BARCELONEANDO

La Boqueria no es el mejor mercado

Santa Caterina recula y no sigue los pasos de sumisión turística de la lonja de la Rambla

El lateral que la Fruiteria Torrent de Santa Caterina dedica a los tomates, destino de aconsejable peregrinación.

El lateral que la Fruiteria Torrent de Santa Caterina dedica a los tomates, destino de aconsejable peregrinación.

CARLES COLS

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En el capítulo introductorio de la serie 'The Newsroom', el guionista Aaron Sorkin le sacó punta al lápiz para uno de esos monólogos que tan bien se le dan. En un debate con preguntas del público, una joven le pregunta al protagonista, Jeff Daniels, por qué Estados Unidos es el mejor país del mundo. Ese tipo de preguntas que implícitamente dan por incuestionable una verdad discutible son endiabladas. Requieren una paciente argumentación que a veces es incompatible con la inmediatez. En 'The Newsroom', la respuesta de Daniels es demoledora. «No lo es». Dice que Estados Unidos no encabeza la clasificación mundial en alfabetización. Tampoco en esperanza de vida. Menos aún en exportaciones. Solo es líder en presos per cápita, en adultos que creen que los ángeles existen y en gasto militar. Total, que el protagonista desarma la pregunta, y además con maestría. El secreto está en que se trata de un diálogo guionizado, lo cual evita sufrir aquello que los franceses definen como 'l'esprit de l'escalier', es decir, que la respuesta ingeniosa, mordaz o perfecta se le ocurra a uno cuando ya es tarde, cuando baja las escaleras. Dicho todo esto, ahí va el reto. ¿Por qué la Boqueria es el mejor mercado de Barcelona?

No lo es. Lo fue, pero ese tiempo ya pasó. Era el mercado de las frutas exóticas y a la par de las piezas más hermosas de la agricultura autóctona, del mejor pescado y marisco, de unas salazones exquisitas, destino de compra obligado si se deseaba cocinar caza, del más amplio surtido de setas en un país de 'boletaires', que se dice pronto, de carnes cortadas así y asá, de.., bien, queda claro, que era único en estas latitudes y longitudes. Hoy es número uno en visitantes. También en servir tentempiés, y no siempre de fiar. Recelen de las macedonias en vaso de plástico. Debajo de la primera capa de coloridas frutas suele haber solo sandía de calidad mediocre.

Hubo un tiempo en que fue indiscutiblemente el mejor mercado de la ciudad. Aunque su estrecha puerta principal es imponente, la Boqueria no se ganó ese galardón por su arquitectura. Lo obtuvo por lo que allí se vendía.

Discutir esto con algunos tenderos de la Boqueria no es fácil. Hay disparidad de opiniones entre ellos, pero lo común es encontrarse cara a cara con 'turistholics', auténticos adictos a esa fuente de ingresos. Un pescadero, por ejemplo, reconoce que vende menos que antes, pero no lo achaca a que el público local le ha dado la espalda al mercado porque aquello es una babilonia insufrible, sino a que en la última reforma no se aprovechó para reducir el número de establecimientos dedicados a productos del mar.

Entonces, ¿cuál es el mercado? Una humilde propuesta es traspasar esa distinción a Santa Caterina. Allí, tal y como exige el canon católico, se han producido nada menos que dos milagros.

Los dos milagros

El primero salta a la vista. Es que pese a estar en una de las calles más soviéticamente urbanizadas de Barcelona (qué fea es la pobre), la arquitectura que concibió el malogrado Enric Miralles para el mercado brilla con luz propia.

El segundo es menos conocido y, sin embargo, mayor. Al principio, algunos vendedores cayeron en la tentación y dedicaron parte de su mostrador al turismo. Sin hacer ruido, han dado marcha atrás. Como la Fruiteria Torrent. Tiene todo un lateral dedicado al tomate, en una docena larga de variedades, que bien mirado merece una peregrinación. Los dueños del negocio sopesaron los pros y contras de los zumos y la fruta cortada y decidieron que eso era incompatible con lo que quieren ofrecer a su clientela más fiel.

Josep Balaguer, presidente de turno de los vendedores de Santa Caterina, explica que, aunque no haya una norma consensuada entre todos los vendedores, sí hay un chupchup general de no caer en los errores de la Boqueria. Aleluya.