SEGUNDA EDICIÓN DE UNA CAMINATA POPULAR
BCN saca de paseo su solidaridad para ayudar a los más vulnerables
No todo van a ser triatletas, barritas energéticas y material deportivo de última generación. Tampoco la cosa se limita a los tiempos por kilómetro, las calorías o el pulso. Barcelona, donde casi cada fin de semana se celebra una carrera, demostró ayer que vestirse de corto puede ser también un acto solidario, en este caso, en favor de las personas más desfavorecidas. Era la segunda edición, y se dobló el número de participantes de la primera. Seguro que ayudó la fiebre por el running, pero más tuvo que ver el hecho de ser una ciudad capital en materia de voluntariado y entrega a los que no están para muchas fiestas.
La Barcelona Magic Line, a beneficio de la obra social del Hospital de Sant Joan de Déu, sacó a la calle a 10.000 almas en equipos de entre tres y 25 personas. Podían recorrer 40, 30, 20 o 10 kilómetros. Al trote, a la pata coja, en un cochecito o en tramos de escaleras mecánicas, como era el caso de algunos de los que optaron por el tramo más corto y usaron el cacharro eléctrico para sortear la primera cuesta de Montjuïc, junto a las columnas remasterizadas de Puig i Cadafalch. Escuelas, ampas, clubes deportivos, familias enteras, amigos o colegas del trabajo. Cualquier combinación era buena para formar parte de esta fiesta ciudadana en la que se recaudaron más de 200.000 euros, que se usarán para los proyectos de atención a las personas más vulnerables. Deporte con valores, define la organización.
Meses de solidaridad
Explicaba ayer Oriol Bota, director de la obra social de Sant Joan de Déu, que la Barcelona Magic Line es la culminación de «semanas y meses de trabajo, de recogida de fondos» para reforzar los ámbitos en los que trabajan: las personas sin hogar, salud mental, infancia hospitalizada, cooperación internacional, dependencia, emergencias sociales e investigación biomédica. El año pasado, con 5.700 participantes, se lograron 137.000 euros que permitieron financiar una quincena de proyectos, como pisos de inclusión social para familias con pocos recursos o programas terapéuticos complementarios para personas con trastorno mental o situación de dependencia.
La jornada sirvió también para recordar que la capital catalana -suele decirse que el origen fueron los Juegos Olímpicos del 92- es un hervidero de voluntarios cuando surge una iniciativa solidaria como esta. Ayer eran cerca de 600 las personas que invirtieron su domingo en echar una mano a este proyecto, que desplegó por la ciudad unas 150 actividades paralelas y en el que 70 empresas e instituciones también colaboraron en mayor o menor medida.
Todos, voluntarios, caminadores, corredores y organización terminaron la jornada con una fiesta frente a la catedral. No sin antes haber sorteado los nueve montes de la ciudad (Roquetes, Turó de la Peira, Tibidabo, la Creueta del Coll, Turó del Carmel, la Rovira, Sant Pere Màrtir, Montjuïc y Mont Tàber) y haber generado más de 200.000 euros que sirven para que la atención a los más desfavorecidos siga en marcha.
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