Caleidoscopio fotográfico

En el cruce de paseo de Gràcia con València, llaman la atención los ventanales cubiertos con fotografías de espacios urbanos que parecen sacadas de espejos inclinados que se multiplican simétricamente. Son paisajes surgidos de un  caleidoscopio imaginario con el que juega el fotógrafo Carlos Puig Padilla para contagiar la felicidad que sentíamos de niños cuando dábamos vueltas a este instrumento óptico en forma de tubo para contemplar múltiples formas delirantes.

La exposición se titula Being Psicodelic, consta solo de 15 fotografías pero recorre cinco ciudades vinculadas íntimamente a la vida de Puig Padilla: Barcelona, París, Madrid, Salvador de Bahía y Lisboa. «La idea es organizar más Being Psicodelic en otras ciudades. Barcelona es el inicio de un periplo que seguirá en Madrid y en París», explica Puig Padilla, barcelonés que ha vivido muchos años en la capital francesa.

De París destaca la luz y esa intensidad entre el azul y el blanco del cielo. Y de Barcelona, los contrastes. «Que bonito es contemplar un skyline con mar y montañas y con las Tres Xemeneies de la antigua central eléctrica de La Canadiense junto a la Torre Agbar construida por el arquitecto Jean Nouvel», considera el autor de Being Psicodelic (escrito así sin y y sin h adrede)

Dice el fotógrafo Manuel Outumuro que las imágenes de Carlos Puig Padilla se desdoblan en un magistral ejercicio de papiroflexia visual. «Nos remiten a un juego de espejos donde lo fotografiado, de una forma sencilla y pura, se duplica y a veces se cuatriplica para devolvernos una visión única y diferente de la realidad», describe Outumuro.