TERCERA EDICIÓN DE UNA OFERTA LÚDICA

Burgueses y anarquistas

Decenas de visitantes de Dau Barcelona juegan o pasean por la antigua fábrica Fabra i Coats, ayer en Sant Andreu.

Decenas de visitantes de Dau Barcelona juegan o pasean por la antigua fábrica Fabra i Coats, ayer en Sant Andreu.

TONI SUST / BARCELONA

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La acción del juego 'Barcelona, rosa de foc' discurre en la capital catalana en el periodo que va desde que se derribaron las murallas de la ciudad, en 1858, hasta la Setmana Tràgica, en 1909, cuando la ciudad se ganó el mote por su conflictividad social y la violencia asociada. El objetivo es construir la nueva Barcelona que nació sobre descampados siguiendo el guion del plan de Ildefons Cerdà.

Se dice que el padre del Eixample tenía unos propósitos humanísticos que no fueron respetados por la realidad. Que su planteamiento era mucho más social de lo que al final reflejó el resultado. El jugador podrá subsanarlo. Si al construir no se preocupa de los menos favorecidos y solo piensa en los ricos corre el riesgo de sufrir una revolución anarquista y perder.

El prototipo final de' Barcelona, rosa de foc' es uno de los muchos atractivos que encuentran los visitantes de la tercera edición de DAU Barcelona, que se celebra este fin de semana en la antigua fábrica Fabra i Coats, en Sant Andreu. A la primera edición, en el 2012, acudieron 3.400 personas. A la segunda, en el 2013, 8.700. Se espera superar esa cifra este año, afirma el comisario del festival, Oriol Comas. El coste de la cita, que impulsa el ayuntamiento, es de 140.000 euros. «El corazón del festival son los juegos de mesa», explica. Por eso hay 100 mesas con 100 monitores que asisten a los jugadores. Hay juegos de rol, juegos tradicionales, de simulación...

El festival se desarrolla en varios edificios del antiguo complejo industrial. La planta baja está tomada por Rubicon, una asociación de recreación histórica que como homenaje a Jason Matthews -de visita en Barcelona y creador de Twilight Struggle, un juego de simulación sobre la guerra fría que arrasó-, colocó ayer juntos varios juegos de este tipo: Mi agente en Berlín, The Korean, Cuba Libre. Cuenta Arturo Siles, miembro de Rubicon, que un juego de simulación de guerra requiere un contexto histórico, es decir, que el Risk es «un juguete de temática de guerra, pero no un juego de guerra». En otro edificio, jugadores de nivel experto se enfrentan. Muchos pasarán la noche aquí.

Pero no hay niño que juegue con tanto entusiasmo como Joaquim Dorca, socio director de la empresa Devir, ante el prototipo final de 'Barcelona, rosa de foc', que la empresa encargó a dos expertos profesionales: los italianos Francesco Nepitello Marco Maggi.

Para jugar a construir el Eixample se puede elegir entre diferentes personajes: el conde de Güell, Manuel Girona, el doctor Andreu. Es necesario buscar un equilibrio, cuenta Dorca. Si se construyen solo viviendas unifamiliares para gente adinerada, dice, eso generará descontento social. En una parte del tablero se ve cuánta gente odia a cada jugador. Hay formas de combatir estas situaciones, como propiciar un atentado que arrebate popularidad a un rival, algo veraz en aquella Barcelona turbulenta que fue la capital del anarquismo, como recuerda Nepitello.

Algarada beneficiosa

Si el juego no acaba en revolución anarquista, gana quien más riqueza ha logrado dentro de un modelo que resulte sostenible, sin que las tensiones sociales estallen. Si hay revolución, la puntuación se invierte y quien se ha centrado en el lujo se hunde, mientras que quien ha hecho más casas baratas acaba ganando.