"Más allá de las huelgas, el bus es demasiado lento"

Marina Ripoll pasó del autobús a la moto porque tardaba 45 minutos en recorrer seis kilómetros

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Marina Ripoll tiene 23 años y hasta hace poco era usuaria diaria del autobús. Lo cogía para ir a la universidad, para ir a casa de su abuela. Para ir a todas partes, porque le distrae más que el metro, que será más rápido pero es de vistas poco agradecidas. Vive en la Vila Olímpica y la agencia de publicidad en la que trabaja está en la Illa Diagonal. En bus tardaba 45 minutos, una barbaridad si se tiene en cuenta que un punto dista del otro poco más de seis kilómetros. Ha acabado comprándose una moto

No tiene demasiado buen recuerdo de la jornadas de huelga. Solía coger el 41 o el 6, y al ser casi inicio de trayecto, siempre podía encontrar sitio. "Conforme el vehículo se iba llenando, el conductor se iba saltando paradas. Dentro íbamos como sardinas, era muy incómodo". Era testigo de un clásico del bus: la gente que sube por la puerta trasera porque por la delantera no hay modo humano de acceder al vehículo de TMB. En esos días de transporte a medio gas, solía levantarse más temprano para evitar sustos. También había recurrido al metro en alguna ocasión, para esquivar las aglomeraciones.

Dice Marina que los trabajadores de TMB tienen "todo el derecho del mundo de ir a la huelga". Lo que no le parece tan bien es que los servicios mínimos que marca la Conselleria de Treball sean tan pobres. "Totalmente insuficientes", sostiene. "Basta con darse una vuelta por la ciudad los días de paro para darse cuenta de que debería haber más bus, sobre todo en las horas de más demanda. Y supongo que con el metro debe suceder lo mismo". Ahora se ha acostumbrado a la moto. Tarda menos de la mitad. Los días de lluvia, sin embargo, prefiere no pilotar y vuelve al bus. "Ahora me doy cuenta de lo realmente lento que es el autobús en esta ciudad".