EVOLUCIÓN DEL PERFIL DEMOGRÁFICO

BCN se tiñe de asiática con más presencia de chinos y paquistanís

Las chinas Kuixi Zheng y su madre, Xu Qiom Xiang, en la peluquería Rosa d'Abril, en Barcelona, el miércoles.

Las chinas Kuixi Zheng y su madre, Xu Qiom Xiang, en la peluquería Rosa d'Abril, en Barcelona, el miércoles.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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Posiblemente sean los rostros foráneos más presentes en la vida de los barceloneses. Los unos, regentando colmados abiertos hasta altas horas; los otros, asomados tras la barra de cada vez más bares tradicionales o abriendo negocios de estética. El hecho es que paquistanís y chinos son parte de la fisonomía cotidiana de la capital catalana, así que no sorprende saber que el padrón ya refleja lo que adelantaba la intuición: que los primeros se consolidan como la mayor nacionalidad foránea (23.281), y que los segundos (15.875) se aúpan, por primera vez, al tercer puesto. Y no es que la inmigración crezca -se estabiliza en un 17,4%-, sino que la ligera remisión de la inmigración suramericana (que en conjunto símanday representa el 40%) ha propiciado cierta orientalización (a la que se unen los filipionos) en el ADN de Barcelona.

A fecha 1 de enero del 2012, según el padrón barcelonés, la ciudad contaba con 282.178 extranjeros. Se trata del 1,4% (3.853) más que hace un año (tras dos de caída), pero sobre el total representan el 17,4%, tan solo una décima más que en el 2011. El aparente crecimiento solo es «técnico», según fuentes municipales, ya que en el 2010 se dieron de baja muchos empadronados (por caducidad documental), y durante el último año algunos volvieron a cursar altas. En esencia, se ha alcanzado «la estabilización», tras haber frenado «drásticamente» la llegada de inmigrantes, señala Miquel Esteve, comisionado de Inmigración del Ayuntamiento de Barcelona. Por continentes, tras Latinoamérica se sitúan Europa (26%) y Asia (22%).

SIN RETORNO / Curiosamente, el motivo esencial de este parón en seco, la crisis económica que sacude a España, no se ha saldado con un previsible regreso de inmigrantes a sus países de origen. Esteve vincula este fenómeno al «arraigamiento» en Barcelona de la población extranjera. Para muestra, un botón: el 31,1% de los matrimonios son mixtos (con un integrante autóctono y otro foráneo), frente al 9,3% de los integrados por dos inmigrantes. Sin olvidar que uno de cada tres bebés nacidos en la ciudad tiene uno (13,9%) o los dos padres (20,9%) extranjeros.

Esta nueva perspectiva del fenómeno migratorio hace que el ayuntamiento haya guardado en un cajón sus políticas de primera acogida para hacer otras de integración. «El reto de nuestro modelo intercultural de ciudad es potenciar ahora su acomodación, cohesión y convivencia», agrega Esteve, convencido de que Barcelona cuajará como ciudad mixta.

INTEGRACIÓN / Una integración que puede ser más compleja, culturalmente, en el caso de los asiáticos, por cuestión de idioma y costumbres. Y es que la caída de ecuatorianos, bolivianos, peruanos y argentinos ha alterado la clasificación. El aumento de paquistanís, según otras fuentes, puede estar relacionado con entradas ilegales desde algún país del Este. Mientras que el de chinos se vincula, entre otros motivos, a los nuevos puentes comerciales establecidos entre Catalunya y China (en los dos sentidos). En medio, se sitúan los italianos (22.909), aunque casi la mitad son nacidos en Suramérica y con doble nacionalidad.

La buena noticia, en aras de dicha cohesión, es un progresivo reparto territorial. Con el freno de llegadas, el foráneo arraigado ha ido redistribuyéndose (ver despiece). Eso sí, porcentualmente, Ciutat Vella sigue dibujando el principal mapa mundi urbano, con un 41,8% de vecinos extranjeros.