Bufonada contra la alcaldesa

El cómico Toni Albà transforma el contrapregón en un rapapolvo a Colau

OLGA MERINO / BARCELONA

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Nadie esperaba que se improvisara en el Pla de Palau la uve mastodóntica que tomó la Gran Via y la Diagonal hace un par de Diadas, pero tampoco fue la "repera" como auguraban los inspiradores del pregón alternativo, el del soberanismo cabreado por la elección del escritor Javier Pérez Andújar para inaugurar las fiestas de la Mercè. Se congregó gente -unas 600 personas a ojo de buen cubero- pero, sin autocares de balde, el asunto se quedó esta vez en una bufonada ruidosa pero discreta.

La espera se hizo larga, tediosa, con poca tensión narrativa, porque eran las ocho tocadas cuando comenzó el contrapregón verdadero en el Pla de Palau, lugar escogido porque allí permaneció expuesta en una jaula la cabeza del capitán Moragues, una figura clave en la mística en torno al asedio de 1714. Sobre el escenario, pagado por Petrolis Independents y la cerveza Nolla, entre otros, comenzó a hablar en verso el actor Toni Albà. Iba disfrazado de Felip V, aunque en realidad era un remedo en los gestos de Juan Carlos, el de los elefantes y Corina, con peluca dieciochesca empolvada. Un discurso sosaina, con el estorbo de hacer reír a base de 'rodolins'. Tienen infinita más gracia los 'gags' de 'Polònia'.

Como habría sido un error estratégico concentrar el varapalo en el escritor, el cómico tuvo que distribuir los zascas, y los hubo para todos: peperos, "sociolistos" y podemitas, pero quienes se llevaron la palma fueron Ada Colau y su equipo. "Han pasado 300 años, y ya veis que sigo vivito y colauando". "Buscad la cabeza del dictador [refiriéndose a la estatua ecuestre de Franco en el Born] y que se la pongan a Pisarello".

POR TODOS LADOS

A la Colau le dio por todos lados: por la chapuza de la 'superilla', su ofensiva contra los pisos turísticos, por hacer la vista gorda con los manteros y por las acusaciones de mangoneo contra Trias, una campaña "aprovechADA" en las municipales. Y así.

Luego, despojado de la máscara borbónica, el cómico se expresó en catalán y negó haber contraprogramado pregón alguno; solo encabezaba, dijo, la reacción contra alguien que "ha faltado el respeto a quienes deseamos recuperar la libertades para nuestro pueblo". Faltó cintura y sentido del humor.

Visto lo visto, confieso que habría preferido mil veces estar en la en la plaza de Sant Jaume escuchando el pregón y comiéndome, de paso, un bocadillo bien planchado de los de Can Conesa, a ser posible el llamado en la carta el "catalán", que lleva en su alegre mixtura, a lo Gato Pérez, salchichas del país, cebolla, queso y pimientos. Aunque comer en la calle es de pobres, como diría mi primo Andújar.

Tituló así un artículo en 'El País' hace un par de años largos ('Ser español es de pobres') y también le dieron para el pelo. De pobres, porque le extrañaba, con razón, que los sindicatos se alinearan en Catalunya con la idea de país que proponen la oligarquía, los Millet, Carulla 'and company'. Los señoritos que cuando dicen toda Barcelona "se refieren únicamente a sus dos calles de arriba de la Diagonal, a sus viejas boîtes y tortillerías", escribe Pérez Andújar en 'Paseos con mi madre'.

Sin comerlo ni beberlo, al pregonero oficial lo han metido a empellones en el debate esencialista, cuando a él se la refanfinfla: "En la mili viví lo esencial del patriotismo -dijo en una entrevista en estas páginas- y me quedó claro que no sería patriota en la vida". Javier Pérez es una persona que se dedica en esta vida sobre todo a leer y escribir, un binomio indisociable en el caso de los buenos escritores. Lo demás es agua que pasa.