por muy firme que esta sea. Consecuencia inmediata de todo lo anteriormente expuesto ha sido que aparte de los suministrados por el Casal de Carlos Mach (sic), se han efectuado otros muchos gastos para adquirir víveres y cuyo importe presentaré para que hagáis efectivo, y a pesar de todo se ha comido poco y mal por la falta de organización", añadió Claret.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Los comisarios del PSUC","text":"\u00a0enviaban\u00a0al comit\u00e9 central informes sobre su choque con el POUM y sobre las penurias que soportaban. Con esas cartas organiz\u00f3 el franquismo buena parte de\u00a0la represi\u00f3n"}}La gazuza está presente en muchos de los informes, tanto o más que la carencia de munición o la falta de arrojo de los militantes. "Salí a buscar sopa y, cuando después de recorrer infructuosamente algunos lugares me disponía a marchar del bar Consomol (sic) con 50 naranjas y unas botellas de vino, me encontré a una comisión de cinco camaradas de los que habían quedado en el local que acababan de cenar". Este es el relato de J. Oliva, militante del PSUC y afiliado a la UGT. Le pidieron que no contara a nadie que les había sorprendido bien cenados y le aseguraron que después irían a sus puestos. "He podido enterarme después que de los cinco, al día siguiente regresaron dos o tres".

EL LISTÍN TELEFÓNICO DE LA REPRESIÓN

Marià Hispano, responsable del área de memoria histórica de Iniciativa per Catalunya, ha sido el encargado durante meses de leer y clasificar todo este océano de documentación, que por una parte ofrece una mirada a las miserias de los Fets de Maig, pero que tiene también una vis dolorosa. "Cuando las tropas franquistas entraron en Barcelona, había equipos que fueron directamente a incautarse de toda aquella documentación. Conocían a la perfección todos los lugares en los que estaba archivada", explica Hispano.

Lo que ha terminado por ser conocido popularmente como los papeles de Salamanca fue, tras el 39, una suerte de listín telefónico de la represión. Los militantes del PSUC explicaban sus hazañas contra "el repulsivo POUM", analizaban las tensiones políticas del momento, comentaban las batallas en el verdadero frente, se quejaban por la falta de armas y munición, protestaban por el frío y el hambre, pero, sobre todo, dejaban constancia escrita de nombres y apellidos.

Miles de páginas mecanografiadas y manuscritas fueron detenidamente analizadas para organizar la represión que vino tras la guerra civil. Finalizada aquella indecente tarea, los documentos fueron amontonados en Salamanca. Su consulta ahí era un laberinto sin salida. Ahora, Iniciativa, heredera legal de ese material, lo ha depositado en el Arxiu Nacional de Catalunya para que pueda ser consultado.

Para los historiadores se trata de una pieza de mármol perfecta para reesculpir aquel pandemonio que fue 1937. En sus memorias, Manuel Azaña ya hizo un ajustado retrato hiperrealista de la Catalunya de aquel año. "Ahí no queda nada: Gobierno, partidos, autoridades, servicios públicos, fuerzas armadas, nada existe. (…) Histeria revolucionaria que pasa de la palabra a los hechos para asesinar y robar; ineptitud de los gobernantes, inmoralidad, cobardía, ladridos y pistoletazos".

Echar mano de la mirada de Azaña es oportuno aquí porque la leyenda le sitúa en la chispa que desencadenó los Fets de Maig. Lo que se cuenta es que llamó por teléfono a Lluís Companys y, a mitad de la conversación, un militante anarquista interrumpió la charla con el argumento de que las líneas telefónicas estaban para cosas más importantes que cotilleos entre presidentes.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Los 'Fets de Maig' los retrat\u00f3 Orwell","text":"Los 'Fets de Maig' los retrat\u00f3 Orwell\u00a0en el indispensable 'Homenaje a Catalunya' y le dieron pie, despu\u00e9s, a escribir el m\u00e1s premonitorio libro del siglo XX, '1984'"}}Se supone que eso fue la confirmación de que la CNT, que se había hecho cargo del control del edificio de la Telefónica de la plaza Catalunya, controlaba todas las llamadas. La posterior toma del edificio por parte de las tropas de asalto de la Generalitat hizo estallar la guerra en la retaguardia, la que pilló a Orwell casi desprevenido y por la que, como militante accidental del POUM, tuvo que huir de España por miedo a morir a manos de esa izquierda que cuando llegó a España, solo medio año antes, había idealizado.

MISERIAS DE LA BATALLA

Son relatos, los de Orwell y Azaña, o los de las crónicas periodísticas de aquellos días, que ahora adquieren una nueva dimensión con el relato de las miserias de la batalla. "Tengo que hacer constar que de un cajón del local ocupado ha desaparecido una petaca y un reloj de oro, que pertenecían a un camarada que trabajaba allí, y de encima de una mesa, una pluma estilográfica que pertenece a un empleado". Eso, en cuanto al pillaje. Luego estaba la imprevisión, la guerra a lo Gila. "Tenemos que criticar a nuestros organismos superiores por la falta de material existente en el Hotel Colón, pues nos encontramos un 60% de los hombres concentrados desarmados y, lo que es peor, desconocedores del manejo de armas automáticas e incluso del fusil mauser. También tenemos que indicar a los camaradas del comité local de la falta de munición, pues en un par de horas de fuego intenso se nos acabaría y tendríamos que rendirnos o huir como liebres".

Así estaban la cosas tras los sacos de tierra del PSUC, que supone que es el que salió menos mal parado en el choque de trenes entre estalinistas y trotskistas, siempre que se dé por bueno que el POUM era el brazo armado de estos últimos, algo no tan claro. A los poumistas se les acusó de quintacolumnistas del franquismo. En junio de 1937 desapareció  Andreu Nin, fundador del partido, un asesinato que fue ordenado directamente desde Moscú.

Los papeles de Salamanca retornados a Catalunya rezuman toda aquella tensión latente. Son documentos de un valor inestimable de unos días que, según se mire, fueron el embrión años después de una de las novelas más premonitorias e influyentes del siglo XX, tal vez la que más, 1984, la distopía que muchos sostiene que ya se ha hecho realidad.