Las once rosas

El Bus Memòria rinde homenaje a las mujeres represaliadas por el franquismo

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Olga Merino

Olga Merino

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Bouza Gil, Neus.

Claramunt Bonet, Carme.

González Ramos, Eugenia.

Fernández Parera, Cristina.

Peralba Sala, Ramona.

Giménez Lumbreras, Inés.

Giorla Laribal, Dolors.

Nolla Montseny, Magdalena.

Malich Salvador, Elionor.

Amposta Amposta, Virginia.

Puigdellosas Vila, Assumpció.

Once presas recluidas en la Presó de Dones de Les Corts. Once mujeres fusiladas en el paredón del Camp de la Bota entre abril de 1939 y noviembre de 1940. De entre las once, la más joven tenía 20 años, había nacido en Madrid y trabajaba como enfermera en el Hospital Militar de Mataró. La mayor tenía 60; portera y viuda por más señas.

Las once -parece que escribir el guarismo 11, como marcan las normas, las desposea aún más de entidad- fueron ayer objeto de un homenaje con motivo del 85º aniversario de la proclamación de la Segunda República. Ellas y Maria Salvo Iborra (Sabadell, 1920), una de las pocas presas políticas de Les Corts todavía vivas. Un acto organizado por el Grup Promotor del Futur Monument a la Presó de Dones de Les Corts (blocs.lescorts.cc/presodedones/), el más temprano en el minutero de cuantos festejos republicanos se han programado, que se prolongarán hasta el fin de semana. 

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Obediente y puntual, me planté a las 16.30 horas donde me dijeron: en el número 1 de la avenida Diagonal, en la esquina con la rambla de Prim, frente al prisma azul del Fòrum. Entre el límite de Sant Adrià y la confluencia con el distrito de Sant Martí, este paisaje fue el Camp de la Bota de los fusilamientos -luego espacio suburbial-, y de aquí partió un autocar, el Bus Memòria, que recorrió los ocho kilómetros que distan hasta la cárcel de Les Corts con su bandera republicana en el lomo. Dos puntos separados en la geografía pero muy estrechamente vinculados en esa memoria que van tragándose las excavadoras.

ALMODÓVAR AL VOLANTE

El chófer y el autocar de Ripollet Travel llegan puntualísimos y la expedición parte a su hora con las mujeres de Sant Adrià y Sant Martí que participan en el homenaje. La Ronda de Dalt a tope, pero soportable.

Un alto en el camino para recoger a las compañeras de Nou Barris, en concreto en la plaza Llucmajor, que está por cambiar de nombre en breve para llamarse de la República. Y aquí, bajo la estatua de bronce dedicada a Francesc Pi i Margall, presidente de la República, de la primera, empieza un poco el lío. Para empezar, no tenemos donde aparcar y Salva, el chófer, empieza a ponerse nervioso porque avista dos motos de la Guardia Urbana.

Algunas congregadas llegan tarde. Otras se extravían. "Pero, a ver, Pepi, ¿adónde vais?", pregunta una señora a su amiga. "A Les Corts, donde El Corte Inglés", le contesta. "Ah, pues yo no puedo, ni hablar", dice la primera apeándose del autocar. El chófer, que se apellida Almodóvar, decide bajar a echar un pitillo con cara de qué habré hecho yo para merecer esto. Ahora, la foto de grupo. "Que se vea la estatua". Vale. Un grupo que no acaba de compactarse. "¿Falta alguien?", una pregunta que permanece suspendida en el aire.

QUÉ ES ESA BANDERA

Ya se sabe que estos asuntos, con todo su encanto y espontaneidad, tienen un punto de caos asambleario. Un embrollo que al final tiene su gracia. A fin de cuentas, llegamos puntuales y la causa última del Bus Memòria es justa: un monumento que recuerde lo que fue la cárcel de mujeres de Les Corts. Se instaló una placa hace cinco años en la calle de Joan Güell, en un lateral del Corte Inglés, pero resulta ilegible y no menciona la dictadura franquista. Y los tótems de aluminio ubicados más abajo, en la esquina con la calle de Europa, tienen un aire de provisionalidad que no acaba de convencer.

En estas, mientras se suceden los parlamentos, pasan compradores con bolsas de los grandes almacenes que, por cierto, cumplen 75 años (10 menos que la República). Y entre el ir y venir de transeúntes, un trío de chavales muy jóvenes se pregunta qué diablos es esa bandera tricolor. "La republicana", aventura uno. El segundo se ríe y el tercero, móvil en mano, la retrata diciéndole que lo ha acertado "de chiripa". Pasa la vida, que dice la canción.