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Un buey en la Miró

La presencia del bovino fue uno de los actos en memoria del agitador cultural Alexandre Cirici

El buey que el jueves pacía en los jardines de la Fundació Miró como parte de la 'performance' con la que la institución homenajeó a Alexandre Cirici.

El buey que el jueves pacía en los jardines de la Fundació Miró como parte de la 'performance' con la que la institución homenajeó a Alexandre Cirici.

NATÀLIA FARRÉ

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En 1979, Jordi Benito, uno de los artistas más radicales del panorama catalán, mató un ternero, lo degolló, lo colgó boca abajo y se bañó en su sangre hasta casi el ahogo. Dos días antes el suspendido por los pies fue el propio artista. Permaneció así mientras una pareja copulaba en directo a su lado. Ambas acciones formaron parte de Barcelona Toro Performance, una de las performances más extremas que se han hecho nunca en Barcelona. Y fue en la Fundació Miró. El jueves pasado otro buey campaba por el edificio proyectado por Sert. Aunque, en esta ocasión, su vida no corría peligro. Todo lo contrario. Cosmopolitan, que así se llama el bovino, llegó con cuidador y con la ley de su lado. Y con la tranquilidad del que se siente protegido por la normativa, se atrevió con un posporno, o sea, orinar en la vía pública. En este caso, en el césped de la fundación. Fue lo más radical que hizo.

La visión vitalista de la performance del 79 llevaba la firma de Marc Navarro Oriol Nogués, y fue la primera de las muchas acciones (cuatro horas y una veintena de artistas) que sumó el jueves Mercuri Splash, una de las actividades que la fundación tiene programadas este año para celebrar su 40º aniversario. Y la que se dedicó a homenajear a Alexandre Cirici. Escritor, político, ilustrador, publicista, pedagogo, crítico de arte y agitador cultural, Cirici fue también amigo de Miró y durante años, vicepresidente de la institución por decisión del pintor. El año pasado se cumplió el centenario de su nacimiento. De ahí los retrasados honores -«mejor 101, que es capicúa», según Cristian Cirici, su hijo-. Lo de hacerlo en forma de performance también tiene su motivo de ser: le encantaban al homenajeado. Y la presencia del buey obedece a dos razones: Cirici apadrinó artísticamente a Benito, y Barcelona Toro Performance se celebró por su empeño en hacerlo. Quizá hubo una tercera: «Es una forma lúdica de recibir a los participantes», según sus promotores actuales Navarro y Nogués.Los participantes del jueves eran mucho más que los del 79: «Una Barcelona desganada, que cree que ya lo ha visto todo porque ha visto algún happening en fotografía, no dio más que muy pocos espectadores», se quejaba Cirici poco después de la acción, en el 79. Y es aunque los 70 eran años de agitación cultural, no todo el mundo estaba preparado para tanta provocación. El jueves eran 150 los participantes, según elaforo, pero la realidad apretujada evidenciaba que eran muchos más. Y lo más provocador que se vio fue, lo ya dicho, el posporno de Cosmopolitan.

No es que el arte se hay vuelto más conservador sino que las instituciones ya no llevan la radicalidad tan al extremo. No hay más que ver lo ocurrido esta primavera en el Macba, cuando el centro autocensuró la escultura que mostraba al rey Juan Carlos siendo sodomizado por la activista boliviana Domitila Barrios de Chúngara. Con eso, imposible imaginar una cópula en directo. Y más difícil todavía, el sacrificio de un animal en una ciudad antitaurina.

Así que en Mercuri Splash no hubo ni sangre ni semen, pero sí mucho arte en todas sus facetas que iba cobrando vida consecutivamente por todos los espacios de la fundación. Tanta acción requería un maestro de ceremonias y lo tuvo: un artista caracterizado de mercurio, como alegoría de la fuente de Calder que preside el centro, daba órdenes: «Circulen», «Mantengan la posición», «Síganme»... Y explicaciones. Imprescindibles para saber que los dos bailarines que danzaban al ritmo del galope infernal de Offenbach recreaban una escena de la película Érase una vez, la primera y última rodada por Cirici. Y para descifrar que la interpretación de Tengo miedo por Antoñita de Linares -álter ego de José Jaén- era una recreación de Sara Montiel en Tuset Street.Hubo más, mucho más. En total, cuatro horas de performance que seguro hubieran hecho las delicias del homenajeado.