Una década en un edificio abandonado

Can Masdeu cumple 10 años como símbolo de integración okupa

Huertos comunitarios de Can Masdeu, frente a la finca 'okupada' hace ahora una década en Collserola, a pocos metros del barrio de Canyelles.

Huertos comunitarios de Can Masdeu, frente a la finca 'okupada' hace ahora una década en Collserola, a pocos metros del barrio de Canyelles.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Es difícil encontrar solitario el casi bucólico camino de Sant Llàtzer. Cuando no pasea por él un grupo de expertas recogedoras de espárragos, lo hace otro de jóvenes en bicicleta o de no tan jóvenes corredores. Esta pista forestal que une el barrio de Canyelles, en Nou Barris, con el valle de Can Masdeu, ya es, pues, una «puerta» a Collserola en toda regla. No resulta extraño, entonces, que el proyecto para la puerta de Canyelles presentado por los habitantes de Can Masdeu, las entidades de Nou Barris y el colectivo La Col haya sido preseleccionado por el ayuntamiento en el concurso de las 16 portes de Collserola. «Llevamos 10 años abriendo puertas a la montaña», apunta Arnau Montserrat, uno de los 25 adultos que vive en la vieja masía, antigua leprosería que un grupo de activistas antiglobalización okupó hace ahora justo una década y que se ha acabado convirtiendo con los años y a base de trabajo en un proyecto comunitario y de vida alternativa de referencia en todo el mundo.

Can Masdeu es mucho más que una masía okupada. Se trata de una comunidad formada por 25 adultos y tres niños que viven de forma prácticamente autónoma y autogestionada en plena naturaleza, a pocos metros de la metrópoli, donde impulsan, además, un consolidado y concurrido centro social bautizado como Punto de Interacción de Collserola (PIC), en el que todos los domingos se reunen alrededor de un centenar de personas a disfrutar aunque sea por un día de esa «otra manera de vivir posible» y donde 80 personas, la mayoría del barrio, participa del proyecto de huertos comunitarios, donde solo se cultivan hortalizas ecológicas, por supuesto.

VERDURAS, FRUTA Y PAN / Lo de vivir de forma autónoma y autogestionada no es un decir. Los habitantes de Can Masdeu cultivan el 85% del «verde» que consumen, produciendo ellos mismos incluso parte del abono (una letrina seca cierra el círculo). Cocinan el pan -en un horno de leña de cuento-, hacen miel, y, cuando pueden, producen incluso aceite.

También trabajan con plantas medicinales -¡hacen con ellas incluso pasta de dientes!- y usan estufas de leña recogida en el bosque y calentadores solares. «Cuando te toca cocinar, te toca cocinar para todos y hacerlo todo. Desde bajar a recoger las verduras hasta recoger y limpiar, pero lo bueno es que, como somos tantos, solo te toca hacerlo dos veces al mes», explica Montserrat.

Además, muchos de los utensilios e instalaciones que usan son de fabricación casera, hechos a partir de materiales reciclados, no en vano tienen 25 almacenes de reciclaje.

Impresiona el trabajo que han hecho en la reforma de la finca y su entorno. Todo con sus manos. Desde reparar el tejado hasta habilitar las distintas salas donde se realizan infinidad de talleres y actividades, desde una asesoría para personas que quieren iniciar un proyecto de vida rural alternativo hasta una tienda de «ropa gratis», donde la gente puede tanto donar piezas de ropa que ya no utilice como quedarse con la que más le guste entre lo expuesto.

CULTIVOS / Al margen de ser su lugar de residencia, donde desarrollan su particular forma de vida, para los miembros de Can Masdeu son de vital importancia los proyectos abiertos, como los huertos comunitarios y las actividades de los domingos, ya que son los que verdaderamente ligan Collserola a los vecinos. En cuanto a los huertos, Montserrat destaca la importancia del sistema de riego. «El agua que usamos viene de los acuíferos del valle y se canaliza con antiguos sistemas de riego que hemos ido recuperando», apunta.

En lo que respecta al concurso municipal, para el que han sido preseleccionados, desde la Plataforma Cívica per a la defensa de Collserola, de la que forma parte Can Masdeu, no les parece mala idea el hecho de «bajar la montaña a la ciudad», pero consideran que se ha empezado la casa por el tejado, ya que «primero se debería haber elaborado el Plan especial de usos del parque, declarado parque natural a finales del pasado octubre».

«Las bases son tan abiertas que no tenemos claro qué pretenden. Construir un aparcamiento en cada puerta y llenar la montaña de equipamientos no nos parece el camino», sostiene Montserrat, para quien la vía sería volver a los usos primarios del monte, algo que llevan una década haciendo.